
Sergi Miquel
Es en los momentos difíciles y de gestión complicada cuando uno demuestra su verdadera raza, sus esencias. Esta semana la televisión pública catalana ha vivido uno de los momentos más entristecedores de los últimos años. En un programa de humor de tendencia macarra se hizo un gag, que no era ni divertido ni ocurrente, sobre la ubicación ideológica del Partit Socialista de Catalunya ubicándolo al extremo derecho de una esvástica. Ya saben, como diciendo que el Partido Socialista… Había visto poco este programa y no había visto el gag, por lo que me puse al día para poder tener criterio sobre ‘el’ tema de la semana.
A mí me parece de lo más normal que la televisión pública de mi país haga programas para todos los públicos, también éste. Lo que me parece lamentable es que no tenga la fortaleza suficiente para defender el programa, sus miembros y sus bromas
Lo que sí que conocía era el tipo de producto que habían ofrecido los protagonistas de este programa de humor y que se dedican a divertir con un humor macarra, a mi entender, más propio de ‘casal’ popular que de una televisión pública, pero que hay que reconocer que tiene su público. La presión política, y en menor parte popular, terminó con el despido por parte de la televisión pública del humorista que protagonizaba el gag, lo que pareció injusto al presentador del programa, que presentó instantáneamente su dimisión.
Después de su despido, el afectado compartió en redes un conjunto de declaraciones que para mí son claves para entender la situación. “Yo sabía dónde me metía [al fichar por el programa], la pregunta es si lo sabía TV3”, se preguntaba el afectado. A mí me parece de lo más normal que la televisión pública de mi país haga programas para todos los públicos, también éste. Lo que me parece lamentable es que la televisión pública de mi país haga una apuesta fichando un determinado tipo de contenido y no tenga la fortaleza suficiente para defender el programa, sus miembros y sus bromas. Si la televisión quiere competir con toda la oferta, sólo con unos informativos de rigor lo puede intentar, pero va a fracasar. Estos días hemos escuchado a la presidenta de la Corporación Catalana de Mitjans Audiovisuals afirmar que el gag está mal, pero que el programa estaba bien puesto que nos acercaba a nuevos públicos. Esta es la idea, pero no puedes acercarte a un nuevo público que mira el programa por estos gags y pretender que se queden contigo si conviertes el programa en otra cosa.
Escribo esto para decir que me parece bien que se hagan estos programas y que me parece bien que se puedan hacer estos gags en un marco humorístico. Escribo también para decir a los defensores del programa, en su mayoría independentistas, que cuando se vuelva esto en su contra y la televisión pública española haga, en un marco parecido, un gag similar hay que aguantarse. La libertad de expresión y la libertad en los medios públicos se defiende cuando te gusta y cuando no te gusta. Y finalmente escribo para pedir a mi televisión pública que, por favor, no haga el ridículo, que sea valiente y que arriesgue. Hay bastante oferta fuera de TV3 como para permitirse algunos lujos.
Sergi Miquel Valentí (1989, Llagostera, Girona). Graduado en Diseño de Producto en la escuela ELISAVA de Barcelona y Bachelor of Art and Design de la Universidad de Southampton y Máster en Teoría y Crítica de la Cultura por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha participado de diferentes organizaciones y entidades culturales siendo hoy socio de ADI-FAD y Omnium Cultural, entre otras. Diputado en el Congreso por PDeCAT.