
Se puede hablar de geoestrategia y no caer en la tentación de la teoría de la conspiración. De hecho, uno de los grandes clásicos griegos y primer historiador, Tucídides, dedica toda su obra, además de para instruirnos sobre el enorme conflicto bélico de la guerra del Peloponeso, para intentar mostrar unas cuantas reglas de la geopolítica. Eran válidas para su tiempo, y lo siguen siendo. En el caso del reciente problema del precio del gas de Rusia, aplican dos reglas de oro: 1.- la codicia está siempre presente, y 2.- quien tiene la fuerza, la utiliza.
La geoestrategia parece haber dado un vuelco y la alianza de Rusia con Occidente está pasando por un mal momento, coincidiendo con el buen momento de la relación chino-rusa. Y nos podemos quedar sin gas
Rusia ha estado vendiendo cerca del 50% del gas a Europa, que lo ha ido comprando a un precio estable. Esto respondía a una alianza tácita surgida de la caída del Muro y la reordenación post Guerra Fría. Con el intento de ayudar a desequilibrar Ucrania en 2014, dejémoslo así, Occidente, o sea, Europa y Estados Unidos, ha abierto una caja de truenos. Al menos eso parece. Y el primer aviso se lo ha llevado el precio del gas, que si lo medimos en ttf (precio del gas en el mercado spot de Holanda), ha pasado de valer 18 euros a principios del 2021 a un pico vertiginoso de 180 el 22 de diciembre del mismo 2021. ¡Por diez, pardiez! Lo vimos dispararse, sin dar crédito, porque los rusos habían literalmente “cerrado el grifo”. Se sabía, no era ningún secreto, que Europa se calienta en invierno y funciona durante todo el año con cerca de un 50% del gas proveniente de la madre Rusia. Y resulta que la geoestrategia parece haber dado un vuelco y la alianza de Rusia con Occidente está pasando por un mal momento, coincidiendo con el buen momento de la relación chino-rusa. Y nos podemos quedar sin gas, porque en tres o cuatro años habrá un gasoducto funcionando que lleve el gas ruso a China. Y, perdonen lo facilona la expresión, estaremos jugando a la ruleta rusa.
De pronto, en Europa hemos descubierto, no sin perplejidad, que para tener electricidad hemos de usar gas, muchísimo gas y que en buena parte viene de Rusia, con la que nos estamos empezando a pelear. Tucídides diría, y aun sin leerlo diríamos, que tenemos un problema. Porque si Rusia usa la fuerza, y la codicia, venderá el gas a China y no a Europa.
Los europeos tenemos un problema. Y gordo. Porque, vale que hemos corrido a declarar (digan aplicarle taxonomía y estarán más ‘à la page’) el gas como energía verde. Pero, ¿a qué precio, y a cambio de qué? ¿Volveremos al programa nuclear? Y sólo tenemos tres años, parece ser. Pueden pues empezar a leer más sobre geoestrategia, se lo recomiendo. En pocos años nos hemos convertido en expertos virólogos y sabios conocedores de las energías renovables. Empecemos, pues con la geoestrategia, a ver si entendemos algo más de por qué China y Rusia nos van a disparar la inflación y dejar sin calefacción. O también podemos volver a Tucídides y a los clásicos como consuelo. Por cierto, y en cuanto a la pregunta con la que titulo: parece ser que ‘quo vadis, domine?’ es la pregunta que Pedro formula a Jesús en su visión cuando escapaba de Roma para evitar ser crucificado. Sin perjuicio de que en el original debía ser en arameo la conversación, a causa de ella resulta que Pedro vuelve a Roma y, efectivamente, es crucificado. Mis disculpas, creo que no lo estoy arreglando, pero en el caso que nos ocupa es difícil ver una luz al final del túnel que no sea la del convoy que viene en sentido opuesto.
Presidente de la Comisión de Industria del Congreso de los Diputados y portavoz en la de Transición Ecológica. Veterinario y empresario pyme durante 25 años. Ahora Diputado a Cortes (pero no me lo tengan en cuenta) independiente en el G.P. Republicano (ERC). Licenciado en la UNEX, tengo un Máster en la UAB y un Programa Ejecutivo en Deusto BS.