
Tribuna Europea / Teresa Carreras
Muchos artículos se escribieron al inicio de este siglo porque el año en curso nos retrotraía a los locos años veinte del siglo pasado. Pero, hasta ahora, lo que nos ha arrojado esta nueva centuria ha sido un mundo complejo y caótico con el regalo de una pandemia que los diversos países gestionan con resultados muy desiguales.
A la hora de enfrentar esta crisis global desde Islandia hasta Taiwán y desde Alemania hasta Nueva Zelanda se ha visto que las mujeres gestionan mejor la nueva contingencia. Si además sumamos lo que sucede en Finlandia, Islandia y Dinamarca, la pandemia revela que las mujeres saben enfrentar mejor las situaciones críticas. No es una norma general, pero la razón sería que hacen un trabajo más eficaz, transparente, firme y con empatía hacia los más vulnerables. Las mujeres dan valor a la vida y son las grandes gestoras de los cuidados. Aunque estas características socialmente no están asociadas con el buen liderazgo.

Sanna Marin, la primera ministra más joven del mundo, preside una coalición de cinco partidos liderados por mujeres, la mayoría entre los treinta y los cincuenta años
“Ha habido un grupo de mujeres dirigentes –dice Cristina Gallach, secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y para Iberoamérica y el Caribe en las páginas 16 y 17 de este número– que han tenido una comunicación de la pandemia muy afectuosa pero a la vez rotunda, comprensiva y exigente. Y la ciudadanía así se lo ha reconocido”.
Frente a estas líderes, la idea tradicional de la masculinidad que el presidente de los Estados Unidos (EE UU) quiere proyectar en la gestión de la pandemia es la del poder, la fuerza, la valentía, la centralización y el lenguaje bélico porque, supuestamente, ‘el virus es un enemigo a batir’. En España los uniformados también protagonizaron las ruedas de prensa de los primeros meses de la pandemia.
Donald Trump visitó hace poco una fábrica de coches que actualmente está haciendo respiradores. Presumió de no llevar mascarilla, teóricamente obligatoria en aquellas instalaciones, y alardeó de habérsela puesto a escondidas para hurtar a los periodistas el placer de vérsela. Los medios conservadores de los Estados Unidos llegaron a escribir, absurdamente, que si el presidente se la hubiera puesto significaría que sucumbe ante el enemigo.
Estas mujeres líderes han surgido de países muy evolucionados, con sociedades muy cohesionadas y de gran madurez democrática. Cuatro de ellas son europeas. Son países que acostumbran a tener coaliciones muy estables. Quien se lleva la palma es Finlandia, con Sanna Marin, que se convirtió en diciembre pasado en la primera ministra más joven del mundo. Ella preside una coalición de cinco partidos liderados por mujeres. La mayoría de ellas tiene entre los treinta y los cincuenta años.
La primera ministra de Noruega dijo directamente a los niños que no pasaba nada por tener miedo. La de Nueva Zelanda habló a través de Facebook desde un autobús. La decana, la canciller Angela Merkel, habló a sus compatriotas con mucha calma y con la verdad por delante diciéndoles que estaban ante un problema grave que había que tomarlo en serio porque el 70% de la población se infectaría.
Sin embargo, la mayoría de sus compañeros varones han politizado la pandemia para empujar sus propios intereses políticos. El gran protagonista ha sido el Presidente de los EE UU, que se juega su reelección en noviembre. Ha hecho una gestión de la crisis nefasta, que ha situado a su país a la cabeza de las defunciones con más de cien mil víctimas por coronavirus. La pandemia que debería haber estrechado lazos y coordinado la respuesta internacional nos dejará un mundo sin cabeza. Queremos un mundo dirigido por mujeres para conseguir mayores cuotas de estado del bienestar para todas y todos.
Miembro de la Junta de la Asociación de Periodistas Europeos de Cataluña (APEC) de la que ha sido presidenta durante nueve años. Periodista, licenciada en Ciencias de la Información y en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Desde 2006 es la directora del programa de radio ‘Cruïlla d’Europa, de Mataró Audiovisual, que actualmente se emite por la Red Audiovisual Local (XAL). Es la coordinadora de la Red Europea de la Plataforma GAMAG (Global Alliance on Media and Gender). Ha trabajado como periodista para TVE durante 25 años, siendo corresponsal en Bruselas (1989-1997) y directora de informativos (2001-2003). Es «Premio Europa» (1997) concedido por la Representación de la Comisión Europea en Barcelona y por la Red Europea de Mujeres Periodistas. Ha sido docente en el Departamento de Periodismo de la UAB, donde actualmente colabora.