¡Vaya gente! / Mara del Prado
Qué difícil es representar a una institución anacrónica y esencialmente antidemocrática como la monarquía europea, que basa su existencia en el traspaso de poderes por la vía dinástica en Estados organizados en torno a la soberanía popular y la representación parlamentaria.
Y qué difícil es hacerse la moderna, con tantos corsés autoinfligidos que apenas la dejan respirar. Menos mal que algunos herederos comenzaron hace unos años a sacar los pies del tiesto aristocrático y emprendieron una auténtica revolución casándose con ‘plebeyas’.
Ya no se recuerda, pero la irrupción de una directora de cuentas de una agencia de publicidad –Mary Donaldson en Dinamarca–, de una graduada en Ética que trabajó como camarera –Mette-Marit Tjessem Høiby en Noruega–, de una directiva de entidades financieras –Máxima Zorreguieta en Holanda– y de una periodista –Letizia Ortiz en España– fue un punto de inflexión en las casas reales del viejo continente. Tan insuficiente que ya ha sido prácticamente absorbido por la inercia de la institución. Pero, en ocasiones, despunta de nuevo como un activo.
“Máxima ‘adrenalina’ salta en paracaídas desde una avioneta a 4.000 metros de altura”, titula Hola. Se refiere a la reina holandesa que, durante una visita a una escuela de las Fuerzas Armadas en Breda, prescindió de la etiqueta, se puso el mono y el arnés y se lanzó con un instructor llamado Mark “para apoyar a los hombres y mujeres de la Defensa y experimentar lo que ellos viven”. Una experiencia tan “emocionante” que, confesó con humor, tuvo que decirse a sí misma: “sigue respirando”.
Doña Letizia también se puso el ‘traje de faena’ para viajar a Mauritania, el chaleco de cooperante que la acompañó durante su estancia en el país acompañando a la secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Pilar Cancela. Destaca la revista que “es la única reina que viaja con equipaje de mano: tres pantalones, tres camisas, botas de exploradora” y la prenda de color rojo que “no se quita desde que viaja del avión”. Este tipo de viajes, asegura la publicación, “son el escenario perfecto para ver cómo se implica, se exige y se deja la piel sobre el terreno de la manera más apasionada y cercana”. También ha suscitado críticas, pero como no avanza –la monarquía– es permaneciendo quieta.