
Mari Carmen Martínez
Hace dos años que Sánchez formó su Gobierno. Dos años desde que el desdoble de carteras para poder hacer frente a todas las exigencias de sus socios hizo que España tuviera el Gobierno con más ministros de toda nuestra historia. El nombramiento de ciertos ministros fue sin duda el primer pago del presidente a su investidura, algo que aún nos sigue pasando factura a día de hoy. No sólo por el gasto desmesurado que esto conlleva, sino por el coste asociado que tiene para nuestro país. Un coste que seguiremos pagando lo que quede de legislatura.
Yo siempre he pensado, desde antes de entrar en política, que las cualidades de un ministro debían concentrar una mezcla equilibrada de formación, experiencia contrastada y sobre todo mucho sentido común y sentido de Estado.

No tardó mucho en demostrar Alberto Garzón que no era un ministro para todos los españoles, un ministro que respetara y trabajara sin descanso por y para todos los ciudadanos, votaran a quien votaran
Podríamos analizar varios ejemplos, demasiados quizás, donde la falta de sentido de Estado en algunos ministros se hace más que patente. Pero, sin duda, el que más carece de ella, menos ha hecho por los ciudadanos, y más daño ha ocasionado dentro y fuera de España es el ministro de Consumo, Alberto Garzón.
Llegó a ser ministro porque Izquierda Unida tenía que cubrir el cupo que cada partido de la coalición quería tener como pago a su apoyo a Sánchez. Llegar a ser ministro por cumplir un cupo debe ser cuanto menos triste y vacío. Para una persona con sentido de Estado podría haber supuesto un reto, para al menos demostrar que aun sin tener una experiencia dilatada y contrastada, era capaz de dejar a un lado la ideología y conseguía poner por delante el sentido común y, por supuesto, el sentido de Estado. No tardó mucho en demostrar que no era un ministro para todos los españoles, un ministro que respetara y trabajara sin descanso por y para todos los ciudadanos, votaran a quien votaran. No. Se destapó como un ministro donde su ideología superaba con creces al sentido de Estado.
He perdido ya la cuenta de todas las barbaridades que ha expresado siendo ministro de este país, por no entrar al detalle de las medidas sectarias, ineficientes y ridículas que ha ido adoptando durante este tiempo. Como ejemplo, el recetario de comida sana que puso en marcha con gran orgullo desde el ministerio. ¿¡Un recetario!? Para esto es para lo que da este ministerio.
Pero especialmente relevante, por el daño principalmente económico que provoca, son sus continuas manifestaciones atacando a los sectores que él y su partido quieren criminalizar. Consigue demostrar con ello que la ideología y no el bienestar de los ciudadanos dirige cada paso que da. O, simplemente, que no tiene ni idea de nada.
De sobra son conocidas sus declaraciones en sede parlamentaria sobre el sector turístico. Una buena mañana decidió afirmar sin rubor que “el sector turístico es un sector de bajo valor añadido”. Poco más tarde, realizó una superproducción audiovisual para atacar al sector cárnico de nuestro país, con datos retocados que pretendían asustar a los ciudadanos sobre el consumo de carne. ¿De verdad es esto en lo que ocupa su tiempo?
Desgraciadamente hay muchos ejemplos más, pero sin duda, su último escándalo es el que me ha llevado a escribir este artículo. Las declaraciones recogidas en su entrevista para ‘The Guardian’ sobre la mala calidad de la carne que nuestro país exporta son totalmente inaceptables. Atentan contra un sector al que quiere criminalizar continuamente, y del que viven muchísimas familias de nuestro país. Además, lo hace en un medio británico, dando así mayor altavoz internacional a sus pensamientos totalmente sectarios.
Los continuos ataques a sectores estratégicos de nuestro país demuestran que el ministro Garzón nunca asumió la responsabilidad para con todos los ciudadanos y los sectores productivos de nuestro país.
El presidente Sánchez se lava las manos y renuncia a tomar medidas, porque, como todos sabemos, que Garzón sea ministro en su Gobierno es un pago que tiene que hacer para estar en Moncloa. Pero, y los ministros de Turismo, Agricultura y Transición, ¿no tienen nada que decir? Sus respuestas a declaraciones en contra de los sectores que tienen que defender son tibias y permisivas, y eso es todavía más preocupante.
María del Carmen Martínez Granados (Jerez de la Frontera, 1979). Diplomada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Huelva. Diputada en el Congreso de los Diputados por Cádiz desde 2019. Previamente ocupó un escaño en el Grupo Parlamentario de Ciudadanos en el Parlamento de Andalucía. Actualmente es portavoz del GPCs en las Comisiones de Hacienda; Industria, Comercio y Turismo; Agricultura, Pesca y Alimentación; y Transición Ecológica.
Creadora de la marca Miss Catas, proyecto empresarial para acercar el mundo del vino a todos los públicos con catas exclusivas para particulares y empresas. Fundadora y presidenta de la Asociación de Sumilleres de Cádiz. Es también miembro de la Asamblea de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa).