Macarena Olona no ha dejado su escaño en el Congreso para regalar sus votos a Juan Manuel Moreno. El candidato del PP a la presidencia de Andalucía celebra esta semana que las encuestas le dan más escaños que toda la izquierda junta, un éxito que, al mínimo cambio en las urnas, le deja al albur de las exigencias de la ultraderecha. Más concretamente, de su candidata, abogada del Estado de profesión y alborotadora de vocación. Lo demostró saltándose el decoro parlamentario, defendiendo su polémico empadronamiento y protagonizando una precampaña provocadora. Los populares confían en la fuerza de los números para evitar repetir el escenario castellanoleonés, pero la aspirante a la Junta ya advertía en 2021 que “el Gobierno será con Vox o no será” y el ‘efecto Feijóo’ corre el riesgo de pisar el freno a las puertas del Palacio de San Telmo, un serio revés para el aspirante al Palacio de La Moncloa.
“Macarena de Salobreña, ministro perejil”. La candidata de Vox a la presidencia de Andalucía se aseguró de que su despedida del Congreso fuera imagen en todas las televisiones, el mejor acto de campaña que podría protagonizar en plena inercia popular con el ‘efecto Feijóo’ pegando fuerte en las encuestas y Juan Manuel Moreno Bonilla dejándose llevar por él en volandas a las elecciones del 19 de junio.
Macarena Olona se dirigía con este exabrupto al titular de Presidencia, Félix Bolaños, acusándole de lanzar un bulo contra ella, el de un empadronamiento irregular en un inmueble de Salobreña propiedad del presidente de Vox en Granada. Lo hacía luciendo una camiseta con el perfil de José Antonio Morante de la Puebla, el torero sevillano amigo de los líderes de la formación de ultraderecha.
Con un guiño a Primo de Rivera se despidió del Congreso, donde ha llamado «sepulturero» a Sánchez y «fashionaria» a Díaz
La que era todavía diputada y secretaria general de su grupo parlamentario se encontraba entonces en su escaño. Después de ausentarse brevemente del Hemiciclo, regresó con otra camiseta y, desde la tribuna de oradores, se despidió con una frase que evocaba a José Antonio Primo de Rivera durante la fundación de La Falange. “Yo creo que está alzada la bandera. Ahora vamos a defenderla alegremente”, dijo él. “Ya hemos alzado la bandera, ahora toca defenderla con alegría desde Andalucía”, dijo ella. Lo hacía luciendo una imagen de Piolín con cuernos y alas demoníacas, una referencia a “los piolines” que mencionó Pedro Sánchez para criticar el uso del PP de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Cataluña y que la derecha interpretó como un ataque a la Guardia Civil.
Antes de aquello, Olona protagonizó una larga lista de encontronazos con la izquierda, saltándose todos los límites del reglamento y el decoro parlamentario; se estrenó en el Congreso con su expulsión de la Diputación Permanente tras ocupar los asientos de Ciudadanos y pretender incluir una iniciativa no prevista y ha insultado provocadora a todos los miembros de la bancada azul, llamando “sepulturero” al presidente, Pedro Sánchez, o “fashionaria” a la vicepresidenta segunda y ministra de Empleo, Yolanda Díaz.
Lo de la provocación la convirtió, nada más llegar al grupo en el Congreso, en uno de los pesos pesados de la formación de ultraderecha. Aterrizó por su carrera como abogada del Estado y su fijación para que las banderas españolas ondeasen en todos los consistorios vascos –su partido presume de que el PNV pidió su cabeza a Mariano Rajoy a cambio de apoyarle los presupuestos y, después de haber sido nombrada secretaria general de Mercasa, fue el PSOE en que la fulminó, han dicho, por destapar irregularidades en la empresa pública– y pronto destacó por su capacidad para generar crispación.
Sus poderes

Cuando Alfonso Fernández Mañueco convocó elecciones en Castilla y León, ella llevaba un tiempo sonando como candidata de Vox a las andaluzas; la formación reclamaba su adelanto desde hacía meses y votó en contra de los presupuestos de Juanma Moreno para forzarle a dar el paso.
Alicantina y diputada por Granada, en una entrevista en TVE dejaba esta sentencia: “el Gobierno será con Vox o no será”. Lo hacía a propósito de las generales y autonómicas que se avecinaban, particularmente de las andaluzas. Y lo demostró en los entonces imprevistos comicios celebrados en febrero; tras una campaña rivalizando en mensajes, tono y hasta indumentaria con el PP, la ultraderecha entró por primera vez en un Ejecutivo de la mano de los populares y lo hizo cumpliendo todas sus exigencias.
Olona fue una de las dirigentes estrella de Vox en aquella campaña y, aunque no había confirmación oficial, los guiños a su candidatura fueron constantes. El anuncio llegó el 28 de abril y, desde entonces, se ha afanado por asomar la cabeza en medio de la euforia popular tras el aterrizaje del gallego Feijóo en Madrid. Presentándose como víctima después de que la Junta Electoral andaluza no viera inconveniente en su empadronamiento en una vivienda donde no reside y reforzando los mensajes sobre seguridad, inmigración –particularmente tras los altercados en París durante la final de la Champions– o educación, proponiendo desalojar a lo que llaman “activistas de las aulas”.
Ayuso es el arma de Juanma Moreno para neutralizar a Vox en aquellos municipios donde registra mejores expectativas electorales
No es casual que Isabel Díaz Ayuso, la política favorita de los votantes de Vox, anunciara hace unos días que retirará los libros de texto con lo que llamó “material sectario”, una propuesta sin efectos prácticos porque no tiene competencias pero que, lanzada en un acto de precampaña del 19-J en Jerez de la Frontera (Cádiz), sirve para rivalizar con la ultraderecha. Que para eso Moreno Bonilla está contando con su colega madrileña en aquellas localidades donde Olona tiene mejores expectativas de voto.
Según las encuestas conocidas la semana en que arranca oficialmente la campaña electoral, el PP sumaría más votos que toda la izquierda y podría gobernar en solitario, pero se quedaría a una media de alrededor de diez escaños de la mayoría absoluta. La previsión de los populares es gobernar en solitario como Ayuso en Madrid, confiando en que la ultraderecha no votaría en contra de la investidura de Juanma Moreno arriesgándose a una repetición electoral que necesariamente habría de penalizarla.
Pero los sondeos también le son favorables a Olona. Vox podría pasar de 12 a 22 escaños, convirtiéndose en tercera fuerza política por detrás del PSOE y por delante de Adelante Andalucía. Y, hasta ahora, las urnas se han portado mejor con la ultraderecha que las encuestas.
El candidato del PP no quiere plantearse ese escenario, el de un acuerdo con su rival, aunque se ha curado en salud y ya ha hablado de líneas rojas: el Estatuto de Autonomía y la lucha contra la violencia de género y el cambio climático. Precisamente, tres de las obsesiones de Vox.
Con las izquierdas fuera de juego demoscópico, la gran pelea electoral la libran Moreno Bonilla y ‘Macarena de Salobreña’. Unos pocos puntos arriba o abajo en el recuento de votos serán fundamentales para el futuro de Andalucía y, lo saben en los cuarteles generales de los dos grandes partidos, para el futuro de las autonómicas y municipales y de las generales de un 2023 que se presenta reñido y muy bronco.