Si hay una víctima colateral del nuevo estatus de EH Bildu en el Congreso, ese es el PNV. Los jeltzales han visto amenazado su rol de negociadores que se han labrado en Madrid durante décadas y Pedro Sánchez se ha dado prisa en calmar su inquietud amarrando su apoyo a los PGE. Un nuevo elemento de división para el Gobierno, porque si Pablo Iglesias quiere incorporar a los de Arnaldo Otegi en la dirección del Estado, en Moncloa consideran al PNV la tercera pata de la coalición.
“Tras esta serie de acuerdos y conversar con el Gobierno sobre sus intenciones”, anunciaba Aitor Esteban en la sala de prensa del Congreso el pasado martes, “puedo anunciarles que el voto del PNV a los Presupuestos será favorable”. Había fumata blanca tras un fin de semana de intensas conversaciones entre la cúpula del PNV y el Gobierno, prestos a tranquilizar a los jeltzales sobre “sus intenciones”, como apuntaba Esteban. Desde Moncloa y desde Hacienda se les trasladó que son la tercera pata del Gobierno, que siguen siendo un “socios estratégicos”, como les comunicó el propio Pedro Sánchez hace pocos días en el Congreso, por mucho que el acercamiento a EH Bildu haya fructificado y no vaya a ser flor de un día.
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, llegó instar a Pedro Sánchez a dar “un puñetazo en la mesa del consejo de ministros” para pararle los pies a Pablo Iglesias en su acercamiento a EH Bildu
La tranquilidad del PNV se ha traducido en varios acuerdos para su traslación a los PGE. La letra del pacto mantiene la bonificación fiscal al diésel que le retiraba el borrador de los Presupuestos –para disgusto de los sectores más preocupados por el medio ambiente del Gobierno- y recoge varias inversiones para Euskadi, en industria e infraestructuras. La guinda del acuerdo es la enajenación de los cuarteles de Loiola, en San Sebastián, que permitirá la ampliación urbanística de la ciudad.
Habrá que ver si el anuncio de Esteban pone fin a las andanadas dialécticas que le han llovido a EH Bildu desde los líderes del PNV. El día antes de anunciar el acuerdo con el Ejecutivo, el lunes, Esteban ironizaba sobre las enmiendas a los Presupuestos presentadas por la izquierda abertzale, que “no son para quebrar el régimen” –aludiendo a las palabras del diputado en el Parlamento Vasco, Arkaitz Rodríguez, que afirmó que ellos van “a Madrid a tumbar el régimen”- y que “esas lentejas” de las que la coalición soberanista acusaba “a los demás incluso no llegan a lentejas y se quedan en sopicaldo”.
No hay que olvidar que desde el PNV se ha acusado a EH Bildu de plagiar sus enmiendas a los Presupuestos. Y el presidente del partido, Andoni Ortuzar, llegó instar a Pedro Sánchez a dar “un puñetazo en la mesa del consejo de ministros”. “Así no se puede continuar, porque están distorsionando las reglas del juego y están distorsionando también las relaciones con otros partidos políticos, en este caso con el PNV”, afirmó Ortuzar en la SER. Y añadió: “entrar al Gobierno es asumir decisiones y también es hacer renuncias: no se puede estar en misa y repicando”.
Iglesias triunfa en la negociación presupuestaria
Ortuzar verbalizó lo que hace tiempo que persigue Iglesias: tender puentes con EH Bildu y ERC para dejar fuera a Ciudadanos de la ecuación, por un lado, y sumar apoyos para conseguir fuera lo que no obtiene en el consejo de ministros, por otro. De momento, misión cumplida para el vicepresidente segundo: Inés Arrimadas anunciaba el jueves su ‘no’ a las cuentas y el propio Iglesias confirmaba que el Gobierno prepara un Real Decreto para impedir los desahucios sin alternativa habitacional durante la pandemia, en línea con la enmienda que pactó con ERC y EH Bildu al margen de Moncloa y de Hacienda.
Iglesias ha encontrado una disposición total en la dirección que encabeza Otegi. La cúpula abertzale tiene claro que su prioridad es impedir que la derecha y la ultraderecha accedan al Gobierno de España
Iglesias ha encontrado una disposición total en la dirección que encabeza Otegi. La cúpula abertzale tiene claro que su prioridad es impedir que la derecha y la ultraderecha accedan al Gobierno de España. Esta semana explicaba en TV3 que “no suscribimos las tesis de cuanto peor, mejor. Cuanto mejor, mejor. Y seguimos siendo conscientes de que tenemos por delante un proceso que, desde nuestro punto de vista, nos tiene que permitir crecer y alcanzar la república vasca. Y eso pasa hoy por decirle sí a estos presupuestos”.
Habrá que ver como sale la relación en EH Bildu ante las curvas que se avecinan en los próximos meses. No hay que perder de vista que PSOE y Unidas Podemos suscribieron un acuerdo con EH Bildu para derogar los aspectos más lesivos de la reforma laboral. Se cerró en primavera, para sacar adelante una de las últimas prórrogas del estado de alarma, y sirvió para levantar una buena polvareda, la indignación de sindicatos y patronal, la estupefacción de Trabajo y la firme oposición de Nadia Calviño, porque la letra del texto hablaba de derogar la reforma laboral por completo.
El problema es que, por el momento, Yolanda Díaz ha dejado en suspenso los contactos con los agentes sociales para avanzar en esta contrarreforma laboral, que pensaba iniciar en estas fechas. La cúpula de Trabajo está percibiendo que Antonio Garamendi no está por la labor de facilitar el acuerdo y que la propia Calviño empieza a colocarse como la interlocutora de CEOE en el Gobierno.
EH Bildu se lo pone fácil al Gobierno

De momento, EH Bildu ha conseguido cerrar con el Gobierno varios acuerdos para incluir en los Presupuestos inversiones en infraestructuras ferroviarias y ayudas para sectores como el aeronáutico. La formación abertzale se preocupó en destacar también que había conseguido inversiones para Navarra, en oposición a los compromisos obtenidos por el PNV, centrados sólo en Euskadi.
Para normalizar este acercamiento, ante el que se han sublevado los barones socialistas y los gurús de la vieja guardia, con Felipe González y Alfonso Guerra a la cabeza, desde EH Bildu le han echado una mano al Gobierno. Esta misma semana, el diputado Jon Iñarritu se solidarizaba públicamente con el diputado de Vox Antonio Salvá, padre de un guardia civil asesinado por ETA. Durante la comisión de Exteriores del Congreso, Iñarritu tomó la palabra y se dirigió a Salvá afirmando que: “Yo cuando ocurrió ese terrible asesinato, esa injusticia, que el señor Salvá sufrió en su familia y que nunca tenía que haber sufrido, expresé mi condena, mi rechazo con mi partido [Aralar, disuelto en EH Bildu], y aquello que sostuve hace once años lo sigo sosteniendo igual”.
Rogando el presidente de la Comisión que le dejara continuar, al saltarse el orden del día, el diputado abertzale continuó explicando que: “Toda víctima de cualquier violencia merece todo mi respeto, solidaridad y pésame. Y usted, señor Salvà, independientemente de lo que yo piense de su formación, que seguramente sea lo mismo que usted piensa de la mía, tiene mi respeto como persona, pero como víctima tiene también mi solidaridad personal y profunda”. Unas palabras que pueden no sorprender para quienes conozcan bien los movimientos que se vienen produciendo en la izquierda abertzale desde hace años, pero que sirve para quitar argumentos a quienes están interesados en cerrar caminos de gobernabilidad a Pedro Sánchez.