
Belén Hoyo
Un gobierno debería estar configurado como una herramienta facilitadora al servicio del crecimiento de la economía, la generación de empleo, el consenso político y social y el cumplimiento de la ley. Eso es así para cualquier gobierno que piense en el interés general y no en su propio interés. En España, por desgracia, nos encontramos en este segundo caso.
El gobierno de Pedro Sánchez se ha convertido en el mayor obstáculo para el crecimiento económico y la creación de empleo. Pero la cosa no queda ahí. Sus desastrosos medios para conseguir los objetivos marcados por el contrato firmado con Podemos van mucho más allá de lo económico. La negación de la realidad y el marcado carácter ideológico de todos los movimientos gubernamentales convierten al gobierno de coalición en el más radical de la Unión Europea.

Estamos ante unas previsiones completamente irreales, un derroche y un gasto infinito e improductivo, más déficit público, más endeudamiento, más impuestos a las clases medias y a las pymes, más cesiones a los partidos independentistas a cambio de un puñado de votos en el Congreso, más subvenciones para agradecer apoyos y más ataques a la seguridad jurídica y la estabilidad económica
Una radicalidad que deja a nuestro país en la peor situación de recuperación si nos comparamos con nuestro entorno más cercano. Mientras Francia o Alemania se encuentran a un 96,8% del PIB previo a la pandemia, España está a la cola de Europa con un 92,8% al cierre del segundo trimestre y los Presupuestos que se están debatiendo en el Congreso no mejoran esta situación. Todo lo contrario.
Estamos ante unas previsiones completamente irreales, un derroche y un gasto infinito e improductivo, más déficit público, más endeudamiento, más impuestos a las clases medias y a las pymes, más cesiones a los partidos independentistas a cambio de un puñado de votos en el Congreso, más subvenciones para agradecer apoyos y más ataques a la seguridad jurídica y la estabilidad económica. Ante la escalada de precios de los últimos meses y la parada de las cadenas de suministro internacionales, el Gobierno de Sánchez y Díaz sitúa a España en un grave riesgo de vulnerabilidad en el que con su imprudencia, electoralismo e irresponsabilidad pueden llevarnos a un verdadero colapso económico con unas terribles consecuencias sociales.
Con la inflación más alta desde hace treinta años, con los combustibles disparados, el precio de la luz un 300% más caro que hace un año y un horizonte no más optimista con los precios del gas, Sánchez lo ha dejado todo al truco y al trato. Quiere conseguir un truco con las cuentas que consiste en hacer lo que siempre ha hecho: mentir, tergiversar, confundir, ofrecer falsas expectativas, un contexto idílico de crecimiento y bienestar social, cuando la realidad es que la gestión de Sánchez está llevando a España hacia el precipicio sin que nadie la sostenga.
Y para conseguir el truco ha hecho un trato, un trato que resultaría vergonzante para cualquier demócrata medio decente. El PSOE ni siquiera ha utilizado a Podemos como bisagra para pactar lo que sea con ERC o con Bildu y el PNV. Si hay que transferir hasta las últimas competencias que le quedan al Estado en el País Vasco, se transfieren; si hay que acercar o liberar a los presos de ETA (Otegi ‘dixit’), se liberan; si hay que obligar a Netflix a hacer películas en catalán, se le obliga. No hay límites, no hay líneas rojas si ello significa que Sánchez pueda permanecer un minuto más en el poder. Su truco lo sufrimos todos los españoles y su trato deja a nuestra democracia a la altura del betún.
Pese a lo que nos venden, no hay ni crecimiento robusto, ni recuperación en ‘V’, ni salida justa de la crisis. Hace falta un cambio en las políticas económicas y ello sólo es posible con un cambio en el Gobierno. Sánchez y la mentira van siempre de la mano. Es algo intrínseco a su persona y mucho más si ello le sirve para no despegarse del despacho de Moncloa.
Según Cáritas, en 2021 ya son 11 millones las personas que se encuentran en la exclusión social en España. En este escenario, apenas se han concedido 330.000 prestaciones de Ingreso Mínimo Vital. La Deuda Pública se dispara a un ritmo del 10% anual mientras los problemas económicos y sociales no dejan de crecer. Tampoco valen los fondos europeos: la única partida que se ejecutó en 2021 fue la que no dependía del Gobierno: las vacunas las compraba de forma centralizada la Unión Europea, el resto están ejecutadas en no más de un 20%. Estamos ante un gobierno de propaganda, no de gestión, un gobierno que juega con trucos fáciles y tratos oscuros. Ni trucos, ni tratos. Cambio, unidad política y gestión eficaz es lo que España necesita y eso sólo lo garantiza un proyecto como el del Partido Popular.
Diputada del Partido Popular por Valencia desde la X legislatura y actual coordinadora de Comisiones del Grupo Popular en el Congreso. Es Licenciada en Derecho, Ciencias Políticas y de la Administración y Estudios en Humanidades. Actualmente es Portavoz de la Comisión de Asuntos Exteriores, Vocal de la Comisión de Interior, Vocal de la Comisión de Educación y Deporte, Adscrita de la Comisión de Energía, Turismo y Agenda Digital, Adscrita de la Comisión Mixta Control Parlamentario de la Corporación RTVE y sus Sociedades. También es miembro Suplente de la Delegación española en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Vicesecretaria de Organización Nacional de Nuevas Generaciones del Partido Popular y Coordinadora General del Partido Popular de la Provincia de Valencia.