
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Política de país, patriotismo, altura de miras, luces largas, sentido de Estado… Nobles y altos conceptos que venimos escuchando desde que nos azotó indiscriminadamente una cruel pandemia y que, dos años más tarde, una inesperada guerra en territorio europeo vuelve a poner en primera línea del discurso político. Los hemos vuelto a oir esta misma semana en el Congreso de los Diputados cuando Pedro Sánchez ha explicado su Plan para hacer frente a las consecuencias económicas de la invasión de Ucrania en una sesión de alto voltaje para todo el arco parlamentario. Y para elevar aún más la tensión del hemiciclo, a la misma hora se conocía el dato de inflación de marzo, que la colocaba en un histórico 9,8 % no visto desde 1985. ¿Cómo no sentir miedo?
El presidente se afanó en pedir a todos los grupos políticos que se pusieran de su lado para hacer frente a una situación que puede hacer descarrilar no sólo la prevista recuperación económica sino hasta nuestro futuro más inmediato como país. «¿Qué más tiene que ocurrir para que respondamos unidos?» apeló a la oposición.

Las apelaciones a la unidad patriótica en momentos críticos como el actual suelen chocar con los fuertes intereses económicos y políticos a los que responde cada grupo del mapa parlamentario. Sánchez no tendrá más apoyos ahora para hacer frente a las consecuencias de la guerra que los que tuvo con la pandemia
Algo parecido debió argumentar también a sus colegas de la UE en el reciente Consejo Europeo de la pasada semana, donde reclamaba desvincular el precio del gas del de la electricidad y ponerle un tope común… pero cada presidente llevaba en su carpeta las cifras de su propio mix energético, del coste de cada medida para el sector eléctrico y la industria de su país y únicamente cedieron darle ‘permiso’ para hacerlo por su cuenta, junto con Portugal, como una excepción tasada temporalmente. Menos mal.
Aquí, en el Congreso, la portavoz del PP y próxima secretaria general de Núñez Feijóo, Cuca Gamarra, le contestaba con su misma frase. «¿Qué más tiene que pasar para que usted cumpla su palabra?», le dijo después de echarle encima la responsabilidad de todas las desgracias del país y exigirle una bajada generalizada de impuestos. La inflación sólo se combate eficazmente, para el PP, reduciendo la carga fiscal vino a decir y no quiso adelantar si apoyará el decreto con las medidas cuando pase a votación en un par de semanas. Algo hay que dejarle al nuevo líder del PP para que se estrene en decisiones de Estado. Abascal, por supuesto, ya ha dicho que no cuenten con él para nada.
Los socios habituales del Gobierno, aunque quejosos por la falta de negociación y por la escasez de las ayudas, sí las votarán. Prefieren un nuevo ‘escudo social’ a una indiscriminada bajada de impuestos que deje al Presupuesto público sin herramientas para mantenerlo o renovarlo si es necesario. Menos mal, otra vez, para Sánchez.
Las apelaciones a la unidad patriótica, que tanto gustan a los presidentes en momentos críticos como el actual, suelen chocar con los firmes intereses económicos y políticos a los que responde el mapa parlamentario de cada momento. La patria no es solo un territorio o una bandera. Y, sobre todo, no representa lo mismo para quienes no llegan a fin de mes que para los que sólo reducen sus viajes de ocio o sus restaurantes por la alta inflación. Sánchez no tendrá más apoyos ahora para hacer frente a las consecuencias de la guerra que los que tuvo durante la pandemia. ¿Seguirá resistiendo?
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid