
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Cuatro años después de la histórica huelga feminista del 8 de marzo de 2019, con la que la reivindicación por la igualdad dio un salto de gigante convirtiéndose en un clamor transversal y social, aún nos sorprendemos porque desde el Gobierno se presente una Ley de Paridad que obliga a instituciones y grandes empresas a incluir dentro de su alto staff a no menos de un 40 por ciento de mujeres. ¿Tan poco nos acercamos a esa meta, fijada como tal por la Unión Europea, para que sea necesaria una norma de obligado cumplimiento? Desafortunadamente hemos de decir que sí.
España goza de un prestigio mundial como referente feminista difícilmente discutible. Desde los gobiernos de Rodríguez Zapatero, inéditamente paritarios, incluida la primera vicepresidenta de la historia española, y con la irrupción en nuestra normativa de leyes tan relevantes como la exclusivamente dedicada a luchar contra la violencia de género, aparte otras ampliaciones de derechos para las mujeres como la reforma de la ley del aborto o los permisos de paternidad aprobados entonces, nuestro país ha caminado en primera fila en políticas feministas pese a los frenazos dados durante los gobiernos del PP (supresión del Ministerio de Igualdad, recurso contra la ley de interrupción del embarazo o reducción de presupuestos para luchar contra la violencia machista, por sólo citar algunos detalles de la ejecutoria de un partido que pretende enfundarse ahora la chaqueta de feminista).

La paridad y la conciliación sólo han logrado hacerse un hueco en la Administración y el sector público, Con recomendaciones, como hasta ahora, nadie suelta el poder en la gran empresa. Así que sí: hace falta la nueva Ley de Paridad para que lo hagan por obligación
Pese a ello, la paridad y la conciliación sólo han logrado hacerse un hueco en los ámbitos de la Administración y el sector público, y no siempre el deseado, manteniéndose el privado como un feroz frente de resistencia a la igualdad. Excepciones como la presidencia de nuestro primer banco, el Santander, en manos de Ana Patricia Botin, hija del fundador y reconvertida feminista, solo señalan el desierto de mujeres en los principales puestos de decisión del país. La obligación que establecerá la ley de que las empresas del Ibex 35 tengan en sus consejos de administración un mínimo del 40 por ciento de mujeres sólo lo cumplen en la actualidad 18. Las otras 17, sólo una menos, lo incumplen sin sonrojo alguno. No son las únicas.
Permítanme que, como directora de El Siglo, cargo que tengo la enorme satisfacción de ocupar desde hace una década, me refiera ahora al sector que mejor conozco, el de los medios de comunicación. El salto de mujeres a los primeros despachos de decisión ha sido notable en los últimos años. Hoy son nombres femeninos los que ocupan la dirección de medios tan relevantes como el diario El País (Pepa Bueno), la agencia EFE (Gabriela Cañas) o la corporación RTVE (Elena Sánchez), además de otros medios generalistas de ámbito nacional como Público (Virginia Alonso), 20 Minutos (Encarna Samitier), El Periódico de España (Gemma Robles) o El Plural (Angélica Rubio). Ya no somos dos o tres, de acuerdo, pero todavía en la mayoría de reuniones de primer nivel periodístico seguimos siendo una llamativa minoría.
Según los últimos informes de la profesión, de asociaciones y sindicatos, las mujeres son abrumadora mayoría (más del 60 por ciento) en el alumnado en las facultades de Periodismo desde hace años y más de un 50 por ciento de las plantillas de los medios, pero apenas ocupan un 11 por ciento de sus cargos de dirección. El papel de los medios, además, es especialmente relevante a la hora de transmitir un retrato igualitario de la sociedad sobre la que informan. Es por ello que datos como que los artículos de opinión sólo están firmados en un 21 por ciento por mujeres, que ellos son autores de un 50 por ciento más de noticias que ellas, que las secciones de salud, sucesos, sociedad y cultura es donde más trabajan y escriben las periodistas, en torno al 45% según el reciente estudio de la consultora LLYC sobre el sector, mientras que los hombres suelen escribir sobre economía, política o tecnología y deporte deberían mantener nuestras alarmas encendidas.
Así que sí. Hace falta la nueva Ley de Paridad. Para repartir el poder hay que llegar a él. Y con recomendaciones, como las que hasta ahora teníamos, nadie lo suelta. Paridad en el poder, para poder ser iguales. Y el debate sobre las cuotas, lo dejamos para cuando no sea noticia que una mujer llegue a presidenta.
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid