Javier Quintana.
Felipe VI y su padre continúan exhibiendo hojas de ruta separadas. Mientras el actual monarca trata de distanciarse de las tradiciones instauradas por su progenitor, la agitada agenda del emérito no pone fácil a la Casa Real ganarse esa buena imagen que tanto ansía Felipe desde su llegada al trono. Juan Carlos, tras recibir la visita de sus nietos en Abu Dhabi, se entrevistará con Carlos III para posteriormente reeditar su viaje a Sanxenxo del pasado año. Su hijo, ajeno a los planes de su padre, modifica el itinerario de Semana Santa articulado por su antecesor en la Jefatura del Estado y deja de lado un `abandonado´ Palacio de Marivent.
Qualis pater talis filius, o como es mejor conocido en suelo español, `de tal palo, tal astilla´. La obsesión de Felipe VI desde su ascensión al trono en junio de 2014 no ha sido otra que la de desautorizar este refrán que los romanos acuñaron tantos siglos atrás. Como todo proverbio, no surge sin motivo. Su origen radica en un hecho que se repite con cierta asiduidad. En este caso, Felipe se encontró hace ya casi una década con el difícil papel de revitalizar una Corona que su padre se había encargado de torpedear a lo largo de cuatro décadas, en todo un ejercicio de desvergüenza tan singular que incluso hoy en día protagoniza documentales en el extranjero. En definitiva, el nuevo rey tenía y tiene ante sí el reto de demostrar que el refranero no siempre acierta, y que las corruptelas y escándalos de su progenitor son ya cosa del pasado en la Casa Real.
Una visita inoportuna
No obstante, Juan Carlos parece ajeno a los anhelos de su hijo, y sigue empecinado en ir recuperando paulatinamente la relevancia pública que perdió tras su marcha del país en agosto de 2020. Tras su asistencia al funeral de la monarca británica Isabel II el pasado mes de septiembre y el traslado de su residencia fiscal a Emiratos Árabes Unidos (entre los diez países del mundo con peores prácticas fiscales, según la organización Tax Justice Network) , el emérito ha vuelto a ser protagonista esta semana después de que el diario El Mundo anunciase una nueva e inminente visita a España. Según han informado fuentes del entorno del monarca a distintos medios nacionales estos últimos días, la visita es de ámbito privado y responde al deseo personal de Juan Carlos de visitar el país para asistir a la regata de la copa de España de vela que tendrá lugar en Sanxenxo los días 22 y 23 de la semana que viene. Asimismo, todo apunta a que en ningún momento la Casa Real tuvo conocimiento previo del inmediato viaje del rey emérito. Sí que entraba dentro de los planes del organismo que Juan Carlos acudiese a la 7ª Regata Juan Carlos I, que tendrá lugar en el Real Club Náutico de Sanxenxo el próximo mes de junio. Para entonces las elecciones autonómicas y municipales ya habrían tenido lugar, lo que posicionaba la fecha como mucho más propicia para un nuevo regreso del que fuera Jefe del Estado durante 39 años.
Esa era la fecha estipulada para el retorno. Sin embargo, la invitación de Carlos III para almorzar en el palacio de Buckingham ha terminado modificando los planes del emérito. Tras su encuentro con el monarca inglés, Juan Carlos viajará a España tan sólo unos días después de que su hijo, Felipe VI, firmase el pasado 4 de abril el decreto de convocatoria de elecciones. Pese a no encontrarnos aún en periodo electoral, desde su firma es conveniente que la Corona evite más que nunca `hacer ruido´ y se mantenga fuera de la actualidad política. A pesar de ello, Juan Carlos ha considerado que, al encontrarse fuera del periodo electoral, su visita no tendrá mayor relevancia en la celebración de los comicios. Con su decisión rompe el compromiso que, según el mismo periódico El Mundo, habría adquirido con su hijo de postergar su llegada hasta pasadas las elecciones de mayo. El incumplimiento del pacto y el factor de que la Casa Real haya podido enterarse de la novedad a través de la prensa, tal y como han confirmado medios como ABC, enturbia aún más la relación de la Zarzuela con el ex Jefe del Estado.
El emérito cambia de planes a espaldas de su hijo y vuelve a España con el 28-M en el horizonte
Se espera que la visita busque un `perfil bajo´en cuanto a expectación se refiere. La escena de los casi doscientos periodistas que el pasado año se agolparon a las puertas de la casa de Pedro Campos para captar la instantánea del regreso del monarca no parece que vaya a repetirse. Pero la sola presencia de Juan Carlos I en territorio español ya supone un dolor de cabeza para la institución.
El rey emérito parece despreocupado por las consecuencias que puedan tener para la Corona sus movimientos, y repite una visita que ya está cerca de convertirse en una tradición para el monarca exiliado.
En ese trayecto Londres-Galicia, según informa Informalia, el monarca podría tener planeado realizar una parada en Barcelona para visitar a su amigo íntimo Josép Cusí, armador catalán que el rey conoció hace más de cuarenta años durante una cacería de Franco y que se encuentra gravemente enfermo.
Moncloa, de nuevo `de perfil´
Tal y como ocurriera hace casi un año durante su última visita, el Gobierno ha sido discreto en sus declaraciones al respecto de su estancia en España. La portavoz del mismo, Isabel Rodríguez, ha indicado esta semana que el Ejecutivo “no tiene nada que comentar”. “Se trata de una decisión personal del rey que no nos corresponde valorar puesto que se trata de su vida privada”, explicó en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del pasado martes.

Desde Podemos sí han sido más tajantes con el emérito, calificando de “indecencia” este nuevo regreso, tal y como ha indicado el diputado Javier Sánchez.
Quienes sí apoyan esta visita de Juan Carlos son los populares, que piden “máximo respeto” para las decisiones del emérito. “Es un ciudadano español que puede venir a su país cuando lo considere oportuno”, indicó el pasado martes en una rueda de prensa en el Congreso la portavoz del partido, Cuca Gamarra.
Las opiniones son dispares, pero de lo que no cabe duda es de que la Corona vuelve a estar en boca de todos a las puertas de unos nuevos comicios.
Marivent, símbolo del distanciamiento de Felipe
La Semana Santa ha vuelto a ser atípica para la Familia Real. Como ya ocurrió el pasado año, los reyes se ausentaron de la tradicional misa de Domingo de Resurrección en la catedral de Mallorca. Los monarcas, junto a sus hijas, optaron por seguir en esa línea de cercanía que tanto les ha caracterizado en los últimos años. Si bien hace sólo unas semanas veíamos al matrimonio uniéndose a una `cajoneada´ en Cádiz, durante el Sábado Santo la familia al completo se sumó a los espectadores de la pasión viviente de Cristo que tuvo lugar en la localidad madrileña de Chinchón. Los monarcas contemplaron el pasaje de Cristo en el monte de los Olivos, una tradición sexagenaria del municipio.
Se trata del segundo año consecutivo en el que la Familia Real visita por sorpresa las proximidades de la capital. El año pasado el municipio escogido fue Pozuelo de Alarcón, donde los reyes y sus hijas visitaron un centro de refugiados ucranianos.

La Casa Real sigue así la dinámica del año pasado, cuando se rompió con una foto primaveral en Palma que llevaba siendo tradición desde 1995. Desde entonces la ceremonia había sido el broche a las vacaciones de Semana Santa que la familia al completo solía disfrutar en el Palacio de Marivent. Si bien los integrantes del clásico posado en la catedral comenzaron a menguar con la separación de la infanta Elena, el grueso del núcleo familiar no había fallado previamente a la cita (exceptuando los años de pandemia). La reina Sofía ha sido la única que tanto la primavera pasada como este año ha optado por pasar estos días de liturgia religiosa en la isla. Felipe VI ha realizado en sendas ocasiones una visita `exprés´ a Marivent para visitar a su madre, pero en ambos casos el viaje ha sido discreto, solitario y muy alejado del fragor mediático de antaño.
No ha sido la única novedad en el uso del palacio en los últimos tiempos. Si bien las estancias de la Familia Real se han visto reducidas, y con ellas ese plus turístico que la Zarzuela aportaba a la isla, este último verano fue la primera vez que el monarca abrió sus puertas para la celebración de un acto institucional. Además del clásico posado de verano de la familia en sus jardines, Felipe y Letizia (acompañados de la reina Sofía) presidieron la recepción a las autoridades de las Illes Balears y a una representación de la ciudadanía en el propio Marivent. Felipe rompió así con otra tradición real, que consistía en llevar a cabo este encuentro en el palacio de La Almudaina.
Se trató de la primera vez que la monarquía abre este emblemático lugar a la sociedad civil.
En definitiva, la Zarzuela busca aunar aperturismo y ruptura con el pasado en la gestión del palacio mallorquín. Pero, como casi todo en la vida, esta ruptura con las viejas costumbres no es una casualidad.
Polémica sobre su cesión
Ya el pasado mes de septiembre Podemos inició sus acometidas para poner fin a la opacidad que rodea a una edificación que, pese a haber sido utilizada exclusivamente por la Casa Real los últimos cincuenta años, es de titularidad pública. Los morados lanzaron entonces una iniciativa para que Marivent se convierta en un museo y centro de creación artística abierto a toda la ciudadanía. Se cumpliría así con la sentencia recogida por el Tribunal Supremo en 1966, cuando el primer dueño del palacio, Ioannis Saridakis, cedió el mismo bajo esta condición. El grupo morado reclamó las sentencias de la propiedad del palacio emitidas en 1988 para esclarecer la propiedad del emplazamiento, que la Diputación Provincial de Baleares cedió en 1973 a los por aquel entonces príncipes, Juan Carlos y Sofía. Los herederos de Saridakis llevaron a la Diputación a los tribunales, y es precisamente el contenido de estas sentencias del Juzgado de Primera Instancia el que es solicitado ahora por la formación política, que busca conocer si la posesión del enclave sigue siendo del rey emérito o, si por el contrario, esta pasó a ser de Felipe VI en el momento en el que ascendió al trono.
Podem denuncia las trabas que está encontrando para obtener acceso a las sentencias que concretaron el futuro del palacio de Marivent
Eldiario.es ha revelado estos días que los herederos del antiguo dueño recuperaron las obras artísticas, pese a que el edificio fue cedido a la Corona. El Tribunal Supremo sentenció así que el anhelo de Saridakis no había sido llevado a cabo, por lo que permitió a los herederos del millonario griego retirar la obra artística.
La polémica se recrudeció hace dos semanas, cuando el portavoz de Podem Palma, Jesús Jurado, denunció el veto impuesto al partido en su requerimiento. “A veces no se andan con tantos remilgos con otros procedimientos, lo cual nos hace sospechar de que a lo mejor hay algún tema detrás que sería interesante conocer”, indicó Jurado. Aparte de discernir quién sería titular de la cesión a día de hoy, la sentencia podría dar a conocer cuáles eran los bienes artísticos que Saridakis legó en un primer momento al pueblo balear, además de esclarecer si en el intervalo entre la cesión a la Corona en 1973 y la devolución a los herederos, en 1988, pudo `perderse´ alguna obra.
Este mismo miércoles tuvo lugar la última protesta de Podem, en un acto frente al palacio donde han indicado que es “una locura que en un estado democrático se niegue el acceso a una sentencia”.