La parte socialista del Gobierno espera con impaciencia la cumbre de la OTAN que se celebra en Madrid el 29 y 30 de junio. Una cumbre histórica por la guerra de Ucrania, que servirá de proyección internacional para un Pedro Sánchez a la baja en las encuestas. Mientras, Yolanda Díaz y Unidas Podemos tratan de hacer encajar su histórico antimilitarismo con su papel como miembro del Gobierno de un país de la Alianza Atlántica. El compromiso de elevar el gasto militar al 2% del PIB, asumido de pleno por el presidente, pero rechazada por los morados y por los aliados parlamentarios del Ejecutivo, amenaza con hacer embarrancar la negociación de los Presupuestos Generales del Estado.
“Posturas testimoniales”. Así calificaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el rechazo de Unidas Podemos a la cumbre de la OTAN y al acto celebrado en Madrid con motivo del 40 aniversario del ingreso de España en la Alianza Atlántica. En rueda de prensa tras el Consejo Europeo celebrado esta semana en Bruselas, Sánchez ha señalado que esas “posturas testimoniales” vienen de lejos, de los años 80, cuando se debatía la plena incorporación de España a la Alianza, “pero han pasado muchos años. El contexto geopolítico es otro, la pertenencia de España a la OTAN va por 40 años y mi responsabilidad como presidente del Gobierno es garantizar la defensa y la seguridad de mi país”.
El equipo de Díaz no confirma su presencia en la cumbre de la OTAN, a final de mes, porque está a la espera de una cita para una intervención médica
Pero para ser posturas testimoniales, lo cierto es que vuelven a tensionar hasta el extremo a Unidas Podemos. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se ausentaba esta semana de los actos de celebración del 40 aniversario del ingreso de España en la OTAN alegando una cita médica. Y desde su equipo tampoco confirman su presencia en la cumbre de la organización, a final de mes, porque está a la espera de otra cita para una intervención. Las que no estarán seguro son las ministras de Podemos, ni la de Derechos Sociales, Ione Belarra, ni la de Igualdad, Irene Montero. “Frente a la guerra de Ucrania, en este momento, el Gobierno y nuestro país podría hacer mucho más si fuésemos anfitriones de una cumbre por la paz”, afirmaba la portavoz de Podemos, Isabel Serra.
El responsable de Consumo, Alberto Garzón, tampoco estará “por razones evidentes y suficientes, tanto históricas como políticas”, señalaba esta semana la portavoz de IU, Sira Rego. Rego recordaba que IU nació “en el movimiento contra la OTAN y tiene su ADN ahí” y que “seguimos pensando que es un instrumento de guerra, no de paz”. Ya hay convocada una cumbre alternativa por la paz, los días 24, 25 y 26 de junio, en la que participarán IU, el PCE y diversas organizaciones sociales. Podemos, en principio, no tiene pensado participar de forma oficial.
Pero el debate en el seno de Unidas Podemos acerca de si ir o no, existe. Y el portavoz de los Comuns en el Congreso, Jaume Asens, lo explicitaba esta semana. En una entrevista concedida a TVE, Asens ha dejado claro que ante el acto de conmemoración del lunes no hubo representantes de la parte morada del Gobierno porque “había otras prioridades de agenda”. A finales de mes, en la cumbre de la OTAN, habrá que ver cuáles son las prioridades, decía, pero, en cualquier caso, “no es incompatible nuestra posición crítica con una asistencia institucional a esos eventos”. “Nos incomoda la presencia de España en la OTAN y es fruto de esta incomodidad que tengamos ese posicionamiento respecto a este evento, que respetamos”, ha señalado Asens. La incomodidad es obvia, y UP no termina de encontrar su posición al respecto.
La cuadratura del círculo
Ya hay convocada una cumbre alternativa por la paz, los días 24, 25 y 26 de junio, en la que estarán IU y el PCE. Podemos, en principio, no tiene pensado participar
El estallido de la guerra en Ucrania está lastrando a Unidas Podemos en las encuestas. Tocó techo en febrero -al igual que la propia Yolanda Díaz en el CIS- y desde entonces va a la baja con episodios como el del envío de armas, cuestionado por Podemos, pero aceptado por Díaz y también por Garzón -en contra, por cierto, del sentir mayoritario en la organización que lidera-. Junto a esto, están los esfuerzos de Podemos por marcar perfil propio, siempre a la contra. Unos esfuerzos que lo que hacen es añadir ruido a un espacio político, que ha estado a punto de quedarse fuera de parlamento de Castilla y León y que puede perder más de la mitad de sus representantes en las próximas elecciones andaluzas. El último capítulo lo protagonizaba esta semana el coportavoz de la formación morada, Javier Sánchez Serna, que, refiriéndose a los contratos por valor de 37 millones de euros que se han concedido para organizar la cumbre de la OTAN, afirmaba que se trata de contratos concedidos “a dedo”.
Díaz y Garzón, en otra muestra de la brecha que separa a Podemos del resto de formaciones de su espacio político, defendían la legalidad de esos contratos, aprobados por el consejo de ministros y públicos, que están a disposición de quien los quiera consultar. Garzón, en RNE, subrayaba la “transparencia” y “pulcritud” de esos contratos, objeto de una acusación «que Podemos tiene que acreditar”. El miércoles, a preguntas de los periodistas, Belarra bajaba el tono y esquivaba alinearse con los portavoces de su partido. Regateando el asunto, Belarra señalaba que lo relevante es si España “se va a plegar como país a esas imposiciones externas” para aumentar el gasto militar, algo que, en su opinión, “no quiere la ciudadanía”.
Las palabras de Belarra adelantan la batalla que se avecina en la negociación de los Presupuestos de 2023, los últimos de la legislatura. Hace algunos meses, tras el inicio de la invasión rusa en Ucrania, Sánchez subrayaba su compromiso, emanado de la OTAN, de alcanzar el 2% del PIB en gasto militar. El presidente lo recordaba esta semana en el acto de conmemoración del 40 aniversario de ingreso en la OTAN: “nuestra seguridad está amenazada por el régimen de Putin. Es imprescindible que reforcemos nuestra capacidad de disuasión, algo que solo se adquiere con un aumento de inversión en defensa. Debemos hacer ese esfuerzo”. Actualmente, la cifra de gasto militar de España está en el 1,2% del PIB y la fecha límite para llegar el 2% es 2030. Hay margen, según defienden en Moncloa, y la subida no tiene por qué ser brusca. De hecho, para el año que viene, el objetivo sería elevarlo hasta el 1,3% del PIB. Pero entre las pocas cosas que no dividen a Unidas Podemos está el aumento del gasto militar, lo rechaza Podemos, pero también Yolanda Díaz y Alberto Garzón. Y junto a ellos, ERC y EH Bildu, cuyo voto es imprescindible para aprobar las cuentas.