
Empar Pablo
No suelo frecuentar los centros comerciales, pero hace unos días por razones que aquí no importan me tuve que acercar a uno de ellos. ¿Se han fijado que todos ellos utilizan el mismo perfume ambientador dulzón? Un poco embriagada como la abeja ante el néctar paseé entre tiendas, todas envueltas en colores vivos y músicas enlatadas, artificialmente alegres. Y en ésas se produjo una extraña conexión cerebral, como al protagonista de ‘Por el camino de Swann’, de Marcel Proust, le pasó con el sabor de una magdalena y el recuerdo vívido de la niñez, ya saben. Yo recordé un eslogan de un reconocible fabricante textil mientras pensaba en la precariedad laboral: “La vida es chula”. Gajes del oficio, supongo. Extraño lugar para pensar en ello… O quizás, no tanto.

A muchas personas les ha parecido un dato llamativo y desajustado que el 48% de las personas asalariadas sean precarias.¿Son muchas personas? En mi opinión, muchísimas
A muchas personas les ha parecido un dato llamativo y desajustado, cuanto menos, que el 48% de las personas asalariadas sean precarias. A otras, les parecerá una evidencia. Una buena parte de la gente que podía estar junto a mí en aquel recuento era –sigue siéndolo hoy– precaria. ¿Son muchas personas? En mi opinión, muchísimas.
Entre franquicias de teléfonos móviles y barberías pensé que la distancia que hay entre ambas opiniones se podrá asimilar, seguramente, a la que medie entre el sueldo del primer grupo y del segundo. O también entre sus respectivas rentas disponibles o el calor que disfrutan en invierno unas y otras. Sus diferentes opiniones serán comparables también a las diferencias entre sus respectivas esperanzas de vida o nivel educativo.
Las personas del segundo grupo, las que conocen por experiencia propia o ajena lo difícil que es salir adelante en la vida cuando se está marcada por la precariedad laboral y vital, casi la mitad de la población del país, en definitiva, saben también que aquel eslogan, “la vida es chula”, es una mentira tan tóxica como la sobreexposición de aquel pachuli de centro comercial.
El dato sobre el que pensaba se corresponde al informe ‘La precariedad laboral en España. Una doble perspectiva’ presentado recientemente por CCOO. Y no es el único llamativo. Teniendo en cuenta el género, el 54% de las mujeres asalariadas son precarias, frente al 42,4% de los hombres. También destaca que el 75% de la gente joven lo es, así como el 67% de las personas inmigrantes. Y eso no es suerte. Es un concepto desolador y se llama precariedad multidimensional y estructural y en nuestro país se mantiene de forma constante más allá de los ciclos económicos.
Ocurre que la precariedad del empleo en España no es un fallo indeseado del modelo laboral, ni las personas precarias deben ser consideradas víctimas colaterales del sistema, sino que forman parte intrínseca del plan porque así se ha querido que sea. Esas personas con un precario itinerario laboral que padecen vidas bajo un modelo que podríamos etiquetar como ‘low cost’ son parte del modelo laboral español, no son su consecuencia. Tiene que ver con decisiones políticas y empresariales.
¿Exagerado? No lo creo. La tasa de paro forma parte de una ‘medicina’ que nos disciplina para, de algún modo, aceptar esa precariedad, y las normas laborales en España han sido coartada legal y marco de incentivos para fomentarla.
Pero no está escrito que debamos aceptar esta injusta situación. La rebeldía es condición indispensable de una ciudadanía responsable. Podremos reducir de una forma intensa los niveles de precariedad laboral de la gente trabajadora si actuamos sobre dos parámetros: la reducción de la temporalidad y la subida de los salarios. Vivimos un momento decisivo para ello si establecemos un nuevo marco laboral en España y aprovechamos las posibilidades que abren los fondos europeos.
La recuperación de los equilibrios en la negociación colectiva es clave. Muchas más personas podrán disfrutar de una vida “chula”.
Diplomada en Relaciones Laborales por la Universitat de València. Máster en Prevención de Riesgos Laborales (técnica superior en Ergonomía y Psicosociología) por la Universitat Politècnica de València. Máster en Género y Políticas de Igualdad por la Universidad Rey Juan Carlos I. Community Management por la Fundación UNED. Formadora Ocupacional por FOREM PV. Vinculada a CCOO desde 1996 de forma militante en la Secretaría de Juventud de CCOO PV. Se incorpora como miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de CCOO PV en el 8º Congreso como secretaria de Juventud del País Valencià. En el 9º Congreso asume la Secretaría de Comunicación y Política Lingüística en CCOO PV. En el 10º congreso se incorpora a la Dirección Confederal estatal de CCOO como secretaria de Movimientos y Redes Sociales. En el 11º Congreso es nombrada secretaria de Comunicación, cargo que mantiene actualmente en el 12º Congreso de CCOO.
Gracias Empar.
Mucha gente debería escribir mucho más sobre la precariedad y las implicaciones de todo tipo que tiene para las personas de manera colectiva e individual.
De que forma nos afecta a todos y todas que el sistema haya conseguido adormecernos ante tan vergonzosa realidad.