L.H.
José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange, ha sido exhumado del Valle de Cuelgamuros el lunes de esta semana, tras permanecer 64 años enterrado junto al altar mayor de la basílica. Los restos mortales han sido trasladados al Cementerio de San Isidro por petición de la familia, que también pidió discreción en el traslado. La exhumación ha tenido lugar por obligación de la Ley de Memoria Democrática, que no permite la presencia de una tumba relacionada con la represión de la dictadura franquista en ningún lugar de honor o destacado del Valle de Cuelgamuros, cuya resignificación como lugar para la memoria tratará a todos los restos mortales de víctimas de la Guerra civil enterrados allí por igual.
Los restos han sido por tanto, trasladados al cementerio, donde están enterrados los hermanos de Primo de Rivera, Miguel, ministro de Francisco Franco, y Pilar, fundadora de la sección Femenina de la Falange. Al acto sólo ha asistido la familia y representantes de Patrimonio Nacional.. En el anuncio de la exhumación, Felix Bolaños, el ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática ha defendido la decisión del Gobierno por su intención de que “no se homenajee allí, no se enaltezca a ninguna persona ni a ninguna ideología que evoque a la dictadura”.
El mismo día, a pesar de reclamar discreción por parte de la familia, un grupo de falangistas ha esperado en el cementerio de San Isidro. A la llegada del coche, la policía ha tenido que contener a este grupo, que portaban banderas de España preconstitucionales, que cantaban el ‘Cara al sol’ brazo en alto y que proferían gritos de ‘Arriba España’ o ‘Gobierno criminal’, y calificando el acto como una “profanación”. Manuel Andrino, el jefe nacional de la Falange, ha puesto en duda la actitud de la familia considerándola, “cobarde y servil” y reprochan no haber luchado lo suficiente para impedirlo. La policía detuvo a tres personas por desórdenes públicos.