Destacado Económico / N. L.
Es evidente que las balas disparadas por José Manuel Villarejo desde su grabadora responden a una estrategia destinada a conseguir impunidad para sus delitos generando, de momento, miedo en el ‘establishment’ y más adelante en el propio Estado.
Muy seguro debe estar el excomisario del efecto demoledor de sus filtraciones cuando no ha tenido reparo en implicarse él mismo en el reconocimiento de sus delitos en las grabaciones ilegales desde el Rey abajo, a ministros, empresarios, periodistas y personal del más variado pelaje.
Después de las revelaciones sobre Francisco González, el expresidente del BBVA que han devenido en imputación por la Audiencia Nacional, donde deberá responder del espionaje general que encargó al excomisario para mantenerse en su sillón frente a los intentos de Luis del Rivero de desalojarlo, se lanza ahora contra el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, que supuestamente encargó extraer trapos sucios sobre el presidente de ACS, Florentino Pérez, que pugnaba por desplazarlo de la presidencia de Iberdrola.
De momento, se ha limitado a zarandear a grandes figuras del Ibex, a quien fuera el segundo banquero del país por la gracia de Rodrigo Rato y al que sigue siendo el primer eléctrico de la nación.

Pellizco de monja a la ministra Delgado
En el terreno político sólo se ha permitido hasta ahora dar un toquecillo de atención, un pellizco de monja, a la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, revelando en septiembre de 2018 detalles sobre un almuerzo celebrado en 2009 en la que ésta denominaba “maricón” a su hoy compañero de gabinete, el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska.
No hay dudas de que el excomisario encarcelado desde hace justamente dos años, desde noviembre de 2017, se reserva el arma que debe considerar definitiva contra el Estado. De hecho ya ha insinuado que es un ciudadano ejemplar, un patriota que ha tenido que ejercer tareas encubiertas, necesariamente ilegales al servicio de su país.
Villarejo creó un aura de terror
Ahora ha revelado Carlota Guindal detalles significativos sobre cuál podría ser su arma definitiva en su libro ‘Vencedores y Vencidos’, editado por Península, del grupo Planeta, que ha visto la luz el pasado martes y que se refiere al juicio al ‘procés’.

Carlota Guindal, periodista de tribunales de ‘La Vanguardia’, señala que Villarejo fue pieza importante en la llamada “policía patriótica” reclutada por el ministro del Interior del gabinete de Rajoy, Jorge Fernández Díaz, para la guerra sucia contra el ‘procés’.
Señala Guindal que Villarejo había sido uno de los ideólogos de la conocida como ‘operación Cataluña’ contra diversos dirigentes catalanes, una misión secreta e ilegal orquestada desde el Ministerio del Interior para frenar el independentismo.
El ministro Fernández había elegido para dirigir esta tarea a Eugenio Pino, un “tuercebotas”, como lo definen no pocos excompañeros suyos. Y Pino se valió de Villarejo, a quien la Fiscalía Anticorrupción consideraba como el capo de la mafia policial, para lanzar la ‘operación Cataluña’.
La sombra de Villarejo se había hecho muy extensa. Se había creado una auténtica aura de terror. Amenazaba a diestro y siniestro, ya fuera a la vicepresidenta del Gobierno, al Centro Nacional de Inteligencia, o a ministros, fiscales o periodistas. Villarejo se creía con el suficiente poder como para conseguir inmunidad. Villarejo sostiene que realizó su operación por orden de Ka Moncloa y con el conocimiento de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.