L.M.
El pasado domingo, Rusia trasladaba a Occidente su preocupación ante el posible uso de una ‘bomba sucia’ por parte de Ucrania. Este artefacto, también conocido como dispositivo de dispersión radiológica, es una bomba convencional envuelta en materiales radiactivos que, a pesar de no generar una explosión atómica, sí que puede causar lesiones graves derivadas de la explosión puesto que, con ella el material radiactivo se dispersa, contaminando la zona.
Los ministros de Exteriores de Estados Unidos, Reino Unido y Francia han rechazado la acusación rusa en una declaración conjunta en la que también han reafirmado su apoyo a Ucrania: «Nuestros países han dejado claro que todos rechazamos las acusaciones transparentemente falsas de Rusia de que Ucrania se está preparando para utilizar una bomba sucia en su propio territorio”.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, tampoco ha secundado la denuncia de Rusia. Y Ucrania, por su parte, niega por completo el posible uso esta bomba. De hecho, Ucrania ha invitado al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) a visitar el país para que los expertos de la agencia puedan estudiar sobre el terreno si las acusaciones de Rusia son ciertas o no.