
Cristina Narbona
Invito a quien no conozca aún el vídeo de lanzamiento de la campaña de Ayuso, a que lo vea, para que no le quede ninguna duda de lo que significa su lema final: “Socialismo o libertad”.
La presentación que dicho vídeo hace de Madrid -por cierto, ¿sólo de la capital…? ¿será porque la mayoría de la población de la periferia vota a la izquierda…?- es muy significativa.
No hay el menor rastro de vida humana, ni siquiera de vida vegetal (los árboles se intuyen camuflados en conos metálicos); y en cuanto a la vida animal, sólo aparece fugazmente un dinosaurio que podría representar la “caduca» opción del socialismo.

Nada, pues, de “socialismo o libertad”, no sólo porque socialismo significa igualdad y libertad, sino porque en boca de Ayuso la palabra libertad se convierte en un señuelo totalitario y nacionalista, la antesala de un fascismo inaceptable
Un futurista canto al ladrillo y al cemento, en el que se suman los grandes rascacielos de empresas privadas, perfectamente identificadas, a los edificios históricos, todos ellos reconvertidos en maquetas de evidente estética fascistoide. Por supuesto, es una ciudad en la que no aparecen equipamientos públicos (hospitales, escuelas…), pero sí en cambio aquellos inmuebles destinados a los espectáculos de masas: el fútbol y los toros.
Una ciudad deshabitada e inhabitable, en gran medida moldeada por poderosos agentes económicos. Cuando al final del vídeo aparece el lema electoral ya anunciado por el PP, sobre fondo negro destaca el rostro sonriente de Isabel Díaz Ayuso, asociado a la palabra “libertad”. Y uno se pregunta, ¿qué tiene que ver la libertad con las imágenes anteriores? ¿Libertad de quién y para qué?
Contraponer socialismo a libertad -después de haber padecido la Comunidad de Madrid (CAM) el periodo de mayor confrontación ideológica entre izquierda y derecha a causa del papel determinante de Vox- resulta como mínimo inquietante y grotesco.
Ayuso ha asumido algunos planteamientos de la ultraderecha, que nada tienen que ver con la defensa de la libertad, para cuyo disfrute es indispensable la igualdad de derechos y de oportunidades. ¿O acaso son libres los y las madrileñas cuyo número aumenta en las denominadas “colas del hambre”, en ausencia de políticas sociales que reduzcan las crecientes desigualdades? ¿O los ancianos que han fallecido en las residencias sin haber permitido la CAM que los atendieran en los hospitales? ¿Son libres los miles de médicos y de enfermeras que sólo pueden optar entre un trabajo precario y mal retribuido o el desempleo? ¿La libertad consiste quizás en poder abrir los locales comerciales y la hostelería algunas horas más que en otras Comunidades Autónomas, donde mantienen mayores restricciones a pesar de tener mejores datos sanitarios que Madrid? ¿Libertad es prohibir a la ministra de Igualdad que imparta una charla en una escuela pública a la que la legislación reconoce una importante autonomía de gestión?
La libertad de la que presume Ayuso sólo beneficia a unos pocos, y quizás por poco tiempo: la economía depende, y mucho, del estado de salud de la población. Por el contrario, gracias al tándem PP-Vox están resucitando en Madrid los peores fantasmas del fascismo: el intento de silenciar a quien no comulga con su doctrina, el retroceso en derechos y libertades, la defensa del machismo y del racismo… Y el fascismo es, además, el régimen que más propicia la corrupción de quien ostenta el poder. Algo que puede beneficiar al “nuevo PP”, protagonista en estos días de actuaciones en modo “tamayazo”.
Nada, pues, de “socialismo o libertad”, no sólo porque socialismo significa igualdad y libertad, sino porque en boca de Ayuso la palabra libertad se convierte en un señuelo totalitario y nacionalista (ese victimismo madrileño frente al gobierno central…), la antesala de un fascismo inaceptable. Lo que necesita Madrid, hoy más que nunca, igual que el resto de España -y en general, todos los países-, son los valores de progreso que encarna la socialdemocracia. Por lo tanto, se trata de elegir entre socialdemocracia o ultraderecha: entre Gabilondo o Ayuso.
Presidenta del PSOE, partido del que es miembro desde 1993. Vicepresidenta Primera del Senado. Doctora en Economía por la Universidad de Roma, ha sido, entre otros cargos, secretaria de Estado de Medio Ambiente y Vivienda (1993-1996) y ministra de Medio Ambiente (2004-2008), así como embajadora de España ante la OCDE (2008-2011). Desde enero de 2013, y hasta su elección como presidenta del PSOE, ha sido consejera del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Es miembro del Global Sustainability Panel del secretario general de Naciones Unidas (2010-2012), de la Global Ocean Commision y de la Red española de Desarrollo Sostenible. También forma parte del colectivo Economistas frente a la Crisis.
Bravo por Narbona; es la autentica verdad.
Lo no entendible es, como con esa actitud, las barbaridades que dice y la poca inteligencia y capacidad que tiene, la gente la vote; eso es inexplicable.
La felicito por el artículo, señora Narbona
Sra Narbona, mezclar la palabra socialdemocracia con Psoe es intentarnos engañar como con la regulación del alquiler, la derogación d la ley mordaza o la del trabajo.
Vivan en su mundo de mentiras y dejen de insultar nuestra inteligencia
Esta es la visió q se tiene desde Cataluña del poder en Madrid solo atenuado con l’ós alcaldes Tierno Galván, y La Sra. Carmena…
Pena de comunidad donde hay pueblos q estan aun subdesarrollados y siguen siendo Madrid..
Acertado el análisis de Cristna Narbona; efectivamente, Ayuso no representa la libertad, ni la tolerancia, ni la igualdad ni respeto hacia la humanidad. Representan a la más triste historia, y representan al neoliberalismo más salvaje.
Ayuso es fascista de manual. La libertad que propone es libertinaje y populismo barato de la peor estofa. Vamos que, hay que ser muy ignorante para dejarse enganchar con tan burda patraña barriobajera. Lo peor es que viendo cuanta gente la vota es que la inteligencia parece haber migrado de las grandes ciudades y de las comunidades que gobierna la derecha. Tampoco es que en la izquierda abunden los talentosos y los superdotados. Pero por lo menos ellos lo intentan, intentan que la locomotora del progreso no se detenga, mientras que la abuso -lease Ayuso- y los de su casta se empeñan tozudamente en poner palos en las ruedas de la locomotora del progresismo español. Y ya sabemos todos lo que hace la derecha cuando gobierna. Miedo me dan. Que Dios nos pille confesados …