• Hemeroteca
  • Quiénes somos
  • Contacto
martes, enero 26, 2021
  • Inicio de sesión
Ningún Resultado
Ver Todos Los Resultados
El siglo de Europa
  • Inicio
  • Política
  • Siete Días
  • Opinión
  • La Calle
  • Tumach
  • Economía
  • Los Dossieres
  • Cultura
9 °c
Madrid
8 ° Wed
7 ° Thu
7 ° Fri
6 ° Sat
Ningún Resultado
Ver Todos Los Resultados
  • Inicio
  • Política
  • Siete Días
  • Opinión
  • La Calle
  • Tumach
  • Economía
  • Los Dossieres
  • Cultura
9 °c
Madrid
8 ° Wed
7 ° Thu
7 ° Fri
6 ° Sat
El siglo de Europa
Ningún Resultado
Ver Todos Los Resultados

Un futuro ultraconectado

por El Siglo de Europa
28 noviembre, 2019
de Los Dossieres
0
Un futuro ultraconectado

Ya es posible controlar la iluminación, la calefacción, las televisiones, e incluso electrodomésticos y gestionarlos digitalmente a través de los ‘smartphone’.

Compartir en FacebookCompartir en Twitter

E. M.

 

Nueve de cada 10 hogares españoles ya dispone de Internet y la cifra crece cada año. La llegada de las nuevas tecnologías a nuestras vidas no sólo es un hecho imparable, sino que está transformando drásticamente nuestro entorno. Y lo hace a todos los niveles. El hogar, el trabajo, la salud, la educación, las comunicaciones, el comercio e incluso nuestras propias relaciones personales ya no tienen nada que ver con lo que eran hace apenas dos décadas. Y el cambio no ha hecho más que empezar. Son las nuevas tecnologías que, como la Inteligencia Artificial, la ingeniería climática, la robótica o el Big Data, cambiarán para siempre nuestras vidas.

 

 

«Alexa, enciende la luz y regula la temperatura a 20ºC”.  Hoy ya ni siquiera es necesario ya estar en casa para poner en marcha bombillas, arrancar electrodomésticos o enchufar la climatización. Y aunque en la mayoría de los aun se enciende la luz mediante el tradicional interruptor, lo cierto es que la llegada de las nuevas tecnologías ya está revolucionando nuestro entorno. Y no solo lo está haciendo a través de las tecnologías que ya existen en el mercado –smartphones, ordenadores, tablets, dispositivos de domótica–  y que poco a poco van conquistando nuestras vidas. También lo va a hacer, en mayor medida si cabe, a través de las nuevas tecnologías que están por venir y que ya empiezan a perfilarse en horizontes más o menos inmediatos, como son los vehículos autónomos, la computación cuántica –como la desarrollada recientemente por Google, capaz de resolver en 200 segundos un problema que le llevaría 10.000 años solucionar a la supercomputadora más rápida del mundo–, la realidad virtual y aumentada, el “machine learning” o la inteligencia artificial.

De esta forma, en una época en la que una parte de la población – la del primer mundo- ya vive ultraconectada, el mundo tiene ya muy poco que ver con el de hace dos o tres décadas. Tanto en el hogar como en el ocio, el trabajo, la educación y en general, en cualquier actividad económica o social en la que estemos implicados, las nuevas tecnologías están cambiando de raíz nuestra forma de relacionarnos con el entorno, hasta el punto de que, hoy en día, ya se habla de “nativos digitales” en contraposición a los que se esfuerzan permanentemente por mantenerse al día o incluso con los que ya han perdido el tren del progreso tecnológico.

Porque lo importante no es ya tanto que todo sea más sencillo y eficiente –en la mayoría de los casos, no lo es–. Lo fundamental ahora es “estar actualizado”, nutrirse de las novedades que van surgiendo a velocidad de vértigo cada día, y estructurarlo en función de estos avances. Un proceso que, como la mayoría, presenta casi tantas ventajas como inconvenientes y peligros.

La llegada de las nuevas tecnologías ya está revolucionando nuestro entorno y forma de vivir

Se trata de una carrera contrarreloj que, aunque no ha hecho más que empezar, ya ha tomado la delantera en muchos aspectos, avanzado a mayor ritmo del que era previsible en pocos años. Buena prueba de ellos es que, según datos del Instituto Nacional de Estadística, los hogares que disponen de internet en España han alcanzado el 91,4%, cinco puntos más que hace tan sólo un año. Por otra parte, nueve de cada diez españoles de 16 a 74 años reconoce que ha usado la red en los tres últimos meses. La encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares, correspondiente a 2019, muestra de esta forma la importante penetración de las nuevas tecnologías en la vida diaria de los españoles. Un ejemplo. Más del 80% de los hogares con al menos un miembro de 16 a 74 años dispone de algún tipo de ordenador (sobremesa, portátil o tablet), un porcentaje 1,4 puntos superior al de 2018. Esta subida, señala el INE, se debe, en gran medida, al aumento en el uso de un dispositivo relativamente nuevo, las tablets, que se encuentran presentes en el 56,8% de los hogares.

Como no podía ser de otra forma, el INE apunta a que la utilización de las nuevas tecnologías por parte de los menores –entre 10 y 15 años– se encuentra especialmente extendida. La utilización habitual del ordenador es muy elevada (lo tienen el 89,7% de los menores) y lo es aún más el uso de internet (el 92,9%). El próximo paso, tecnológicamente hablando, es la fusión entre móvil y ordenador. Es decir, en un plazo relativamente corto, la frontera entre el smartphone y el PC se difuminará, ya que solo será necesario conectar el teléfono a un monitor HDMI para convertirlo en un PC completo. Ya en este momento, en la India un 59% de los usuarios de Internet acceden solamente a través del móvil.

Otra derivada de este giro en los terminales conectados a Internet es la llegada de nuevos ‘wearables’, que se sumarán a los relojes inteligentes, como son las gafas que ejercerán de móviles. Se trata de las denominadas Contact Lens Smartphones, gafas que funcionarán como móviles y que permitirán navegar por la Red y comunicarse sin necesidad de móvil. A un paso más allá en el futuro se sitúan lasNatural User Interfaces, una tecnología que permite interactuar con un sistema sin tener que utilizar sistemas de mando físico (teclado, pantalla), ya que solo con el tacto, la voz, el gesto de la mano o de los ojos y el pensamiento será posible manipular los dispositivos.

Los hogares van a ser uno de los focos de avances más espectaculares en los próximos años. La llegada de los dispositivos inteligentes como Google Home, el Nest Hub, Homepod de Apple o el Amazon Eco ha abierto la puerta a la progresiva e imparable domotización de los hogares, mediante el llamado “internet de las cosas”. Un término que define el estado de la Red cuando está conectada a un mayor número de dispositivos que de personas.

Con ello, ya es posible controlar la iluminación, la calefacción, las televisiones, e incluso electrodomésticos y gestionarlos digitalmente a través de los Smartphone. Las llaves, por ejemplo, son una especie en vías de extinción, ya que pronto serán sustituidas por cerraduras digitales, que se abrirán con el móvil o mediante la huella dactilar.

Los hogares conectados a Internet ya suponen el 91,4%, cinco puntos más que hace un año

Paralelamente, los propios electrodomésticos también están evolucionando. Ya se diseñan neveras que vuelven su pantalla transparente, permitiendo ver el contenido sin necesidad de abrir la puerta. Otras podrán ordenar compras y hasta reproducir música. Las lavadoras y lavavajillas se controlarán por voz, diciendo adiós a los botones con miles de programas de lavado. Con ello, al margen de la comodidad de uso, se logrará una notable mejora en la eficiencia energética. Al mismo tiempo, estas tecnologías digitales también contribuirán a la mejora de la asistencia para que las personas con necesidades especiales puedan ayudarse a sí mismas. Un buen ejemplo de ello es el proyecto europeo Activage, que tiene como finalidad utilizar Internet de las Cosas para crear un entorno más accesible a las personas ancianas. Desarrollado en siete países europeos, se desplegarán sistemas interconectados de telemedicina y de monitorización de la actividad en el hogar y fuera de él para estas personas.

Del mismo modo, se está comenzando a implementar la realidad aumentada como una especie de “prótesis mental” para las personas con deterioros cognitivos o sensoriales, para que las representaciones virtuales las ayuden a desenvolverse con mayor autonomía en su entorno.

Pero el cambio no afecta solo a los dispositivos domésticos. También el comercio está abocado a un giro de 180 grados. El recurso masivo a la red abre verdaderas “autopistas” de comunicación que permiten tanto el recurso frecuente a las redes sociales –con cierta tendencia a la baja– como al comercio electrónico, hoy en pleno auge. Así, más de 20,2 millones de personas en España, es decir, casi el 60% de la población de 16 a 74 años han realizado operaciones de comercio electrónico en los 12 últimos meses. Casi siete puntos más que en 2018. Pro el cambio ya no se limita solamente al pago por vía electrónica. Las nuevas tecnologías ya empiezan a permitir el uso del Big Data – es decir, la ingente cantidad de información sobre el perfil de usuarios que manejan los gigantes digitales del e-commerce, las comunicaciones y los servicios, como Amazon o Facebook- para refinar sus estrategias de venta de productos y servicios.

El Big Data, combinado con la Inteligencia Artificial y el ‘machine learning’ –sistemas de aprendizaje automático de máquinas y dispositivos, ya usado en smartphones–, permiten la creación de softwares inteligentes que aprenden progresivamente los comportamientos de los usuarios interactuando con las tiendas online o plataformas y, de esta forma, consiguen crear perfiles más completos de sus clientes para ofrecerles artículos e información personalizados según su interés y preferencias. Todo ello se unirá a nuevas formar de vender mediante tecnologías como la realidad aumentada o la realidad virtual, que permitirán “probar” los productos digitalmente, mejorando así la experiencia del usuario.

El Internet de las Cosas será accesible a los ancianos con la telemedicina y la monitorización del usuario

Un ejemplo de esta nueva forma de vender es Zozotown, la mayor compañía e-commerce de Japón. Sus ‘zozosuits’ de licra permiten, junto con una aplicación ad hoc, tomar las medidas de los clientes para confeccionar prendas personalizadas. Sam’s Club, una cadena de tiendas de venta al por mayor de Estados Unidos, ha desarrollado una aplicación que permite usar el ‘machine learning’ y los datos de las compras anteriores de los clientes para completar automáticamente su lista de la compra.

En el transporte, más allá de los vehículos autónomos eléctricos que ya son una realidad a punto de llegar a nuestras carreteras, con los Tesla desarrollados por Elon Musk, o el Hiperloop, que viaja a velocidades de hasta 4,000 mph usando levitación magnética, el verdadero eje de la transformación tecnológica se centra en la energía. La mejora de la eficiencia en fuentes de energía como la solar o la eólica se suman a nuevas incorporaciones como la fusión nuclear –con el ambicioso proyecto internacional ITER Tokamak–, los biocombustibles, la bionergía o incluso la captura y almacenamiento de carbono y el almacenaje de baterías. Paralelamente, impulsada por la emergencia climática, surge la denominada ingeniería climática, que incluye proyectos ya en marcha como recolección de agua de la niebla o del aire, y otros en fase de estudio, como la idea de desplegar pantallas que limiten la entrada de los rayos solares para frenar el efecto invernadero.

 

Robots más allá de la ciencia ficción

Sin duda, uno de los sectores tecnológicos que mayor impulso innovador está registrando es el de la robótica. Una robótica que va mucho más allá del cliché de la ciencia ficción de un humanoide semimetálico y de voz programada. En realidad, los robots ya conviven con nosotros y, en muchos casos, ni somos conscientes de ello.

Por ejemplo, muchos de los alimentos que se consumen a diario han sido, en algún punto, procesados por maquinas robotizadas. Asimismo, muchos de los productos que se compran habitualmente son trasladados por robots desde su lugar de elaboración hasta el establecimiento de venta. Amazon, sin ir más lejos, ha basado buena parte de su éxito comercial en la gestión de su stock de forma automatizada, a través de robots. Y pronto incorporará drones, también automatizados, para llevar la compra a los hogares

Un informe reciente del World Economic Forum, en colaboración con Linkedin, apunta que en un periodo de cinco años los robots pasarán de trabajar el 29% de horas que realizan actualmente a alrededor del 42%. La digitalización y automatización de la actividad económica tendrá un efecto directo sobre las empresas y sus trabajadores ya que las habilidades requeridas para gestionar estas nuevas tecnologías no serán las mismas hoy que en el año 2022. Así, las profesiones relacionadas con el internet de las cosas, la inteligencia artificial o la tecnología de datos serán los principales sectores al alza en los diez próximos años en todo el mundo.

Amazon ha basado buena parte de su éxito comercial en la gestión de su stock de forma automatizada, a través de robots. / EUROPA PRESS

Otro informe, elaborado este año por Oxford Economics, por su parte, estima que el auge de la robótica añadirá casi cinco billones de dólares al PIB global en 2030. El stock global de robots industriales, de hecho, ya se multiplicó por tres en las últimas dos décadas, hasta alcanzar los 2,25 millones, pero el ritmo está lejos de frenarse. Las previsiones apuntan a que alcanzarán los 20 millones de unidades en 2030, de los que 14 millones operarán solo en China.

La utilización de robots gana terreno a marchas forzadas en áreas como la manipulación de equipajes en los aeropuertos o en el inventario y manipulación de almacenes. Y está en puertas de participar activamente en cinco sectores clave: salud, ventas en comercio, atención al público, transporte y agricultura y construcción. En algunos de estos puestos, como es el trabajo en almacenes, la labor humana ya está en riesgo de desaparición, si bien estos trabajadores –humanos– terminarán reubicándose en otras funciones que requieran mando, empatía, creatividad o habilidades sociales.

El próximo paso en robótica, señalan los expertos, ya se acerca más a la ciencia ficción. Se trata de los “robots blandos”, construidos con materiales inteligentes, flexibles y adaptables, que les asemejarán más a criaturas orgánicas. Y dentro de esta línea, aún hay un paso más: los robots biohíbridos o biorrobots, que incorporan tejidos biológicos.

 

La educación STEM y la brecha de género

STEM es el acrónimo, en inglés, de Science, Technology, Engineering and Mathematics (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Se utiliza para definir las carreras “tecnológicas” puras, que, hasta hora, tan solo se impartían en determinados centros, y siempre de forma presencial. Algo que, en buena medida, contribuía a mantener ¡y acrecentar la importante brecha de género que existe en las carreras STEM, en las que la presencia de mujeres, aunque creciente, sigue siendo minoritaria.

Sin embargo, las nuevas tecnologías han venido a cambiar este estado de cosas. Varias universidades a distancia, desde la UNED a la UOC, pasando por UDIMA, ya ofertan carrera STEM a distancia o semipresenciales (‘blended learning’), aprovechando las ventajas de Internet y las TIC, con aulas, talleres, simuladores y laboratorios virtuales.

De esta forma, estudiar desde casa y sin horario fijo carreras de Ingeniería como las de Informática u Organización Industrial.

Los nuevos programas buscan eliminar la brecha de género en las carreras de ciencias favoreciendo en ellas la presencia de mujeres. / EP

De esta forma, las titulaciones STEM ya alcanzan casi el 15% del total de matrículas en la UNED. Las matriculaciones en los estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicaciones de la UOC han pasado de 788 en el curso 2009-2010 a 6.098 en 2018-2019.

Otro campo en plena expansión son los llamados MOOC, Cursos Online Gratis o semigratis, impartidos por las mejores Universidades del mundo. Con ellos, es fácil estudiar ‘on line’ un curso, por ejemplo, de Comportamiento mecánico de los materiales impartido por el prestigioso Massachusetts Institute of Technology, MIT, u otro sobre fundamentos de la neurociencia en Harvard. Hasta hace poco, se trataba de cursos que, aunque ofrecían formación, no tenían gran valor curricular. Sin embargo, la llegada de tecnologías como el ‘blockchain’ permiten ahora mejorar los procesos de seguimiento y comprobación en la adquisición de conocimientos, hasta el punto de que algunos de los títulos otorgados ya tienen validez académica.


En busca de una ética para las máquinas

Máquinas que aprenden por sí mismas, robots cuasi humanos, vehículos autónomos abocados a tomar en nanosegundos decisiones a vida o muerte…  La irrupción de las “máquinas pensantes” en nuestras vidas, la llamada Cuarta Revolución Industrial o 4IR de acuerdo con el Foro Económico Mundial, no sólo está trayendo profundos cambios en nuestro entorno social, económico, laboral o incluso doméstico. También empieza a plantear profundas y complejas cuestiones morales en torno a estos nuevos compañeros de ruta. Unas cuestiones que ya se han empezado a plantear, desde una perspectiva normativa, en el seno de la Unión Europea y que busca dotar a las máquinas de códigos de comportamiento ético compatibles con los nuestros.

El escándalo de Cambridge Analytica demostró que la ética en el manejo de los datos había traspasado de forma lamentable la mera formulación teórica. / EP

“Ley 1: Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.

Ley 2: Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley.

Ley 3: Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley”.

Estas son las ya famosas tres leyes de la robótica, formuladas por el científico y escritor Isaac Asimov allá por el año 1942 en el relato ‘Runaround’ y que cualquier aficionado a la ciencia ficción conoce a la perfección. Se trataba, desde la pura ficción, de un primer embrión de un código ético incluido en la programación de los robots con el fin de dotarles de cierta “moralidad” y, de paso, proteger a la humanidad.

La idea tuvo tanto éxito, dentro de su sencillez, que muchos –expertos y profanos– consideraron las tres leyes como algo real, y hasta se incluyeron en los códigos de programación de algunas máquinas auténticas. Es más, Google y Microsoft ampliaron y actualizaron estas leyes, convirtiéndolas en sus códigos éticos de uso interno.

Sin embargo, pronto los robots ingenuos, mecánicos y moralmente programados de Asimov quedaron desbordados por la imparable revolución tecnológica. Hoy en día, la robótica, la inteligencia artificial y procesos como el ‘machine learning’ están alcanzando unos niveles de complejidad y eficiencia tan altos que resultan casi imposibles de aprehender para los no científicos.

El reto es que máquinas con capacidades de proceso superiores a los humanos no escapen a nuestro control

En este sentido, muchos expertos apuntan que ya estamos empezando a acercarnos peligrosamente a lo que se denomina como la “singularidad tecnológica”. Se trata de un término creado por el matemático y físico húngaro John von Neumann los años 60 y más tarde profusamente utilizado en el mundo de la computación. Define ese momento futuro en el que un ordenador, un robot o una red informática será capaz de automejorarse de tal manera que su capacidad mental conseguirá igualar o superar a la de su creador, es decir, al ser humano, haciéndole casi indiferenciable. Algo contra lo que, ya en los años cincuenta, advertía el matemático Alan Turing, quién sentó las bases teóricas de la informática y, para muchos, precursor de la inteligencia artificial. En su artículo “Máquinas de computación e inteligencia”, se preguntaba “¿Las máquinas pueden pensar?”. Y aunque su respuesta tendía más a bien asegurar que se trataba de un proceso de emulación, también desarrolló su famoso “juego de la imitación”. El Test de Turing sirve para intentar cuantificar el momento en el que una maquina puede comportarse de manera indistinguible de un ser humano, se fundamenta en la hipótesis positivista de que, si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, entonces debe de ser inteligente. Y aún hoy se utiliza a diario, por ejemplo, en los tests Captcha –habituales al registrarse en una página web– o para evaluar la eficiencia de los frecuentes ‘chatbots’.

De cara a ese proceso de creciente autonomía e inteligencia de las máquinas ha surgido todo un movimiento de pensamiento en torno a la ética de las máquinas, y, como derivada, en torno a la necesidad de dotar a estos dispositivos artificiales pero inteligentes de unos códigos morales y normativos que no solo les permitan convivir con los seres humanos sin conflictos, sino que también nos permitan a nosotros seguir manteniendo el control. No en vano, se trata muchas veces de máquinas que tienen mayor fuerza física o velocidades de procesamiento infinitamente superiores a las del humano.

Hoy en día, de hecho, no son pocos los problemas morales –y a veces legales– planteados en este sentido: Desde los problemas de privacidad con operadores de redes sociales, el vacío legal que existe en relación a las tecnologías de reconocimiento facial, hasta el escándalo de Cambridge Analytica o el incidente, mucho menos conocido, con la inteligencia artificial que Facebook tuvo que apagar porque comenzó a “hablar” en un lenguaje inventado, perfectamente comprensible y lógico para ella pero imposible de entender para los humanos.

Otra controversia: el Instituto Nacional de Estadística ha rastreado durante una semana todos los móviles de España

Otro buen ejemplo es el de los vehículos autónomos, que ya tienen a sus espaldas unas cuantas víctimas. De ahí la pregunta: si un automóvil autónomo se encuentra en una carretera con un grupo de cinco personas a la derecha y una persona solitaria a la izquierda y solo tiene la opción de evitar uno de los dos ¿Qué debe hacerse? ¿Es lícito sacrificar a cinco personas para salvar a una, o sacrificar a uno solo para salvar a cinco?

Para responder a estas preguntas, un grupo de investigadores del MIT Media Lab creó, en 2016, la “Moral Machine”, un juego de ética que plantea a los participantes cuestiones éticas a las que ya se tienen que enfrentar los vehículos sin conductor. Han reunido más de cuatro millones de respuestas, que buscan encontrar un “consenso moral” –por ahora lejos de lograrse– que se pueda implantar en este tipo de vehículos.

Paralelamente, el creador de Tesla y SpaceX Elon Musk, junto con Sam Altman, ha creado la Asociación sobre Inteligencia Artificial, en la que líderes tecnológicos debaten en torno a dilemas éticos y prejuicios. Su objetivo primordial es establecer unas reglas de juego, basadas en un marco de comportamiento moral, donde la Inteligencia Artificial pueda desarrollarse en representación de la humanidad.

Otra iniciativa, impulsada por el Pew Research Center, recabó la opinión de casi mil expertos, que enumeraron sus principales preocupaciones en este sentido. Así, aparecieron cuestiones relacionadas con la pérdida de control de los individuos sobre sus vidas, uso descontrolado de los datos por las empresas y los gobiernos, pérdida de puestos de trabajo o excesiva dependencia. Entre las amenazas más inmediatas se citaron, entre otras, el uso de ‘bots’ que manipulan la opinión pública o incluso el voto (en las elecciones generales del pasado 10 de noviembre, Twitter tuvo que prohibir los anuncios políticos debido al uso masivo de cuentas falsas), armas inteligentes (los empleados de Google se rebelaron y lograron que la Compañía no vendiera tecnología a las fuerzas aéreas de Estados Unidos), la posibilidad de utilizar el reconocimiento facial – presente en los más avanzados smartphones como clave de seguridad– como herramienta de control de masas, la falsificación de videos o la discriminación –racial, por edad o sexo– a través de algoritmos perfectamente neutros. Otro ejemplo muy reciente fue el del anuncio del Instituto Nacional de Estadística de que rastreará durante una semana todos los móviles en España, con finalidades estadísticas. Una iniciativa que ha suscitado no poca controversia, ya que no está claro hasta qué punto incumple la Ley de Protección de Datos.

 

La carrera por el futuro se llama Inteligencia Artificial

A pesar del precedente que supuso la brusca irrupción de Internet, desde una perspectiva de normativa –las leyes y marcos legales se fueron creando a posteriori, casi sobre la marcha y muchas veces tarde y mal–, ni la inteligencia artificial ni los robots cuentan, por ahora, con normativas que regulen su uso y conformen un marco ético para esta 4ª revolución industrial. Sin embargo, muchos países tienen muy claro que la carrera del futuro se desarrolla en este campo. Así, por ejemplo, Emiratos Árabes Unidos es quizás el único país que cuenta con un Ministerio de Inteligencia Artificial –en Reino Unido se habló de ello–, China, con planes muy avanzados en este sentido con el “Made in China 2025, lo ha incluido como un eje vertebrador en sus planes quinquenales y quiere ser hegemónica de cara al año 2030 y convertirse en el mayor hub internacional de tecnologías aplicadas a la inteligencia artificial. En Estados Unidos, donde se encuentra la cuna que meció el boom de la informática y las TICs, también se trabaja a marchas forzadas, con la aprobación, hace varios meses, de una ley sobre el futuro de la IA que crea un grupo de expertos encargados de definir una normativa sobre la que desarrollar la inteligencia artificial. Además, ya existe una normativa sobre trabajos vinculados a la IA y dos borradores para regular el uso del coche autónomo.

Singapur es otra de las potencias emergentes en esta área. En estos momentos, sus avances normativos sobre IA están centrados, principalmente, en dotar de seguridad a las transacciones económicas, a través de una ley de ciberseguridad y otra sobre el uso fraudulento de la informática.

Quizás, por una vez, los trabajos más avanzados en materia de legislación se encuentren en la Unión Europea. Aunque la industria en torno a la inteligencia artificial avanza rápidamente, todavía no existe una política común sobre esta materia.

Sin embargo, si hay proyectos legislativos en marcha, y no solo centrados en aspectos como la protección de datos.

En Estados Unidos ya existen dos borradores para regular el uso del coche autónomo. / EP

Este mismo año, la Comisión Europea ha presentado las líneas maestras para desarrollar la inteligencia artificial en la Unión Europea, centradas en garantizar que estas tecnologías den beneficios para toda la sociedad, respetando la privacidad de los datos y protegiéndose frente a previsibles errores y ataques.

Entre las conclusiones de la comunicación presentada recientemente sobre la materia, destacan afirmaciones como la de que “la dimensión ética de la inteligencia artificial no es una característica de lujo o un añadido: tiene que ser parte integral de su desarrollo”. Se trata de un documento orientativo, elaborado a partir del trabajo de un grupo interdisciplinar de expertos en la materia, que servirá para establecer vinculaciones legales y determinar desafíos éticos.

El primero de ellos, según el grupo de expertos, se orienta a la necesidad de ganar confianza entre los ciudadanos. Para ello, tanto el sector como los agentes políticos llamados a regularlo deben fijarse como objetivo “incrementar el bienestar”, respetando valores como “la dignidad humana, la democracia, la igualdad, el Estado de derecho y los derechos humanos”. También es necesario, han apuntado, identificar una serie de requerimientos clave para el desarrollo de la IA, en función del entorno. Es decir, dar distintas valoraciones y peso a tecnologías ‘light’ –recomendaciones musicales, informaciones sobre el tiempo– y a tecnologías claves para la supervivencia, como son las que se usan en pruebas diagnósticas.

Entre los puntos clave, de cara a la elaboración de futuras normativas,  que han puesto de relieve los expertos figuran, por ejemplo, que éstas debe de ser supervisada por seres humanos, con las “apropiadas medidas de contingencia”, que los sistemas inteligentes deben ser “resistentes” y “resilientes” ante posibles intentos de manipulaciones o de pirateo, deben garantizar la privacidad de los datos, presentan altos niveles de transparencia, tener en cuenta la diversidad social en todas sus fases de desarrollo y tener en cuenta su impacto social y medioambiental de forma que sea sostenible y ecológicamente responsable.

Asimismo, insisten en la necesidad de que la inteligencia artificial y sus resultados deban rendir cuentas ante auditores externos e internos.

A partir de estas conclusiones, está previsto que la Comisión Europea actualice las guías sobre ética robótica a inicios de 2020, año en el cual, precisamente, la Comisión Europea planea destinar 1.000 millones de euros anuales a este sector, en el que se espera que en total se movilicen 200.000 millones en la próxima década.


‘Blockchain’, el guardián de la seguridad en un mundo virtual

Internet es ya casi el pasado. Los dispositivos gestionados por voz forman parte de nuestra vida diaria, junto con el reconocimiento facial o las transacciones financieras electrónicas. Pero todos estos avances comparten un secreto. Se trata de una tecnología poco y mal conocida, pero que para muchos es uno de los pilares clave de la Cuarta Revolución Industrial. Es el ‘blockchain’, o cadena de bloques, que esconde nada menos que la capacidad de cambiar los actuales modelos económicos y de negocio.

El nacimiento de la criptomoneda ‘bitcoin’ determina la aparición de la tecnología ‘blockchain’ que permite el cifrado y la seguridad y privacidad de los datos.

Esencialmente, es solamente un registro, una cadena de bloques digitales que contienen información”, explica un reconocido experto en nuevas tecnologías. Dicho así, parece casi fácil de entender, pero en realidad son muy pocos los que verdaderamente saben en qué consiste y cómo funciona una de las tecnologías que está llamada a ser clave en los próximos años.

Todo empezó con los bitcoin y otras criptomonedas. En 1991, los criptógrafos Stuart Haber y W. Scott Stornetta escribieron un estudio pionero sobre una cadena de bloques asegurados criptográficamente. En ese momento, nadie les hizo mucho caso, pero dieron el salto a la fama con la llegada, años después, del bitcoin. Se trata de la primera de las criptomonedas, creada por ‘Satoshi Nakamoto’, seudónimo de una persona que nadie sabe quién es. Una moneda virtual basada en un sistema P2P –es decir, ‘peer to peer’–, en el que una red de ordenadores y nodos se comportan como iguales, por lo que pueden operar sin una autoridad central. En este caso, bancos.

Sin embargo, este sistema, que se saltaba totalmente el sistema bancario tradicional, necesitaba de un sistema fiable e inamovible de comprobación y seguridad. Y es ahí donde entra en juego el blockchain.

Hasta ahora, todas las transacciones bancarias se realizaban a través de las correspondientes entidades financieras. Sin dinero físico de por medio, controlado por programas informáticos, pero todo fuera del control de los propios usuarios, que no tienen ni información ni conocimiento del proceso y, por supuesto, de las condiciones económicas (comisiones).

La llegada de la cadena de bloques permite eliminar esos intermediarios que gestionan el proceso y descentralizarlo. El control del proceso es de los propios usuarios –no de los bancos–  y son ellos los que se convierten en una especie de enorme banco compuesto de millones de nodos, cada uno de los cuales se convierte en partícipe y gestor de los libros de cuenta de ese banco. En ese proceso, la cadena de bloques funciona como un enorme libro de cuentas, en el que los registros –es decir, los bloques– no sólo están enlazados de forma inamovible, sino que también se cifran para proteger la seguridad y privacidad de las transacciones.

Sirve para manejar información que necesite ser preservada de forma intacta, disponible y segura

En otras palabras, es una base de datos repartida en muchos ordenadores y nodos, protegida gracias al cifrado y que se puede utilizar en todo tipo de transacciones que necesite seguridad y poder ser comprobada. De esta función de comprobación se encargan los propios usuarios a través de los nodos, y la garantía deriva de que un gran número de agentes –que no podrían ponerse de acuerdo para “hacer trampas”– intervienen en la comprobación.

Pero otra peculiaridad de este proceso de comprobación, al margen del número de intervinientes, es la confidencialidad de los datos. Una determinada transacción se representa en la Red como un bloque de datos, que se transmite a numerosos usuarios que verifican, aprueban y dan fe que la transacción se ha producido. El bloque pasa a la cadena de datos (blockchain) como un registro que nunca puede ser borrado y que es transparente. Pero nadie sabe ni los nombres ni los datos personales de los protagonistas de la transacción.

En la medida en que la tecnología de blockchain nos permite almacenar información que jamás se podrá perder, modificar o eliminar, su uso, al margen del evidente en transacciones financieras, es cada vez más amplio y extendido. Básicamente, sirve para cualquier proceso en el que se maneje información que necesite ser preservada de forma intacta y que deba permanecer disponible puede ser almacenada en blockchain de manera segura, descentralizada y más económica que a través de intermediarios.

Así, por sectores, entre los primeros que han mostrado interés en lanzarse al mundo del blockchain se encuentra el de la salud, donde se maneja un gran número de datos y donde la confidencialidad de estos es fundamental.El primer sector en el que ha irrumpido el blockchain es el financiero, con la vocación de desdibujar el papel protagonista de los bancos, y las altas comisiones que cobran por unos servicios que solo ellos pueden ofrecer. Algunos partidos, como Podemos, incluso ya lo han incorporado a sus programas electorales, abogando por implementar el blockchain para reducir las comisiones bancarias, aunque también menciona su utilidad para dotar de mayor transparencia la contratación pública, mejorando la transparencia del proceso y previniendo la corrupción.

Con esta tecnología, los registros de salud podrían ser unificados y almacenados de forma segura y anónima. Así, la historia médica de cada paciente estaría almacenada de forma segura, pero a la vez disponible para cada médico autorizado, sin depender del centro de salud donde se haya atendido el paciente. Incluso la industria farmacéutica puede utilizar esta tecnología para verificar medicamentos y evitar falsificaciones.

El sector de la salud, donde se maneja un gran número de datos y donde la confidencialidad de estos es fundamental, ha encontrado un firme aliado en el ‘blockchain’. /EP

También en la gestión de documentos y bienes digitales, incluso para la creación de empresas en Internet, el blockchain permitirá –ya permite– registrar y comprobar compras, escrituras, transacciones sin que sea posible falsificarlas. Por ejemplo, supondrá un importante cambio en procesos como los certificados digitales, servicios de logística y mensajería, los contratos inteligentes y, también, en sistemas de votación democráticos.

A este respecto, el Observatorio Europeo de Blockchain, organismo impulsado por la Comisión Europea, ha emitido muy recientemente un primer informe en el que analiza el encaje de los ‘smart contracts’ (o contratos inteligentes) en el marco regulatorio actual y los retos que, sin duda, se plantearán en el futuro, debido, precisamente a algunas de sus características, como son la descentralización, el anonimato de sus usuarios, la inmutabilidad o la automatización.

Por ello, emite una serie de recomendaciones, entre las que figuran entre las que destacan la necesidad de establecer una definición legal en el ámbito europeo tanto de blockchain como de los ‘smart contracts’, armonizar las regulaciones y resolver de forma prioritaria los casos en los que se vaya a hacer un uso masivo de estas herramientas.

Otro sector en auge es el mercado de Internet de las Cosas (IoT, Internet of Things), donde el reto recae en los millones de dispositivos conectados a la Red y que, por ahora, tiene n que ser gestionados por las empresas proveedoras.  A medio plazo, este modelo tan centralizado colapsará por exceso de dispositivos conectados. La solución que ya se perfila para por la descentralización segura que hace posible el blockchain, gracias al cual los dispositivos pueden comunicarse a través de la red de manera directa, segura y confiable, sin intermediarios.

Para muchos expertos, la tecnología blockchain dará realmente un salto adelante cuando se empiece a combinar con la Inteligencia Artificial. No en vano, esta última necesita, para tomar decisiones, de cantidades ingentes de datos. A veces, los consigue de forma no demasiado transparente, por lo que los procesos de decisión tienen una parte “oscura”. El blockchain permitirá, a la vez, poner a disposición de los dispositivos de Inteligencia Artificial una mayor cantidad de datos, de forma más rápida. Pero también esos datos se podrán rastrear más fácilmente. Por ejemplo, será imprescindible, junto con el Big Data, a la hora de establecer la llamada trazabilidad en toda la cadena de valor de cualquier industria. Un caso práctico: si se quiere establecer la trazabilidad de un producto alimentario, es un proceso relativamente fácil si se trata de un producto de proximidad. Pero si el producto viene de otras regiones y ha pasado por varios procesos, el blockchain se convierte en una herramienta imprescindible.

En este sentido, la creciente preocupación por la sostenibilidad y la economía circular conlleva que cada vez los mercados – y los gobiernos- sea más exigentes a la hora de conocer de donde viene cada producto, por qué procesos ha pasado, qué residuos ha producido y qué tipo de energía ha consumido. Todo ello quedará registrado y a disposición mediante el blockchain. Entre los proyectos pioneros en este sentido se encuentra el que Nestlé, Unilever, Tyson Foods y otras diez compañías norteamericanas desarrollan junto a la tecnológica IBM para explorar cómo el blockchain puede ayudar a monitorizar la cadena de suministro de alimentos y mejorar la seguridad de estos productos de consumo. También en la educación es ya clave el blockchain, en la medida en que permite que los cursos a distancia sean comprobables, aumentando la calidad de la formación y la validez curricular de los títulos otorgados.

La tecnología blockchain dará realmente un salto adelante cuando se empiece a combinar con la Inteligencia Artificial, según muchos expertos.

También será más fácil y fiable valorar y medir los efectos del cambio climático, conociendo por ejemplo las causas de una catástrofe o disponiendo de un mayor numero de datos fiables para modelizar futuras evoluciones climáticas. También es una herramienta que se está revelando valiosa para luchar contra las desigualdades y luchar contra la pobreza. En este sentido, el Banco Mundial al lanzó el bond-i, un nuevo instrumento de deuda operado por blockchain, que ha sido el primer bono en el mundo en ser creado, asignado, transferido y gestionado a lo largo de su ciclo de vida mediante blockchain y destinado sobre todo a ayudar a los países en desarrollo.

En el terreno comercial, el blockchain cambiará los canales de venta, ya que permitirá que algunos de los más destacados social media, como Facebook o Instagram, se conviertan también en canales de venta, ampliando de forma drástica su negocio.

Uno de los objetivos marcados por el Observatorio Europeo de Blockchain se centra en servir de apoyo para la estrategia comunitaria de fomento de las ‘fintech’, es decir, de las iniciativas y empresas que aúnan finanzas y tecnología. Pagos y transacciones, banca online, negociación de mercados, gestión de materias primas, financiación colectiva, desarrollo de sistemas de seguridad financiera, asesoramiento online, monederos digitales, las posibilidades para una startup en el sector fintech son infinitas, gracias a un entorno dominado por páginas webs y apps móviles. Para la Comisión Europea, las ‘fintech’ son un objetivo prioritario, ya que se considera que no solo mejorarán los servicios financieros a disposición de todos los ciudadanos comunitarios, sino que ayudarán al desarrollo del mercado único, incluyendo la unión bancaria y la de los mercados de los capitales. Y está claro que el blockchain se presenta hoy en día como una herramienta imprescindible en este sector en auge, permitiendo también que, por ejemplo, grandes compañías –sobre todo en redes sociales– se lancen al mercado financiero, permitiendo transacciones y actividades hasta ahora limitadas a la banca.

 

Las nuevas finanzas digitales

Uno de los objetivos marcados por el Observatorio Europeo de Blockchain se centra en servir de apoyo para la estrategia comunitaria de fomento de las ‘fintech’, es decir, de las iniciativas y empresas que aúnan finanzas y tecnología. Pagos y transacciones, banca online, negociación de mercados, gestión de materias primas, financiación colectiva, desarrollo de sistemas de seguridad financiera, asesoramiento online, monederos digitales, las posibilidades para una ‘startup’ en el sector ‘fintech’ son infinitas, gracias a un entorno dominado por páginas webs y apps móviles. Para la Comisión Europea, las ‘fintech’ son un objetivo prioritario, ya que se considera que no solo mejorarán los servicios financieros a disposición de todos los ciudadanos comunitarios, sino que ayudarán al desarrollo del mercado único, incluyendo la unión bancaria y la de los mercados de los capitales. Y está claro que el blockchain se presenta hoy en día como una herramienta imprescindible en este sector en auge, permitiendo también que, por ejemplo, grandes compañías –sobre todo en redes sociales– se lancen al mercado financiero, permitiendo transacciones y actividades hasta ahora limitadas a la banca.

 

 

 

 

Artículo anterior

Juana Escabias, escritora y directora teatral: “El artista siempre debe buscar el compromiso”

Siguiente artículo

Las soluciones de Endesa para una sociedad libre de emisiones

Artículos relacionados

Cinco claves para el futuro de internet en 2021
Los Dossieres

Cinco claves para el futuro de internet en 2021

21 enero, 2021
Comunidad rica, comunidad pobre: La convergencia se aleja
Los Dossieres

Comunidad rica, comunidad pobre: La convergencia se aleja

14 enero, 2021
Así han llegado las vacunas contra el Covid
Los Dossieres

Así han llegado las vacunas contra el Covid

7 enero, 2021

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Síguenos en RRSS

Twitter Facebook

Más leídas hoy

  • ¿Quién dijo miedo?

    ¿Quién dijo miedo?

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0
  • Unai Sordo (CCOO): «El Gobierno ha empoderado a CEOE para que no acuerde nada”

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0
  • La vida cotidiana en unos desconocidos años 50 en España

    7 Compartido
    Compartir 7 Tweet 0
  • Álvaro Cuesta: «La resolución del CGPJ contiene una gran mentira y es desleal a España»

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0
  • ¿A qué espera Von der Leyen?

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0

Más leídas

  • Ahora resulta que Cayetana es también hija de terrorista

    Ahora resulta que Cayetana es también hija de terrorista

    281 Compartido
    Compartir 281 Tweet 0
  • La vida cotidiana en unos desconocidos años 50 en España

    7 Compartido
    Compartir 7 Tweet 0
  • Daniel Bernabé: “Si no es por la Iglesia católica, Podemos no existiría”

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0
  • Joaquín Almunia: “La coalición de Gobierno está funcionando bien”

    2861 Compartido
    Compartir 2861 Tweet 0
  • Julio Rodríguez (Plataforma por la Banca Pública): “La fusión Caixabank-Bankia es el fin de la banca pública en España”

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0

Más comentadas

  • Ahora resulta que Cayetana es también hija de terrorista

    Ahora resulta que Cayetana es también hija de terrorista

    281 Compartido
    Compartir 281 Tweet 0
  • Después del coronavirus: cambiar para vivir

    478 Compartido
    Compartir 478 Tweet 0
  • En manos de Torra

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0
  • Julián Ezquerra (Amyts): “Frente al coronavirus, en España se ha ido siempre un paso por detrás”

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0
  • ¿Es inevitable el control de alquileres?

    0 Compartido
    Compartir 0 Tweet 0

Newsletter

Suscribeté a nuestro Newsletter para recibir los artículos más relevantes en tu email.


Categorías


Política

Siete Días

Siete Días

Opinión

La Calle



Tumach

Economía

Los Dossieres

Cultura

+ Links

Hemeroteca

Política de privacidad

Formulario de contacto

Quiénes somos

Aviso legal

  • Hemeroteca
  • Quiénes somos
  • Contacto

© EL PUNTO PRENSA, S.A. | El Siglo de Europa. By Midrocket.

Carlos y paula

Ningún Resultado
Ver Todos Los Resultados
  • Inicio
  • Política
  • Siete Días
  • Opinión
  • La Calle
  • Tumach
  • Economía
  • Los Dossieres
  • Cultura

© EL PUNTO PRENSA, S.A. | El Siglo de Europa. By Midrocket.

Carlos y paula

Bienvenido De Nuevo!

Ingrese a su cuenta a continuación

Contraseña Olvidada?

Crear Una Cuenta Nueva!

Fill the forms below to register

Todos los campos son obligatorios. Registro En

Recuperar su contraseña

Por favor, introduzca su nombre de usuario o dirección de correo electrónico para restablecer su contraseña.

Registro En