La mini crisis de Gobierno y la oficialización de la candidatura de Salvador Illa en las elecciones catalanas ha servido para simbolizar el peso que el PSC adquiere en lo que queda de legislatura, un refuerzo para el PSOE periférico encabezado por Ximo Puig y que va en detrimento del socialismo ‘mesetario’, liderado por Emiliano García-Page. En manos de Illa queda la posibilidad de abrir un nuevo capítulo en la política catalana, con los socialistas como principal fuerza de Cataluña y con una mayoría progresista en el Parlament que replique los apoyos de Pedro Sánchez en Madrid, junto con los Comuns y, quizá, la ERC de Pere Aragonès. Illa en Barcelona y Miquel Iceta desde el Ministerio de Política Territorial serán fundamentales para desenredar la madeja del conflicto político catalán a medio plazo.
Pedro Sánchez acelera a fondo con la intención de abrir una nueva etapa política en Cataluña, con lo que el futuro de la legislatura queda, en buena medida, en manos de un PSC que, según las encuestas, aspira a ser el partido más votado de la mano de Salvador Illa. Consciente de lo que se juega en las elecciones que se celebrarán el 14-F -salvo contraorden del TSJC-, el presidente del Gobierno tiene previsto participar en cinco actos electorales durante una campaña en la que los socialistas catalanes tienen la oportunidad de volver a ser la primera fuerza política de Cataluña.
Según la previsión del CIS, PSC, ERC y Comun sumarían más de los 68 escaños en los que está la mayoría absoluta en el Parlament. Por primera vez en toda esta década de procés, existiría la posibilidad de armar una mayoría diferente a la que ha venido gobernando Cataluña
Esa posibilidad estaba cerrada con Miquel Iceta de candidato, pero no con Salvador Illa. Eso eran lo que transmitían las encuestas el pasado otoño y así se lo transmitió Sánchez al propio Iceta en un encuentro que mantuvieron el pasado mes de noviembre. La idea de que el candidato fuera Salvador Illa en lugar del primer secretario de PSC se fue madurando hasta que se hizo oficial a finales de diciembre.
El último CIS ha ido en la línea de lo que otras encuestas han apuntado estas últimas semanas. Este sondeo apunta que el PSC ganaría las elecciones al Parlament con un 23,9% de los votos y entre 30 y 35 escaños desde los 17 con los que cuenta ahora. ERC sería la segunda fuerza, con entre 31 y 33 actas, con lo que se abriría la puerta a un acuerdo de gobierno que incorporase a los Comunes, que obtendrían entre 9 y 12. Según la previsión del CIS, entre los tres sumarían más de los 68 escaños en los que está la mayoría absoluta en el Parlament. Por primera vez en toda esta década de procés, existiría la posibilidad de armar una mayoría diferente a la que ha venido gobernando Cataluña.
Junts per Catalunya sería tercera fuerza, al pasar de 34 asientos a una horquilla de entre 20 y 27, mientras que la CUP sumaría de 8 a 11 escaños, rebajando las expectativas del independentismo más duro de aumentar su representación -actualmente suman 70 escaños entre los tres- y de superar el 50% de los votos. No hay que olvidar que mientras Pere Aragonès y la cúpula de ERC trata de abrir la puerta al posibilismo y a la normalización del escenario político, con decisiones como las de apoyar los PGE, la candidata de Junts, Laura Borràs, ante la pregunta de si proclamaría la independencia si se supera ese 50%, respondía hace pocos días que: “nosotros existimos para esto, tenemos este mandato del 1-O”. Está por ver que ERC quiera o pueda escapar del bucle procesista que propone Junts.
La estimación del CIS pone patas arriba la que lanzaba su homólogo catalán, el CEO, en diciembre, antes de que se conociera la candidatura de Illa. En este sondeo, el pronóstico era que ERC ganaría las elecciones, pasando de los 32 escaños actuales a 38-39; el independentismo pasaría de los 70 diputados con los que cuenta a entre 75 y 80; y el PSC se quedaría con 24 o 25 escaños y seis puntos menos de voto que lo que le adjudica el CIS.
“Con Illa se vuelven a repartir las cartas”, entre otras cosas, porque “a Illa puedes venderlo como ganador y eso con Iceta era imposible”, afirman desde el Gobierno, subrayando que Illa es el segundo ministro mejor valorado, sólo por detrás de la vicepresidenta Nadia Calviño y por delante del propio presidente del Gobierno. Y en Cataluña, es el segundo político mejor valorado, con Oriol Junqueras en cabeza. Illa goza de una aceptación transversal que le posibilita aprovecharse del desplome de Ciudadanos pero también seducir al electorado fronterizo con los Comunes y con ERC.
Objetivo: tejer acuerdos con ERC
Pero más allá de las expectativas demoscópicas y de la buena valoración que recoge Illa en los sondeos, hay un elemento fundamental para la elección de Illa. En el Gobierno prevén que esta sea una legislatura de “apoyo mutuo”, en la Cámaras de Madrid y de Barcelona. Un escenario en el que el papel que pueda jugar Illa deviene fundamental como facilitador de pactos. No hay que olvidar que, en su rol de secretario de Organización del PSC, a lo largo de 2019, Illa tejió acuerdos muy variopintos a lo largo de 2019. Por ejemplo, el de la diputación de Barcelona con JxCat, pero también con Ciudadanos en una alcaldía tremendamente simbólica, la del pueblo de Junqueras, Sant Vicent dels Horts.
La decisión del Rufián y los suyos de votar no al decreto sobre los trámites para las ayudas europeas no da pistas sobre el escenario postelectoral. Todo dependerá de los resultados y si, con ellos en la mano, la dirección de ERC se siente legitimada para persistir en su estrategia
Iceta es una figura muy marcada por el 155 para el independentismo y ERC ya impidió que el Parlament lo designara como senador, paso previo a su nombramiento como presidente de la Cámara Alta, según tenía previsto Sánchez. Sin embargo, Illa fue una figura clave para que ERC apoyara la investidura del presidente del Gobierno, con lo que su candidatura allana el camino a acuerdos poselectorales con las fuerzas del vicepresident Pere Aragonès. De momento, desde el Gobierno enmarcan en el ambiente de campaña electoral el voto negativo de ERC al decreto que se votaba el jueves en el Congreso sobre la simplificación de trámites administrativos para el reparto de las ayudas europeas. Según esta interpretación, la decisión del Gabriel Rufián y los suyos no da pistas sobre el escenario que se abrirá tras las elecciones. Todo dependerá de los resultados y si, con ellos en la mano, la dirección de ERC se siente legitimada para persistir en la estrategia iniciada en los últimos meses.
Recién anunciada su candidatura, Illa explicaba en una entrevista a La Vanguardia que: “No hay posibilidad de formar gobierno con ERC, pero eso no significa que no se pueda llegar a pactos”. El ministro señalaba que: “ERC defiende la independencia y nosotros creemos que ese no es el horizonte que necesita Cataluña”. E insistía: “No va a haber un gobierno del PSC con ERC ni apoyo a ningún gobierno liderado por nadie que defienda la independencia”. “Lo que me parece más razonable es un gobierno con los comunes. Todo es mejorable, pero es una fórmula que está funcionando en España. Y necesitamos políticas progresistas”, reflexionaba Illa. El ya exministro de Sanidad niega la posibilidad de cualquier acercamiento de gobierno con Aragonès en la misma medida que el vicepresident en dirección contraria. Pero tampoco Pedro Sánchez podría haber conciliado el sueño con Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros y, con los resultados electorales en la mano, fue cuestión de horas cerrar un acuerdo.
Sánchez ‘arrincona’ al PSOE mesetario
La apuesta de Sánchez por el PSC ahonda en la reestructuración de equilibrios del PSOE en los últimos tiempos. Hay un grupo de barones, liderados por el valenciano Ximo Puig y en el que también se incluye la balear Francina Armengol, la navarra María Chivite o el propio Iceta, alineados con las posiciones de Moncloa y Ferraz. Mientras, los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, o el de Aragón, Javier Lambán, han jugado una suerte de oposición interna que no les coloca en la mejor posición para los retos de la legislatura.
El eje mediterráneo y periférico se fortalece. Prueba de ello ha sido, por ejemplo, el reparto de fondos Covid, en base al criterio poblacional, que es precisamente el criterio que Ximo Puig quiere que prime en el nuevo sistema de negociación autonómica que está por negociar
El eje mediterráneo y periférico se fortalece -y más que lo puede hacer en función del resultado de las urnas catalanas- de forma directamente proporcional a lo que se debilita el central, el de la meseta. Prueba de ello ha sido, por ejemplo, el reparto de fondos Covid, en base al criterio poblacional, que es precisamente el criterio que Ximo Puig quiere que prime en el nuevo sistema de negociación autonómica que está por negociar. De ser así, las comunidades más beneficiadas serían algunas de las más perjudicadas por el método actual, con Valencia a la cabeza, junto a Cataluña y Baleares.
El enfrentamiento ha sido agrio por momentos entre estos dos grupos de barones. El modelo de gobierno plural, apoyado en fuerzas nacionalistas y soberanistas, sobre el que se asientan los gobiernos de la Comunidad Valenciana, de Baleares o de Navarra chirría mucho en las filas socialistas de otras comunidades. Y cuando ese modelo se empezó a esbozar para el Gobierno de España, hace ahora poco más de un año, García-Page habló de la necesidad de usar “vaselina” y Lambán calificaba a ERC de “indeseable”, apostando por un acuerdo con Ciudadanos y PP.
En aquel momento, Iceta calificaba estas palabras de “inoportunas”, porque “no parecen propias de presidentes de una comunidad autónoma”. Ante lo cual, García-Page le reclamaba que le defendiera de “tanto insulto y ataque” cuando defiende la igualdad y unidad de España, mientras que Lambán dejaba caer que “yo creía que negarnos el derecho a opinar a los demás, a los españoles, era algo propio de los independentistas catalanes y exclusivamente suyo, pero estoy viendo que el supremacismo, por desgracia, está haciendo estragos en Cataluña”.
Pero de todo esto hace más de un año, casi una eternidad en los tiempos políticos actuales. En el Comité Federal celebrado el pasado fin de semana, tanto unos barones como otros se deshacían en elogios hacia Illa e Iceta. Por ejemplo, García-Page agradecía “el esfuerzo y labor” del primer secretario del PSC: “Lo digo con mucha franqueza. Miquel, tu trayectoria es impecable y ha permitido que el planteamiento que defendemos en Cataluña se abra paso en un momento complicado, después de haber aguantado carros y carretas en una situación muy compleja. Pero además de agradecerte el pasado y el presente, quiero también con claridad decirte que vamos a seguir necesitando todos de tu propia capacidad política, personal e intelectual”.
Habrá que ver si estos elogios se mantienen en el caso de que los pronósticos electorales se tuerzan. Si los resultados de Illa no son los esperados y, sobre todo, si se confirma el peor de los escenarios para los socialistas, que Junts vuelve a superar a ERC, los dirigentes republicanos que han promovido al acercamiento al Ejecutivo de Sánchez, como Aragonès y Rufián, quedarán en una posición muy delicada, el auge del eje mediterráneo quedará tocado y la legislatura, probablemente, será corta.