L.H.
Una embarcación procedente de Turquía, con más de 200 inmigrantes, se ha hundido a algunos metros de la costa italiana de Calabria y ha dejado por el momento, más de 64 víctimas, que se estima que lleguen a la centena. Los migrantes eran procedentes de Irak, Irán, Afganistán y Siria y embarcaron para huir del régimen talibán impuesto hace año y medio.
De los supervivientes, 19 han tenido que ser ingresados en el hospital y el resto ha sido trasladados a un centro de acogida. Esta semana continuará la búsqueda de cuerpos con helicópteros y equipos de buceo y esperarán a que las condiciones del mar estén más tranquilas para recuperar más cuerpos. Además la organización de Médicos sin Fronteras se está encargando de dar apoyo psicológico a los supervivientes, que llegaron incluso a pagar 8.000 dólares como precio a las mafias para salir de sus países.
Este naufragio ha puesto en duda el papel de Giorgia Meloni, la primera ministra italiana, cuyo partido promovía impedir la inmigración ilegal en su país. Aunque, frente a la tragedia ha mostrado su “profunda tristeza”, la oposición destaca, en voz de Elly Schlein, la nueva secretaria del Partido Demócrata, el nuevo decreto sobre migraciones aprobado pocos días antes de la tragedia, que restringía la actividad de rescate de migrantes.
Por otra parte, también se han dado quejan en el país por la falta de presencia de la Unión Europea y por dejar sola a Italiaen la gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo. Ante la noticia, Antonio Guterres, Secretario general de la ONU, añadió que, “son necesarias rutas seguras, ordenadas y legales para migrantes y refugiados” y que “mientras las bandas criminales controlan las rutas migratorias, seguirá muriendo gente”.