Las revistas de moda siempre tropiezan en la misma piedra y no parece importarles. Lena Dunham, protagonista de la serie Girls, se quejó en 2016 en su cuenta de Instagram por haber sido retocada para la portada de Tentaciones de El País. Dos años antes fue la modelo Naomi Campbell, conocida por denunciar el racismo sobre la pasarela, quien aparecía tan retocada por el Photoshop en la americana Shape que perdía todo el sentido su apelativo de ‘diosa de ébano’.
Ahora ha sido Vogue quien ha blanqueado nada menos que a Kamala Harris. La reina de las publicaciones del sector, con ediciones en medio mundo, acaba de asomarse al público estadounidense con una serie de retratos de la vicepresidenta de la nueva Administración americana ‘difuminando’ uno de sus rasgos identitarios y también políticos, su origen afroamericano -por parte de padre, su madre era india- en un país donde el racismo sistémico ha dado origen al poderoso movimiento Black Lives Matter.
Las críticas, fundamentalmente en redes, también han reparado en que la foto elegida para la portada, donde la número dos de Joe Biden lleva vaqueros y deportivas Converse, es demasiado informal. El propio equipo de Harris ha lamentado que la publicación escogiera esa foto para la edición en papel y no la de la versión digital, donde la vicepresidenta electa aparece en traje de chaqueta azul sobre fondo dorado.
Desde la revista, que no ha explicado por qué no le gusta el tono de piel de Kamala Harris para su portada, defienden la imagen elegida porque capturaba su “naturaleza auténtica y accesible”, que “sentimos es uno de los sellos distintivos” de la nueva Administración.