Primero fue el cese temporal de la convivencia de la infanta Elena y Jaime de Marichalar y ahora son las fotos robadas de Iñaki Urdangarin paseando de la mano de una desconocida por una playa cercana a la casa familiar de Bidart, en el País Vasco francés.
Desconocida por pocas horas; Vitoria es una ciudad pequeña y, sobre todo, el despacho de abogados que ‘fichó’ al cuñado del rey cuando le concedieron el tercer grado; la mujer se llama Ainhoa Armentia y es una compañera de trabajo en Imaz&Asociados.
La exclusiva de Lecturas, desvelada por Pilar Eyre, es un nuevo mazazo personal y familiar en la vida de los Borbón y Grecia. La periodista ha contado que la Casa Real tuvo conocimiento de la noticia un día antes de su publicación y que las fotos también fueron una desagradable sorpresa para la infanta Cristina.
Según Eyre, el matrimonio llevaba roto dos años, pero mantenían las apariencias: la última vez que se les vio juntos fue estas navidades, cuando viajaron a la estación de esquí de Baqueira Beret con sus hijos para disfrutar de la nieve como en los viejos tiempos.
Sin embargo, hay cosas que nunca vuelven. Como dijo la más grande, “se les acabó el amor de tanto usarlo”. O porque él ingresó en la cárcel y ella siguió viviendo en Ginebra cuando él se trasladó a la capital alavesa. Que todo influye.
De momento, la familia tiene una máxima. Primero fue Pablo Urdangarin, el segundo de sus hijos, quien ha dicho: “Son cosas que pasan”. Después, su padre repetía a los medios congregados a la puerta de su trabajo: “Son cosas que pasan”. ¿Diría lo mismo Cristina de Borbón?