
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
A Isabel Díaz Ayuso no la deben estar gustando los mensajes que llegan de Europa estos días. La nueva variante ómicron, que ya circulaba por el Viejo Continente antes de que científicos de Sudáfrica alertaran de su existencia, ha venido a acelerar una corriente ‘obligacionista’ respecto a las vacunas que empieza a extenderse para disgusto de la principal abanderada de la libertad frente al coronavirus en España.
Después de que el inminente nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, se haya mostrado favorable a implementar la vacunación obligatoria en una reunión de coordinación con el gobierno saliente, la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, ha sorprendido este miércoles planteando el debate «apropiado y razonable» sobre «cómo podemos alentar» la inmunización obligada en los Estados miembros

Von der Leyen ha recordado que un tercio de ciudadanos de la UE aún no están vacunados. Mientras en Africa o Asia millones de personas aún esperan su primera dosis, los europeos discutimos si obligamos a vacunarse a los insolidarios
La alemana ha recordado, también que, pese a la disponibilidad de dosis, un tercio de los ciudadanos de la Unión aún no está vacunado y que el estancamiento en la inmunización expone la salud y la recuperación económica de todo el continente. Por ello, tras reconocer que Bruselas no tiene autoridad para imponer medidas coercitivas en cuanto a salud pública, sí ha manifestado su intención de alentar una estrategia conjunta de todos los países.
No es una voz solitaria. El gobierno austríaco ha sido el primero en establecer la obligación de vacunarse a sus ciudadanos a partir de febrero de 2022 mientras en una mayoría de países se extiende la exigencia del pasaporte Covid, que confirma la inmunización, para acceder a numerosos espacios públicos, de ocio o de trabajo. En Grecia han dado un paso más estableciendo multas de hasta 100 euros mensuales a los mayores de 60 años que no se vacunen, transformando en la práctica, en obligatoria la inoculación para los grupos de riesgo. En Bélgica, la viceprimera ministra Petra De Sutter, se ha sumado a la corriente: «Si realmente no podemos deshacernos del virus tenemos que ser honestos y abrir el debate sobre la vacunación obligatoria».
Los gobiernos europeos se han tentado la ropa cada vez que han tenido que tomar medidas coercitivas para frenar al virus. Pedro Sánchez pagó caro cada debate parlamentario para aprobar los diversos estados de alarma que avalaron confinamientos y multas el año pasado y que, incluso, han sido declarados inconstitucionales por el Tribunal de garantías meses después tras los recursos de Vox. Ni las miles de muertes que evitaron las restricciones ha hecho retroceder un paso a quienes se oponen férreamente a ellas por considerarlas una intromisión del invasor Estado en la esfera de los derechos individuales.
La insólita apropiación que ha conseguido la derecha política en todo el mundo del concepto de libertad en la guerra contra el Covid vuelve a situarse como impedimento para que no pocos gobiernos se decanten por la obligatoriedad de la vacuna, única herramienta que se ha confirmado plenamente fiable para contener la enfermedad. En España, afortunadamente, estamos en cabeza en los rankings de población vacunada, pero las nuevas variantes, hasta que todos los países no se acerquen a nuestro nivel de inmunizados, seguirán circulando y las autoridades no deberían temblar en imponer la solidaridad vacunal a sus ciudadanos.
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.