El felipismo queda liquidado en la nueva Prisa pilotada por un Joseph Oughourlian, que ha sabido engrasar su relación con la Moncloa de Iván Redondo. Una ‘vendetta’ que ha supuesto el desembarco del que fuera secretario de Estado de Comunicación durante el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Miguel Barroso, en el consejo de administración de Prisa y, sobre todo, en el consejo editorial, que ganará influencia y del que sale el propio Felipe González. Buenas noticias para Pedro Sánchez, que tras haber conseguido atar la renovación del consejo de RTVE con una mayoría favorable a sus intereses, cuenta con mejor respaldo mediático para consolidar la legislatura y preparar unas generales que podrían llegar en 2022.
Mucho se llevaba rumoreando, en los mentideros periodísticos madrileños, sobre los cambios que preparaba en Prisa Joseph Oughourlian, tras haber hecho valer su condición de primer accionista y haber expulsado del puente de mando de la compañía a Javier Monzón. Algunas miradas apuntaban a José Miguel Contreras como nuevo fichaje del consejo de administración de la editora de El País, a quien fuentes conocedoras de los entresijos de Moncloa señalan como una persona con muy buena conexión con Iván Redondo. Pero finalmente ha sido Miguel Barroso, otro insigne representante del zapaterismo mediático, quien se incorpora a Prisa, según adelantaba eldiario.es, para dar la puntilla al felipismo y ampliar las fronteras del sanchismo en un panorama mediático dominado por la derecha.

A falta de conocer el consejero que designará la francesa Vivendi –que entró en Prisa en enero, en apoyo de Oughourlian, y que ahora ostenta el 10% de la compañía-, se va completando la nueva cúpula de la compañía, que ya cuenta con Rosauro Varo como vicepresidente no ejecutivo. Varo empezó muy joven en la noche sevillana y se hizo millonario con la venta de Pepephone, de la que era vicepresidente, a Más Móvil. Hasta hace seis meses, Varo era consejero de El Español y no faltan las informaciones que le conectan muy bien con la alta política española, especialmente con referentes del PSOE como el propio José Luis Rodríguez Zapatero o Susana Díaz.
Por su parte, el hasta ahora consejero delegado del grupo, Manuel Mirat, pasa a hacerse cargo del negocio editorial, por lo que Oughourlian busca un nuevo CEO para la división mediática. El inversor franco-armenio ha puesto la directa en su plan de dividir la compañía entre Santillana, una actividad que va viento en popa, y Prisa Media, con unos medios como El País y la Ser que no terminan de remontar el vuelo en sus cuentas. El objetivo a medio plazo: poner a la venta los medios.
Adiós de Felipe al timón editorial
El expresidente del Gobierno saldría de este consejo editorial junto el veterano Augusto Delkáder, también presidente de la SER
El movimiento de mayor calado político es el desembarco de Barroso en la compañía y, sobre todo, en el consejo editorial del grupo, el senado de ilustres desde el que ha influido -o lo ha intentado, en los últimos tiempos- Felipe González. El expresidente del Gobierno saldrá de este consejo editorial junto al veterano Augusto Delkáder, presidente de la SER. Según apuntaba eldiario.es, la intención de Oughourlian es recortar el número de miembros de este sanedrín –que ha rondado la veintena de personas en los últimos años- y dotarlo de unas funciones ejecutivas de las que ahora carece. Pero aún sin esas funciones ejecutivas, la influencia de este órgano ha estado marcada por la intelectualidad socialista opuesta al sanchismo. Por ejemplo, también formó parte de este órgano Alfredo Pérez Rubalcaba, o Rocío Martínez-Sempere, exdiputada del PSC en el Parlament y directora de la Fundación Felipe González. El expresidente seguirá escribiendo en El País, pero su palabra no pesará más que la de otro articulista.
En las filas socialistas hay quien ve la influencia decisiva de González en la manera en que El País ha estado siempre enfrente de Pedro Sánchez en los últimos años, tanto en las primarias que le enfrentaron a Susana Díaz, como en su posición favorable a permitir gobernar a Mariano Rajoy o en su oposición a un acuerdo de gobierno con Unidas Podemos. No deja de ser llamativo que el diario de Prisa diera un vuelco a su línea editorial en junio de 2018, justo después de que se consumara la moción de censura, con la llegada de Soledad Gallego-Díaz a la dirección del diario de Prisa y la salida de Antonio Caño.
Mientras González ha estado en esa guerra de guerrillas contra Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero ha ejercido una suerte de padrinazgo de la nueva cúpula del PSOE, un apoyo que ha resultado clave para un Sánchez enfrentado a casi toda la vieja guardia socialista. No hay que olvidar que Zapatero ha jugado un papel muy relevante en la construcción del acuerdo de gobierno entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Zapatero defendió el acuerdo con Unidas Podemos incluso en los momentos más duros de la fracasada legislatura de 2019, y mantiene buena relación con Iglesias desde que se conocieron personalmente en 2014, en una cena organizada por José Bono. Suyo fue el mensaje que reveló Iglesias en el Congreso, en el último debate de investidura antes de la repetición electoral de noviembre de 2019, en el que le instaba a renunciar a la cartera de Trabajo.
El retorno de ‘los migueles’
Tanto Barroso como Contreras están llamados a jugar un papel relevante en el nuevo sanchismo mediático, que ha logrado su primera gran victoria arrancando la influencia del felipismo de la línea editorial de El País y la Ser.
Desembarca en Prisa un Barroso que ya sufrió las zancadillas del felipismo durante su etapa en el Ejecutivo, cuando Juan Luis Cebrián todavía era el timonel del grupo. Director de Comunicación en los 80 del que fuera ministro de Educación y Ciencia, José María Maravall, Barroso fue el principal arquitecto de la reforma del panorama mediático español durante la primera legislatura de Zapatero. Era la época en la que Antonio García Ferreras y José Miguel Contreras visitaban asiduamente la Moncloa, convocados por el por entonces secretario de Estado de Comunicación. Fueron ellos quienes convencieron a José Luis Rodríguez Zapatero de la necesidad de equilibrar un panorama mediático escorado a la derecha. Prisa se hizo con la licencia para Cuatro y Jaume Roures aportó buena parte del capital para poner en marcha Público y La Sexta. Por aquel entonces, Barroso y Contreras eran conocidos como ‘los migueles’, un tándem político-mediático que parece volver a funcionar a pleno rendimiento.
Fuera del Gobierno, Barroso ha llevado una vida discreta fuera de los focos, tras su matrimonio con la desaparecida Carme Chacón, y alejado de la comunicación política. Desde 2006 hasta finales de 2008 fue director general de Casa de América de Madrid, pasó por Fnac y desde 2015 trabaja como director para Nuevos Proyectos del gigante de la publicidad y las relaciones públicas WPP, abriendo líneas de negocio en América Latina y a caballo entre La Habana y Madrid.
Por su parte, Contreras ya no tiene influencia en La Sexta, a pesar de haber sido su primer consejero delegado. Tras la fusión con Atresmedia fue nombrado vicepresidente no ejecutivo del grupo para, después, volver a su antigua ocupación como productor ejecutivo –uno de los más relevantes de España en los 90 y primeros 2000- y hacerse cargo de ‘El Intermedio’, que abandonó a principios de 2019 para volcarse en La Coproductora, su nueva firma. Pero quien le conoce afirma que, desde la llegada de Sánchez a Moncloa, ha estado “muy activo”, sabiendo labrarse una relación fluida con la Moncloa gobernada por Iván Redondo.
Tanto Barroso como Contreras están llamados a jugar un papel relevante en el nuevo sanchismo mediático, que ha logrado su primera gran victoria arrancando la influencia del felipismo de la línea editorial de El País y la Ser. Una pica en flandes que le allana el camino de la legislatura y que le coloca en muy buena posición para encarar un hipotético adelanto electoral si el entendimiento con Unidas Podemos termina por irse al traste. Lejos quedan los tiempos en los que Sánchez le confesaba a Jordi Évole que los responsables de Prisa le dejaron bien claro que si llegaba a un acuerdo con Podemos los tendría enfrente.
La incógnita de TVE
En el escenario mediático forjado por Moncloa, habrá que ver cómo evoluciona la situación en la nueva TVE, con un consejo con mayoría de PSOE y Unidas Podemos, pero que tiene por delante el reto de pacificar una corporación en el que la gestión de Rosa María Mateo ha levantado muchas ampollas. Principalmente, porque se ha apostado por la producción externa con unos malos resultados de audiencia, para indignación de los trabajadores de la casa.
Uno de los espacios más polémicos ha sido precisamente el producido por José Miguel Contreras, ‘Las cosas claras’, que ha dado pie a un terremoto en la tele pública y a un aluvión de críticas de la derecha. ‘El Mundo’, en la línea beligerante que viene manteniendo bajo la dirección de Francisco Rosell, llegó a afirmar que Moncloa “ha metido la agenda política del Gobierno en la televisión pública”. La continuidad de este espacio conducido por Jesús Cintora será uno de los principales asuntos que tenga encima de la mesa el nuevo presidente de la corporación, José Manuel Pérez Tornero, junto al responsable de Información y Actualidad que fichó Mateo, Enric Hernández. Un cargo ad hoc, creado para el exdirector de ‘El Periódico’, desde el que no ha conseguido reflotar la audiencia de la cadena.
Los cincos canales de RTVE cerraron febrero con un share del 13,9%, la cifra más baja de la historia de la cadena. Y La 1 está en el 8,6%, en mínimos históricos también, mientras los Telediarios están en tercera posición. ‘Las cosas claras’, que estaba llamado a disputarle el puesto a ‘Al Rojo Vivo’ de la Sexta está por debajo de la media de la cadena, y la otra gran apuesta de Hernández para las mañanas, ‘La Hora de la 1’, tampoco consigue consolidarse y tirar al alza del share de TVE.