
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Hasta dentro de unos días no arrancará oficialmente la campaña electoral del 28 de mayo pero el patio político está ya que arde. Nada nuevo, dirán, cada vez que hay cita con las urnas… Sin embargo, este 2023 en el que en menos de un mes elegiremos alcaldes y gobiernos autonómicos y, a final de año, al inquilino de La Moncloa, está adquiriendo tintes algo más inquietantes que en otras ocasiones. Y el incidente del pasado Dos de Mayo en la Puerta del Sol de Madrid durante la parada militar incluida en los festejos del Día de la Comunidad debería activar algunas alertas.
Mucho se ha dicho estos días sobre el insólito y sonrojante placaje de la jefa de protocolo de la Comunidad de Madrid al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, para que no subiera a la tribuna de autoridades durante el desfile militar. Pero quizá debería ocupar aún más tiempo y espacio en los medios ya que, en mi opinión, supone un peligroso salto adelante en la conocida estrategia de Isabel Díaz Ayuso para convertirse en la lideresa de facto de la oposición nacional.

Ayuso se jacta de impedir el paso a un ministro del Gobierno a ‘su’ tribuna de autoridades, un fiscal del Supremo pone en duda los futuros recuentos electorales y Feijóo promete la ‘derogación del sanchismo’ tildándolo de ‘régimen’. La deslegitimación con que las derechas atacan a este Gobierno tiene un peligroso aroma trumpista
El mensaje lanzado en primera instancia por la presidenta madrileña con semejante ‘incidente protocolario’ es el de que ella está por encima del Gobierno de España, capaz de parar los pies, no solo metafórica sino incluso físicamente si es necesario, a sus mismísimos ministros. Además, el bochornoso episodio emitía otro aviso: este Gobierno no tiene autoridad, ni moral ni de hecho, para impedirmelo, no es merecedor de respeto, su ministro llegó al acto como un ‘okupa’, tal como lo califico públicamente el alcalde de Madrid… En definitiva, este Gobierno no es acreedor del rango, no acredita su puesto, no es legítimo para estar donde está… Luego todo vale para echarle. Que su representatividad se sostenga en una mayoría parlamentaria legítimamente votada por todos los españoles y que, para estupor de las derechas, ha logrado mantenerse viva durante toda la legislatura debe ser cuestión de detalle de menor importancia.
Bajo esta nube de soflamas el PP, en dura competición con Vox, viene construyendo estos cuatro años de legislatura el imaginario de un país en manos de unos irresponsables, llegados al poder gracias al apoyo de los enemigos de la patria, con quienes están destruyendo la arquitectura jurídica e institucional de España. El ‘moderado’ Feijóo ha incorporado también este dislate a su hoja de ruta electoral consagrando como objetivo propio la ‘derogación del sanchismo’, confiriendo al gobierno de Sánchez atributos de ‘régimen’, al que además califica sin prudencia alguna de ‘autoritario’.
Mi alarma ha subido en decibelios esta semana al conocer, por informaciones publicadas en El País, que fiscales en ejercicio de nuestra alta judicatura jalearon hace unas semanas ante el líder de la oposición estas tesis en una cena privada en la que se sumaron gozosos al dibujo de esta realidad paralela. En el encuentro descrito por el diario de Prisa, y no desmentido por ninguno de los aludidos, se criticó la «falta de democracia en los procedimientos legislativos de los últimos años» e incluso el fiscal del Tribunal Supremo Enrique Narváez llegó a poner en duda la limpieza en el recuento de votos en nuestros procesos electorales de la empresa pública Indra. No estamos hablando de exaltados hooligans acodados en la barra de un bar, precisamente.
¿Acaso no nos espantamos de las consecuencias del descrédito en las instituciones alimentado por el populismo del expresidente Trump en Estados Unidos? Pues debería empezar a causarnos espanto lo que puede llegar a producir en una España polarizada una envalentonada Díaz Ayuso junto a su mediocre discípulo Núñez Feijóo,
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid