
Sergi Miquel
Es conocido por gran parte de la opinión pública que desde la disolución de Convergència Democràtica de Catalunya en el año 2016 nada ha sido lo mismo en esta familia. El Partit Demòcrata intentó ser una actualización del espíritu y de las ideas, pero por distintos motivos que ya han sido objeto de otros artículos no ha triunfado.
La torpeza con la que entre todos hemos gestionado este espacio ha terminado sin ningún grupo parlamentario ocupando un espacio central que un liberal o social-liberal que desee evitar radicalismos en lo ideológico y en lo independentista pueda votar sin remordimientos.

Por primera vez en muchos años el espacio de centro-liberal se reconstruye y se agrupa en lugar de dividirse en algo que Àngels Chacón, que lidera el proyecto, ha definido como el primer partido ‘postprocés’
El grupo parlamentario que ha acogido a algunos de los antiguos referentes de Convergència es, desde un punto de vista ideológico, un patchwork difícil de sostener. Se trata de un partido donde conviven partidarios y detractores de la economía de mercado, partidarios de incrementar la presión fiscal con partidarios de bajarla y otros que, como el Conseller d’Economia, consideran que ya está bien, a pesar de ser la más alta de todo el Estado. Partidarios de regular el alquiler con partidarios de no hacerlo, partidarios de la ampliación del aeropuerto con partidarios de no hacerlo y así todo el rato. Todo esto aliñado con algún xenófobo que considera colonizadores a una parte de nuestros conciudadanos como diputado, algún machista que tuvieron que expulsar de las listas electorales al recuperarse algunos tuits lamentables contra adversarias políticas y la reciente idea de alguno de plantear como una contradicción que los independentistas veamos cómo la gente muere en plena pandemia y no estemos dispuestos a morir en un proceso de emancipación nacional.
Este conglomerado es el resultado de crear un espacio exclusivamente a partir de una hoja de ruta independentista unilateralista, que tampoco se cumple cuando gobiernan –véase el mandato Torra– prescindiendo de algo que todos los partidos del mundo deberían tener: ideología. Pero además lo más alarmante es que, por un puñado de votos, permiten que en su órbita se encuentren personajes como los citados anteriormente. El compromiso que muchos tenemos con la democracia y la convivencia nos hace imposible formar parte de este juego.
En estos párrafos se encuentra la respuesta que he dado cada vez que alguien se sorprendía al saber que alguien que ha defendido y defiende la independencia de Catalunya había decidido no militar en Junts.
¿Y ahora?
Pues por primera vez en muchos años el espacio de centro-liberal se reconstruye y se agrupa en lugar de dividirse en algo que Àngels Chacón, que lidera el proyecto, ha definido como el primer partido postprocés. Precisamente por este motivo el partido no se construye específicamente sobre una hoja de ruta independentista o constitucionalista, sino que apuesta por buscar soluciones como la amnistía al conflicto político y reivindica el derecho de la nación a decidir su futuro. Lo hace mientras defiende un modelo de sociedad que nos garantice a todos un Estado del Bienestar, una administración que ayude a generar oportunidades, una fiscalidad que no castigue a las familias y una salida al estancamiento en el que nos encontramos para defender la economía productiva. Una formación que defiende que la fortaleza de nuestras instituciones y su dignidad es clave para sostener la democracia. En definitiva, un partido que propone para Catalunya actualizar aquellas cosas que nos han hecho progresar como país y que funcionan en la mayoría de los países de nuestro entorno. Aquí igual no es necesario ponerse creativo a la hora de buscar una receta: sólo hace falta ver lo que funciona y lo que no y defenderlo.
La independencia era una oportunidad para construir un país mejor y ahora es la excusa para que los que gestionan nuestras administraciones nos condenen a vivir en un país peor. Obama dijo en 2016 que si tuviéramos que elegir a ciegas un momento de la historia para nacer elegiríamos el presente puesto que el pasado siempre es peor y el futuro es incierto. En esto los catalanes también somos especiales, ahora no estamos en nuestro mejor momento, pero sobre todo tenemos un futuro prometedor si sabemos jugar bien nuestras cartas.
Sergi Miquel Valentí (1989, Llagostera, Girona). Graduado en Diseño de Producto en la escuela ELISAVA de Barcelona y Bachelor of Art and Design de la Universidad de Southampton y Máster en Teoría y Crítica de la Cultura por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha participado de diferentes organizaciones y entidades culturales siendo hoy socio de ADI-FAD y Omnium Cultural, entre otras. Diputado en el Congreso por PDeCAT.