
Mar de Fondo / Raimundo Castro
Los expertos en sondeos de uno y otro lado del tablero electoral coinciden en una cosa: no ven ninguna mayoría absoluta en ningún gran ayuntamiento ni en ninguna Comunidad Autónoma de las que acuden a las urnas, incluyendo la más próxima a tal posibilidad (sus propios sondeos dejan a Isabel Díaz Ayuso uno o dos escaños por debajo y eso sin contar los movimientos de voto de última hora, que serán decisivos incluso el mismo día de los comicios y que nadie sabe lo que depararán).

No parece que se produzca el fin de ciclo de Pedro Sánchez. Y la mejor prueba es que repetirá como candidato a la Moncloa, subido a la ola de la presidencia europea que ostentará España
Esos mismos expertos avisan de que los últimos días de campaña serán decisivos en función de las movilizaciones. Y, sin embargo, las rutas de campaña organizadas parece que se van a suspender porque los grandes partidos ofrecen autobuses y hoteles demasiado caros y los medios consideran muy elevados los costes y prefieren quedarse en casa. De ahí que hasta el rabo todo sea toro y nadie se fíe de las encuestas, salvo en lo que muestran como grandes tendencias.
Una de esas tendencias comúnmente reconocida es que entre las municipales y autonómicas del 28-M y las generales de fin de año los efectos del 15-M quedarán anulados y en ese punto se producirá un fin de ciclo. Hay otra, pero que sólo afecta a los sectores de derechas, especialmente los ultras. Es la que proclama que hay otro fin de ciclo. El personal de Pedro Sánchez.
No lo parece. Y la mejor prueba es que repetirá como candidato a la Moncloa, subido a la ola de la presidencia europea que ostentará España. Y lo hará, según dice a sus allegados, pase lo que pase en ayuntamientos y comunidades autónomas, sobre todo porque sigue sacándole 800.000 votos al PP en el cómputo general y el PSOE será el partido más votado en toda España, según los sondeos, aunque pierda por los pelos alguna alcaldía importante (como Sevilla) o la Comunidad Autónoma de Extremadura, que habrá que verlo.
Sánchez tiene el ojo puesto en Barcelona. Y si Jaume Collboni se hace con la alcaldía, lo que no es descartable, presentará ese gran contrapeso frente a las victorias del PP. De ahí que haya convertido a Barcelona en una cuestión personal. Y que vaya a ir más de una vez a unirse al PSC de Salvador Illa. Votar Collboni será votarle a él.
Los expertos consultados –los buenos de verdad– consideran que el PSOE va a salir reforzado en los ayuntamientos y que su problema está en las Comunidades Autónomas. Destacan, de hecho, que los socialistas suben en Valencia, Canarias y Aragón. Y aunque Podemos baja en general, se va a quedar dentro de sitios donde incluso sus escaños pueden ser decisivos (Extremadura, por ejemplo). Además, Vox –que no va a repetir el error de presentar divas como Macarena Olona– va a seguir quitándole votos al PP. De hecho, tendrá representación, aunque sea pequeña, en todas las asambleas autonómicas (hasta en Navarra). Y todo apunta a que los de Abascal serán imprescindibles en La Rioja si el PP quiere recuperar la autonomía.
La ironía es que sea Madrid el centro de la tormenta. El único sitio importante donde se juega una mayoría absoluta. Y que Díaz Ayuso pueda obtenerla, aunque diga burradas como la que proclamó hace unos días en el pueblo madrileño de Collado-Villalba: “La justicia social es un invento de la izquierda para promover el rencor, una pretendida lucha de clases en la que perpetuarse ricos y pobres. Ellos promueven la cultura de la envidia”.
Es evidente que Díaz Ayuso no conoce la Constitución, cuyo artículo 40 aboga por la justicia social. Ni se entera de que patronal y sindicatos pactan sobre el asunto. Pero, claro, es que ella anda de terraza en terraza, con la caña en la mano, defendiendo las propinas de los camareros. Que pedir más sueldo es rencoroso. Lucha de clases pura y dura.
Periodista y escritor