
Sin Maldad / José García Abad

En mi opinión, el deterioro de la función periodística se ha agravado con la cuestión catalana respecto a la cual manda el periodismo de trinchera. Mi esperanza es que no desaparezca el oficio correcto, el que separa la información de la opinión, el que no fuerza los titulares editorializándolos, el que informa o realiza su función critica sin insultar. Mi esperanza es que salgamos de lo que espero que pueda considerarse como un estado de excepción poniendo todos algo de nuestra parte

Fernando Jáuregui ha tenido la feliz iniciativa de reunirnos a periodistas de un lado y otro del Ebro, los que ejercen su trabajo en Cataluña y los que lo hacemos en el ERE (El Resto de España). Jáuregui nos reunió en una mesa redonda a medio centenar de profesionales para que nos conociéramos, intercambiemos nuestros teléfonos móviles y tratáramos de comprender nuestros respectivos puntos de vista con la sana intención de desdramatizar en la medida de lo posible el conflicto catalán, de rebajar un enconamiento cargado más de improperios que de razones que, en parte, es producto de la incomprensión muta.

El buen periodismo está a punto de perecer
Y es que el periodismo, el periodismo bien hecho, que podría contribuir a situar la cuestión en términos racionales, se ha constituido en muchos casos en vanguardia bélica. En mi opinión, que trasladé al encuentro celebrado en Caixaforum, el periodismo, el buen periodismo, el que justifica nuestra función de informar objetivamente, está en trance de perecer por razones diversas que los profesionales conocemos perfectamente pues lo sufrimos en nuestras carnes.
Un hundimiento producido en parte por la gran crisis económica de las empresas periodísticas que, en términos relativos, ha sido tan grave como la del ladrillo, lo que ha provocado una notable perdida de independencia de los medios así como la precariedad laboral de los profesionales. Hoy la prudencia aconseja al periodista que consigue trabajo en un medio, si quiere promocionarse lícitamente o simplemente mantener su puesto, enterarse de los ‘códigos’ internos de la casa más allá de las ideologías que profesan. Les resulta vital empaparse de los compromisos y complicidades económicas de los medios, de las materias reservadas en las que más vale no penetrar, o de los personajes protegidos.
En mi opinión, el deterioro de la función periodística se ha agravado con la cuestión catalana respecto a la cual manda el periodismo de trinchera. Mi esperanza es que no desaparezca el oficio correcto, el que separa la información de la opinión, el que no fuerza los titulares editorializándolos, el que informa o realiza su función critica sin insultar. Mi esperanza es que salgamos de lo que espero que pueda considerarse como un estado de excepción poniendo todos algo de nuestra parte.
Justificaciones y autocríticas
En esta reunión no escasearon, por ambas partes, junto a las justificaciones las autocriticas. Me permití lamentar las prácticas deshonestas de distintos medios vegetales, digitales y de las ondas del ERE, pero lamenté que lo tengan mas difícil los compañeros catalanes, pues no es fácil sustraerse allí a la presión de un ambiente en el que predomina, si no como discurso único, sí como predominante, como pensamiento correcto, la pulsión independentista.
No hay más que leer en las crónicas de los compañeros catalanes que observan las exigencias del oficio bien hecho, de objetividad y mesura, los rodeos que se ven obligados a realizar en la elección de los términos para que no sean considerados como traidores a la patria. Están sometidos a cierta autocensura, que es la más lamentable de las censuras. Un lenguaje que nos obliga a volver la práctica del pasado de leer entre líneas.

Vidal Folch: “El futbolista estatal”
Xavier Vidal Folch lo expresó con gracia refiriéndose a esa herramienta que utilizamos, que es el lenguaje. En su opinión “las palabras están contaminadas por la situación política y la polarización territorial. Tendríamos que ponernos de acuerdo para descontaminarlas para evitar las más ofensivas, las más fragmentadoras, valiéndonos de las reglas del periodismo”.
Y puso dos ejemplos: de un lado y del otro, empezando por el abuso del término “Estado español” en los medios catalanes, especialmente en los del sector público. “En efecto –aclaró–, existe un Estado español pero muchas veces se utiliza para no emplear la palabra España. Se cometen abusos ridículos como “la meteorología estatal” referida al mapa del tiempo en el conjunto de España. O referirse al “jugador de futbol estatal” porque pertenece a la selección nacional española”.
Y refiriéndose a la otra parte, lamentó el uso de la palabra “constitucional”. “Es indignante –resaltó– que todo el mundo sea constitucionalista menos los independentistas cuando el partido de la extrema derecha no lo es. Otra cosa es que actúe dentro de los lindes de la Constitución. Pero hay partidos separatistas que son perfectamente constitucionales aunque quieran cambiar el marco constitucional, lo que es perfectamente legítimo. Una cosa es estar en el barco constitucional y otra cosa ser constitucionalista, porque se está a favor de la Constitución y lo que ello representa”.

En la misma línea se extendió Alex Grijelmo: “Deberíamos –prescribió– denunciar cada uno los abusos de los nuestros. Las manipulaciones que se suelen emplear en el lenguaje político tienen que ver en Cataluña con sinécdoques, tomar la parte por el todo, que una parte se arrogue el todo. Cuando el “nosotros” está en boca independentista se aplica al pueblo catalán y esa sinécdoque es tramposa. Pero eso juega también en el otro lado. Me pone enfermo que emisoras en castellano utilicen mal el catalán, por ejemplo en los nombres propios, como Artur Mas o Ernest Lluch. Deberíamos hacer un esfuerzo por ambos lados por aproximarnos en el lenguaje”.

A Iñaki Gabilondo le da miedo la falta de miedo
Iñaki Gabilondo puso énfasis al calificar la situación de muy grave, una situación “comparable –aseguró– a la que vivimos los mayores” y reclamó la necesidad de un proceso de desinflamación. “Yo recuerdo –relató– que entonces, sin dejar de hacer periodismo, se tenia conciencia de que debíamos desempeñar un papel importante en un momento muy importante también. Ahora estamos viviendo un momento extraordinariamente difícil en el que se practica la desinformación. Hay que tratar de controlar adjetivos, porque está todo muy caliente. Los periodistas no podemos dejar de ser lo que somos y lo que tenemos que hacer es desinflamar el incendio.
“Me da un poco de miedo –confesó– la falta de miedo que observo. Deberíamos tener un poco de miedo. La Transición fue posible, entre otras cosas, porque inspiraba temor. Se temía que aquello acabara en lo peor. De esa precaución surgió una voluntad de concordia o de acuerdo. Un tipo de temor como aquél yo lo computo como positivo.

Fernando Ónega: “Si esto que están diciendo de Cataluña lo dijeran de Galicia, yo me haría independentista”
Coincide Fernando Ónega en que el factor miedo ha sido fundamental en la transición. “Era aquella –rememoró– una clase política generosa, consciente de lo que tenía entre manos, pero debo decir que los medios informativos teníamos más sentido de responsabilidad que la clase política”. Y confesó: “Yo soy gallego. A veces leyendo algunos periódicos de Madrid me hacía la siguiente reflexión: “Si esto que están diciendo de Cataluña lo dijeran de Galicia, yo me haría independentista. Hay que ver lo que se ha insultado, lo que se ha falsificado la información… No hubo ética en el tratamiento de la cuestión catalana. Hay una parte de responsabilidad muy importante en esos medios que no quiero citar editados en Madrid”.
Y su confesión se hizo más intimista al preguntar a la concurrencia: “¿Que podría hacer yo que escribo en ‘La Vanguardia’ y en ‘La Voz de Galicia’? Tengo miedo a contradecirme, a no decir lo mismo en el uno y en el otro, o cuando hablo en la radio. ¿Qué podría hacer un periodista como yo para servir a la causa del arreglo del conflicto político catalán?”.
Esther Vera: hablamos catalán no por molestar
Esther Vera, directora del periódico ‘Ara’, coincidió en que es el momento de hablar y de acercar posiciones “Los periodistas –denunció– hemos abdicado de hacer periodismo. Falta libertad en el ejercicio del periodismo. Con un matiz: en Cataluña se han editado 700 libros sobre el ‘procés’, sobre la catarsis que se ha producido en Cataluña después de los hechos de 2017, algo que no puedo ver en la prensa española. Me encantaría verlo. En eso vamos algo por delante y os necesitamos. Necesitamos que se haga periodismo Decía Grijelmo que el 1 de octubre no era España. Pues queremos saber quién era.
En su opinión el periodismo necesita un acuerdo sobre los hechos. En Madrid, en Zaragoza o en Albacete. “Si no temor –reclamó– tenemos que tener sentido común. Yo tengo que hablar de presos políticos a los que considero que lo son. Cataluña ha cambiado mucho en los últimos años y hay mucha gente desacomplejada que es independentista. Diréis que es cosa de la escuela o de TV3, pero hay otros factores. Y eso tenéis que entenderlo. Tenéis que entender que la gente no habla en catalán para fastidiar, sino porque también es su idioma o como yo, que hablo con mi padre en catalán y con mi madre en español. Hay mucha gente en Cataluña a la que les han hecho independentista”. Concluyó resaltando que: “Estoy a favor de recuperar nuestro prurito profesional e incomodar a los nuestros y a los demás y empezar a bajar el diapasón”.

Juan Tapia: “Soy más optimista que hace poco”
En opinión de Tapia todo intento de diálogo es positivo pero es difícil o casi imposible en Cataluña por el juego de las emociones, que pueden más que la racionalidad, lo que representa una diferencia con la Transición, donde la racionalidad democrática podía integrar desde Carrillo hasta Fraga. “Como dice Ónega –confesó–, al escuchar cosas que se dicen me tienta hacerme independentista”. Sin embargo, aseguró que es ahora “ligeramente más optimista que hace poco”. Ahora –argumentó–, tanto ERC como el PSC están votando lo mismo en el Parlamento español para elegir al presidente. Y tampoco soy pesimista respecto a la situación interna de Cataluña, que ha evolucionado positivamente: ERC es el primer partido y PSC el segundo, sin una diferencia abismal. Las fronteras se están moviendo. Siempre mejoran cuando gobierna el PSOE y la derecha está en la oposición. Casi es un modelo histórico”.
Diagnosticó Tapia que desinflamar es el primer paso para arreglar el conflicto. ¿Qué podría pasar en Madrid para desinflamar? Que lo que dice un sector incendiario de la prensa de derechas, más madrileña que española, deje de decirlo, lo que no es probable porque lo incendiario es rentable. Les resulta rentable valerse de las emociones».