
La Economía desde mi Observatorio / Carlos Berzosa
Los efectos del cambio climático se están manifestando cada vez con mayor crudeza, como son, fundamentalmente, la sequía que se está padeciendo y los terribles fuegos que está habiendo en gran parte del planeta. No obstante, a pesar del comportamiento de la realidad y de los estudios científicos que lo evidencia, sigue habiendo negacionistas. No faltará quien diga que la sequía que ahora se padece en España se dio también en otros años anteriores, así se agarran a un clavo ardiendo para recordar cómo era corriente observar procesiones que salían en las áreas rurales sobre todo en las zonas de secano para rogar al santo que lloviera. Y no digamos si se acude a aquellas palabras del dictador cuando hacía referencia a la pertinaz sequía. Pero aquellos tiempos en los que sin duda se daban años de escasez de lluvia no tiene nada que ver con lo que está sucediendo en estos últimos años. Es la confusión que algunos tienen al no saber distinguir entre tiempo y clima.

Quién no recuerda lo que dijo Rajoy acerca de su primo científico, las intervenciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, o las actuaciones de la Junta de Andalucía, presidida por Juanma Moreno Bonilla, en relación con Doñana. Una irresponsabilidad que se va a pagar muy caro, pues no deja de ser un ecocidio
En un excelente artículo en El País, “Siempre lo supieron” (21 enero 2023) Muñoz Molina dice: ”En el plazo de poco más de una semana hemos sabido que los últimos ochos años han sido los más cálidos desde que existen registros de temperaturas, y también que la compañía petrolífera Exxon Mobil tuvo antes que nadie la información científica suficiente para prever ese calentamiento y para determinar su causa”. Resulta obvio que el registro de estas temperaturas lo que está marcando es una tendencia que pone de manifiesto, junto con otros hechos, un calentamiento global. A su vez, este conocimiento informativo tuvo lugar en 1980 cuando apenas nadie hablaba de cambio climático. Pero Exxon Mobil, al igual que otras petrolíferas, lo que hicieron no fue dar a conocer la información, sino esconderla. La cosa no acabó aquí, sino que gastaron enormes cantidades de dinero para sobornar a políticos, periodistas y personas influyentes para difundir el negacionismo. En parte, han conseguido su objetivo. La legión que componen los negacionistas está compuesta por gente pagada por grandes empresas que defienden sus intereses, por ingenuos que se creen los bulos que les cuentan, y que por lo general son personas nada informadas e indocumentadas, así como por partidos políticos de la ultraderecha.
Esta influencia manipulada por los poderosos ha conseguido que haya fuerzas en contra de un hecho real y que tiene consecuencias para la supervivencia del planeta. Todo ello ha provocado que no se tomen medidas, o que se hayan tomado tarde, o bien que sean tan tímidas que no atacan las causas de los efectos perversos que generan los combustibles fósiles y la agricultura industrial. La lucha contra el cambio climático supone enfrentarse a los grandes poderes, económicos y mediáticos, y a partidos políticos que niegan la realidad que se sitúan en la ultraderecha, que por desgracia, por si fuera poco, están aumentando su presencia en las instituciones democráticas. En España, no sólo es Vox, sino también el PP el que se une a la voz de los que no creen en el cambio climático. Quién no recuerda lo que dijo Rajoy acerca de su primo científico, las intervenciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, o las actuaciones de la Junta de Andalucía en relación con Doñana. Una irresponsabilidad que se va a pagar muy caro, pues no deja de ser un ecocidio.
Los desastres de Doñana, las Tablas de Daimiel o del Mar Menor son una muestra clara de la gravedad de lo que está pasando y que son consecuencia, además, del uso de una agricultura que extrae agua del subsuelo sin ningún tipo de regulación, y que vierte los residuos a los ríos y lagunas. Grandes riquezas naturales, como las mencionadas, suponen una gran pérdida, al tiempo que rompen el equilibrio del ecosistema con lo que crece aún más el calentamiento.
Catedrático Emérito de la Universidad Complutense y presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Ha sido Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense (1984-1998) y Rector de esta Universidad (2003-2011). A lo largo de su carrera docente ha impartido enseñanzas de Estructura Económica Mundial y Desarrollo Económico. Tiene numerosas publicaciones entre las que destacan los libros ‘Los desafíos de la economía mundial en el siglo XXI’ (Nivola,2002) y los escritos conjuntamente con José Luis Sampedro ‘Conciencia del subdesarrollo veinticinco años después’ (Taurus, 1996) y ‘La Inflación (al alcance de los ministros)’ (Debate, 2012).
«Es mucho mas peligroso un necio que un malvado. El malvado descansa algunas veces. El necio no descansa jamas» (Anatole France)