
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Ya no hay forma de mirar para otro lado. La sucesión de informaciones sobre los millones que ‘donaron’ a Juan Carlos I sus amigos del Golfo Pérsico en compensación por oscuras gestiones, siendo aún Jefe del Estado, ha producido esta semana un hecho insólito. El presidente del Gobierno se ha pronunciado públicamente sobre el caso, y no para defender al emérito, como ha sido norma habitual en todos los gobiernos desde la Transición.
Pedro Sánchez ha calificado de «inquietante» y «perturbador» el caso, que ya enfila su investigación en el Tribunal Supremo. No sin añadir, eso sí, la distancia que el actual rey, Felipe VI, ha puesto con todas esas presuntas actividades de su padre. El asunto no podía llegar en peor momento, justo cuando el país se enfrenta a una crisis sin precedentes, con un gobierno de coalición en el que uno de sus socios es abiertamente republicano, y cuando la fortaleza de las instituciones es uno de los pocos asideros para una ciudadanía presa de la incertidumbre y el desasosiego.
El Gobierno ha calificado, por primera vez, por boca del presidente, de ‘inquietante’ y ‘perturbador’ el caso que investiga las finanzas opacas del rey emérito. Ahora, su objetivo es que Felipe VI no resulte dañado
Los españoles deberíamos erigir un monumento al perseverante fiscal suizo Yves Bertossa. A él debemos una investigación que, en anteriores ocasiones la justicia española echó a la papelera amparándose en la inimputabilidad de quien ostenta la jefatura del Estado, según nuestra Constitución. Ahora se entienden mejor las resistencias del padre del actual Rey en abdicar en Felipe ya que, si no hubiera tenido el tropiezo de la cacería de Botswana, que inició el descubrimiento de su relación con Corirnna Larsen y todo lo que ella significa, quizá aún estaría sentado en el trono y nadie osaría perturbar su vejez. A lo mejor también deberíamos agradecer a un pobre elefante africano su colaboración en el destape de las vergüenzas acumuladas de la Corona de España.
El punto al que han llegado a conocerse sus opacas actividades, inimaginable hasta hace nada para el ‘campechano Borbón’, han forzado al presidente y secretario general del PSOE, un partido en el que la actual Corona española ha tenido siempre a su principal aliado, a marcar, también, distancias con personaje tan tóxico para la política institucional del país. Toda una sacudida para los socialistas, tan juancarlistas ellos.
Conmoción también en el deteriorado entorno familiar de Felipe VI. Podemos suponer el humano regocijo del yerno que duerme en la cárcel por seguir, en cierta manera, el ejemplo del suegro al ver que el escarnio al que se vio sometido está a punto de llegarle a quien le señaló el camino para hacerse con dinero fácil a cuenta del brillo de la Corona.
Aunque la investigación española, en manos de un reconocido fiscal del Tribunal Supremo, no llegue a sentar en el banquillo a Juan Carlos I por blanqueo y delito fiscal, si es que la inimputabilidad de la que gozó hasta 2014 extiende la alfombra con la que tapar el origen de los fondos y construye la excusa con la que esquivar tan delicado escenario, el daño ya es irreparable.
La monarquía de los Borbones, reinstaurada en España por mano del dictador y aceptada por los artífices de la Transición como mal menor y herramienta de cohesión, camina ya por suelo resbaladizo. Los políticos que protegieron durante décadas la imagen del juancarlismo ya no mandan en sus organizaciones; otros partidos, abiertamente republicanos, tiene hoy un peso imprevisto en la política española; y un fiscal suizo se ha atrevido a tirar del hilo de 100 millones que llegaron del régimen saudí a los opacos bolsillos de un rey de España. Hasta el actual presidente del Gobierno ha completado sus ‘atrevimientos’ de esta semana frente a su Majestad poniendo en cuestión la inviolavilidad y el aforamiento que concede la Constitución al Rey en una entrevista a Eldiario e Infolibre. Inquietante, claro.
Periodista y directora de El Siglo desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas Cambio 16 y El Nuevo Lunes y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.