
Sin Maldad / José García Abad
Los dirigentes del Partido Popular llevan mal la ausencia de poder, las travesías de desiertos en las que no hay provisiones para todos a pesar de que, a diferencia de lo que sufrieron durante el periodo del gobierno de Felipe González, del 82 al 96, el ayuno no es tan largo. No llega a los siete años el de Pablo Casado, ungido por José María Aznar frente a Soraya Sáenz de Santamaría, frustrada heredera de Mariano Rajoy.
El panorama de Casado se ensombrece al estallar las hostilidades entre el presidente del partido y la jefa de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en guerra abierta en la que van a degüello los jefes de Estado Mayor de ambos bandos: Teodoro García Egea, secretario general del PP, y Miguel Ángel Rodríguez, MAR, las siglas por las que se reconoce, director del gabinete de Díaz Ayuso.

En el ámbito del poder, detrás de cada jefe político hay un sicario fiel que se encarga del trabajo sucio que el jefe, el supremo ‘killer’, no puede permitirse. Teodoro García Egea, escudero del Jefe en modo de sicario político, es el encargado de descabalgar al sicario de Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez.
Rodríguez, que además de político es novelista y publicitario, no es fácil de abatir. Tiene el mismo instinto asesino pero es más sutil que su adversario. Disfruta de la intimidad de José María Aznar, asidero de Casado, que no es incondicional. La batalla entre el basto pelotero murciano y el fino intoxicador vallisoletano será dura y aleccionadora.
Un retrato demoledor
Cayetana Álvarez de Toledo, en su libro ‘Políticamente indeseable’, define a su compañero de partido García Egea como un arquetipo. “Perfiles como el suyo –señala– proliferan en los partidos. Son políticos de los que no se recuerda ninguna idea original o realmente valiosa, pero que acaban imponiéndose por la pura fuerza de su ambición. Ansían el poder. Buscan el poder. Y a menudo acaban ejerciendo el poder. Y de una manera despótica. Teocrática. Teodocrática. El control absoluto que ejercen en el interior del partido intentan ejercerlo también fuera: con los medios, con los empresarios, con los jueces. Con la misma combinación de palo y zalamería. Y, además, que se sepa. Porque, claro, qué es el poder sin su exhibición. Su forma de hacer política son las pelotas y el peloteo. Esto último es absolutamente esencial. La coba al jefe se convierte en una consigna y permea la organización de arriba abajo con una facilidad pasmosa y letal.”.
Y la portavoz del grupo parlamentario del PP añade: “La política se ha vuelto una guerra de imagen y en la guerra vale todo. Desde el primer minuto, Teodoro se puso como objetivo controlar la claque y dominar el Grupo. Ponerlo a su servicio y dejarnos a la dirección sin el mínimo margen de maniobra necesario para operar”. (…) “Teodoro ejerció sobre los dineros del Grupo Parlamentario un control absoluto, sin precedentes, hasta el punto de que sin su consentimiento y visado formal no podíamos, no ya invitar a Susan Pinker a dar una conferencia sobre feminismo y políticas identitarias —cosa que intenté—, sino comprar una bolsa de patatas fritas”.
No es fácil abatir a MAR
Rodríguez, que además de político es novelista y publicitario, no es fácil de abatir. Tiene el mismo instinto asesino pero es más sutil que su adversario y, como he dicho, disfruta de la intimidad de José María Aznar, asidero de Casado, que no es incondicional.
La batalla entre el basto pelotero murciano y el fino intoxicador vallisoletano será dura y aleccionadora. Os recuerdo que MAR, un hombre que procedía de la izquierda, sedujo a José María Aznar, que le llevó de jefe de prensa cuando era presidente de Castilla y León y contribuyó de forma notable a que éste alcanzara el alto sitial del Palacio de la Moncloa, con quien alcanzó la portavocía de facto del Gobierno sin un nombramiento ad hoc.
Apeado del Gobierno se dedicó a la consultoría y a la dirección de Carat España, la gran multinacional de publicidad que obtuvo grandes contratos de la Comunidad de Madrid, regida a la sazón por Esperanza Aguirre.
Ahora MAR se ha reencarnado como brujo predilecto de Isabel Díaz Ayuso, un puesto bien merecido tras el éxito fulgurante de la presidenta. Pero no puede rendirse en los laureles pues el éxito no se perdona, está cargado de peligros y acechanzas, mayormente de sus compañeros de partido, donde el compañero es un lobo para el compañero. Afronta un gran desafío al desplegar sus habilidades cargadas del instinto asesino propio de la política, nada menos que frente a Pablo Casado, el presidente de su partido en el intento de llevar a Ayuso a la presidencia del PP de Madrid con miras a desplazar a Casado de la jefatura nacional.
Lleva ejerciendo la profesión de periodista desde hace más de medio siglo. Ha trabajado en prensa, radio y televisión y ha sido presidente de la Asociación de Periodistas Económicos por tres periodos. Es fundador y presidente del Grupo Nuevo Lunes, que edita los semanarios El Nuevo Lunes, de economía y negocios y El Siglo, de información general.