El pulso por el desmontaje de la reforma laboral del PP ha dejado de ser entre Nadia Calviño y Yolanda Díaz para convertirse en el primer acto de la campaña electoral en la que Pedro Sánchez y su vicepresidenta segunda rivalizarán por los votos de la izquierda. Con un ojo puesto en las encuestas, en las que Díaz consigue mejores valoraciones que el propio presidente y cada vez más apoyo entre el electorado socialista, en Moncloa están decididos a diluir el protagonismo de la ministra de Trabajo.
El CIS de octubre contiene buena parte de las claves sobre lo sucedido estos días en el seno del Gobierno. En relación al sondeo de septiembre, Yolanda Díaz amplía su distancia como líder política mejor valorada, con un 4,8 sobre 10, cuatro décimas por delante del presidente y 1,3 puntos por delante de Pablo Casado. Y ante la pregunta de a quién prefieren para presidir el Gobierno, los españoles colocan a Díaz en segunda posición, con el 14,8%, por detrás de Pedro Sánchez, que obtiene el 19,8%. Pero sucede que en la oleada publicada en septiembre el presidente obtenía un 21,6% y su ministra de Trabajo un 11,5%. En apenas un mes, Díaz ha recortado esa ventaja a la mitad. Además, entre los votantes del PSOE son ya un 16% los que la prefieren como presidenta, frente al 10% de la anterior oleada. Una corriente al alza que no se restringe sólo a los apoyos del PSOE, también se está registrando en todos los partidos de izquierda, de ERC a Más País. De hecho, entre los votantes de Más País, son ya más los que optan por ella como presidenta que por Iñigo Errejón, su líder.

En el seno del Gobierno tienen claro que, para poder mantenerse en la Moncloa, Sánchez necesita que Unidas Podemos frene la descomposición electoral, lenta pero constante, que vive desde 2016. Pero el PSOE tampoco está muy fuerte en las encuestas y, tras la irrupción de Díaz como potencial candidata, empieza a cundir la inquietud ante la posibilidad de que erosione seriamente los apoyos socialistas.
En el Madrid político y mediático empieza a consolidarse la idea de que las posibilidades electorales de Díaz son enormes, aunque todavía queden muchas incógnitas por despejar sobre su candidatura y lo previsible es que sufra cierto desgaste en las valoraciones a lo largo de los próximos meses, cuando ya se la perciba como una rival política. Por el momento, el ex jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, ha puesto voz a esa corriente de opinión señalando que Díaz está en condiciones de ser la próxima presidenta del Gobierno. Redondo basa esta afirmación en que es la candidata preferida entre los menores de 45 años, que suponen el 40% de los electores.
Desde el equipo de la vicepresidenta segunda subrayan que ese dato no es el más llamativo. Estas fuentes explican que esto es algo relativamente frecuente en los candidatos de la izquierda, le pasó a Pablo Iglesias y le pasó a Julio Anguita en los 90. Lo novedoso de Díaz, y lo que le concedería más posibilidades, es su capacidad de penetración en sectores sociales más centristas y en las franjas altas de edad. Por ejemplo, estas fuentes destacan que Díaz es mejor valorada que el presidente del Gobierno entre los mayores de 65 años.
Objetivo: ‘esconder’ a Díaz
En este contexto, se entiende mejor que Moncloa haya retirado a Díaz alguna pregunta parlamentaria en las sesiones de control al Gobierno en beneficio de otros ministros, por ejemplo, Nadia Calviño. Y así también se entiende mejor el correo electrónico que Calviño envió a Díaz a finales de la semana pasada anunciándole que, a partir de ese momento, era ella quien iba a pilotar las negociaciones con los agentes sociales por la reforma laboral. Fue tras ese correo cuando la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, anunciaba en Twitter que solicitaba la reunión del comisión de seguimiento del acuerdo de gobierno. El Ejecutivo de coalición ha estado ante la mayor crisis que ha vivido en sus casi dos años de existencia, con Unidas Podemos, además, anunciando una querella contra la presidenta del Congreso por la retirada del escaño al diputado morado Alberto Rodríguez.
El objetivo prioritario de Calviño –y, por extensión, del presidente- es incluir a la CEOE en el acuerdo. Hasta el punto de preferir dejar muchas de las cuestiones delicadas como están antes de legislar sin el beneplácito de los empresarios
El conflicto era de forma y de fondo. De forma, porque la parte socialista del Gobierno no está dispuesta a que la contrarreforma laboral engrose en exclusiva el creciente capital político de Díaz -aunque en otros acuerdos importantes con patronal y sindicatos la foto haya sido para el presidente, según explican desde el equipo de Díaz-. Y de fondo, porque Calviño, forjada políticamente en la ortodoxia bruselense, nunca ha visto con buenos ojos devolver a la negociación colectiva el peso que tenía antes de 2012 ni imponer topes bajos a la temporalidad en las empresas.
Además, el objetivo prioritario de Calviño –y, por extensión, del presidente- es incluir a la CEOE en el acuerdo. Hasta el punto de preferir dejar muchas de las cuestiones delicadas como están antes de legislar sin el beneplácito de los empresarios. Díaz también quiere incluir a Antonio Garamendi en la foto del acuerdo -“hoy mismo podríamos cerrar un acuerdo con los sindicatos, hay acuerdo en todo”, explican desde su equipo-, pero no está dispuesta a rebajar la ambición de la ‘contrarreforma’ para ganarse a la CEOE. Entre otras cosas, porque los sindicatos también aprietan y un acuerdo poco ambicioso podría suponer perderlos a ellos. Y si algo tienen claro Díaz y los suyos es que a ellos no les hacen una huelga general CCOO y UGT. “Antes dejamos el Gobierno”, subrayan.
Una vez rebajado el impacto de lo sucedido con Rodríguez –con la propia Díaz distanciándose de la querella, que posteriormente iba a ser a título individual y finalmente quedó en nada, tras la renuncia a presentarla del ex secretario de Organización de Podemos-, Moncloa y Trabajo han pactado un método de negociación con los sindicatos que mantiene el liderazgo en manos de Díaz y su equipo –concretamente, del secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey, que es quien ha llevado el día a día de los contactos con los agentes sociales-, pero que incluye en la mesa de negociación con los agentes sociales a Economía –a través del número dos de Calviño, el secretario de Estado Gonzalo García Andrés- y Seguridad Social –también con su secretario de Estado, Israel Arroyo-.
Calviño se sienta en la mesa de negociación
Díaz gana el pulso. Sigue manteniendo el liderazgo en las negociaciones. Pero ha tenido que aceptar que Economía también esté sentada en la mesa con los sindicatos y la patronal. Además, todavía queda por delante fijar la posición del Gobierno en la mesa de negociación, lo que no deja de ser llamativo si se tiene en cuenta que hace varios meses que se está negociando sobre este asunto, que ya se había tratado en las semanas anteriores a la declaración del estado de alarma, hace año y medio, y que incluso la predecesora de Díaz, Magdalena Valerio, ya tenía bastante encarrilada la contrarreforma en la misma línea, que quedó en nada por el adelanto electoral a principios de 2019.
El martes, será la primera vez que Sánchez y Díaz hablen directamente desde que estallara la crisis. La bilateralidad que Sánchez concedía a Iglesias -y que también había estado operativa con ella- ahora no ha funcionado
Será este martes, 2 de noviembre, cuando se reunirán varios ministros para consensuar la posición del Ejecutivo. La cita estará encabezada por Pedro Sánchez y asistirán, además de Díaz y Calviño, las ministras y ministros de Hacienda, María Jesús Montero, Seguridad Social, José Luis Escrivá, y Educación, Pilar Alegría. Será la primera vez que Sánchez y Díaz hablen directamente desde que estallara la crisis. Hasta ahora, los contactos los han llevado personas de su equipo u otros miembros del Gobierno o de los partidos. La bilateralidad que Sánchez concedía a Iglesias -y que también había estado operativa con Díaz- ahora no ha funcionado.
En el equipo de la vicepresidenta segunda están relativamente tranquilos, porque la discusión ha quedado acotada a la letra del acuerdo de gobierno, que, en realidad, no deja mucho margen al debate. El texto señala claramente que “recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012”, entre otros: “derogaremos la prioridad aplicativa de los convenios de empresa sobre los convenios sectoriales”; “derogaremos las limitaciones al ámbito temporal del convenio colectivo”, la conocida como ultraactividad de los convenios, “haciéndolo llegar más allá de las previsiones contenidas en el mismo, tras la finalización de su vigencia y hasta la negociación de uno nuevo”; y “revisaremos el mecanismo de inaplicación de los convenios colectivos, orientándolo al descuelgue salarial vinculado a causas económicas graves”.
Así las cosas, ¿cómo se prevé que avance la negociación en las próximas semanas? Desde los sindicatos, fuentes conocedoras de las negociaciones ven muy difícil que la CEOE quede incluía en el acuerdo final. En todo caso, podrá haber un “acuerdo de mínimos”, difícil de aceptar por los sindicatos, o un acuerdo por partes, en el que haya entendimiento en algunos elementos y otros queden al margen y el Gobierno tenga que legislar.
El diablo, como siempre, estará en los detalles y en la letra pequeña de lo que se negocie. Esta misma semana, el presidente aseguraba –en un seminario organizado por Economía y ante la presencia del comisario europeo del ramo, Paolo Gentiloni- que “todo el Gobierno está comprometido en abordar la modernización de la legislación laboral, para extirpar la precariedad laboral, impulsar la competitividad de nuestra economía y restablecer el reequilibrio en la negociación entre empresarios y trabajadores”. También esta semana, el nuevo portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, dejaba claro que “el PSOE quiere formar parte de esta reforma laboral, como no puede ser de otra manera, faltaría más. Eso es un Gobierno de coalición”.
Sánchez – Díaz ? Por qué ? Quién dirige ese ministerio ? Sánchez o Díaz ?
Más bien será que Díaz como ministra de Trabajo se pone en serio con Sánchez como presidente del Gobierno para que le deje hacer las cosas a su manera y si no que diga que diga claramente que quien dirige el ministerio de trabajo son los comunistas.
Ya está bien de tanto marear a la población