Alba del Prado
Será la segunda vez que, en la misma legislatura, un partido político con grupo parlamentario aprovecha el reglamento del Congreso y los mecanismos constitucionales para asegurarse una cuota de pantalla única e impagable en un año con triple convocatoria electoral. Representado por el que fuera dirigente del Partido Comunista de España (PCE) Ramón Tamames, Vox se subirá el próximo 21 de marzo a la tribuna de oradores del palacio de la madrileña Carrera de San Jerónimo y planteará la segunda andanada política orientada a ‘pescar’ en su caladero electoral natural, los votantes del PP.
Aunque disfrazada con toda la parafernalia y la oratoria que acostumbra usar la formación de Santiago Abascal, el planteamiento de partido se mantiene en el mismo punto, colocar la etiqueta de “derechita cobarde” a un PP que, liderado por Alberto Núñez Feijóo, ya no marca distancias con su formación sino que empieza a airear las banderas del pragmatismo para transmitir la ‘especie’ de que gobernará con Vox allá donde lo necesite…
Esta será la sexta moción de censura que se tramita en la democracia moderna española. La única que ha vencido fue la presentada por el hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez que, con el apoyo de prácticamente todo el arco parlamentario (salvo el PP) consiguió desalojar de La Moncloa a un Mariano Rajoy acosado por los escándalos de corrupción, entre otros, el de la financiación ilegal del Partido Popular que presidía y cuyas consecuencias aún colean en los tribunales españoles.
Esta será la sexta moción de censura que se tramita en la democracia moderna española. La quinta acabó con Mariano Rajoy fuera de La Moncloa, acosado por los escándalos de corrupción
Si la primera moción de censura promovida por Vox, en octubre de 2020, se saldó con el menor apoyo de las planteadas hasta entonces (solo sus 52 diputados) la que defenderá Ramón Tamames ya lleva algo ganado. El PP de Feijóo no solo no le va a plantar cara a la extrema derecha como hizo Pablo Casado hace dos años y medio («nos ha vapuleado sin piedad», llegaron a decir entonces en Vox), sino que el partido liderado por el expresidente gallego volverá a servir de báculo de legitimidad a los postulados más regresivos del arco político español.
En octubre de 2020, un Casado combativo defendía los postulados de la derecha moderna europea para marcar distancias con la formación de Abascal, al que mandó un recadito que aún resuena en la sede de su partido: y tras reivindicar figuras políticas como la de la excanciller alemana Angela Merkel, le espetó: “Señor Abascal, nosotros no queremos ser como usted”. El día 21 y, sobre todo, en la votación del día 22 del ‘programa’ que presentará Vox, el partido que hoy lidera Alberto Núñez Feijóo no votará en contra como hace tres años sino que, se abstendrá para no generar tensiones con una formación que puede darle más de un gobierno local y autonómico en las próximas elecciones de mayo.
El próximo martes, un casi nonagenario Ramón Tamames, presentará lo que él mismo ha definido como “su visión de España”. El largo procedimiento -dos días- incluso ha hecho estudiar a la Mesa del Congreso como hacerle más cómoda su estancia en el mismo.
Tamames se presentará en el hemiciclo del Congreso ante un arco parlamentario dividido entre la burla por el espectáculo de una nueva manipulación de las instituciones por parte de un partido que, claramente, no las respeta en sus postulados y la necesidad o la obligación de utilizar la propia moción para censurar los postulados del partido que la promueve.
Como música de fondo resuena aún el elegante desprecio que el portavoz del PNV en el Congreso Aitor Esteban hizo en octubre de 2020 cuando apenas utilizó un minuto y medio de su tiempo para señalar que su partido no contribuiría “a darle protagonismo a esta patochada de moción de censura”, ni a una formación que a la que acusó de querer «ilegalizar a quienes no le gustan”.
Discurso engañoso
Según informaciones periodísticas sobre el borrador de su discurso, adelantado por eldiario.es, y confirmadas por el propio Ramón Tamames en medios conservadores, el discurso que planteará el candidato de Vox a la presidencia del Gobierno huye del lenguaje agresivo de los dirigentes ultras para referirse a a la situación de España a la que equiparará con “una moderna autocracia absorbente”, para criticar al Gobierno de Sánchez de “demagogia y populismo”, al que criticará -para que no falte el toque victimista- por negar a formaciones como Vox, “que representan a millones de españoles”, su “carácter democrático”.
Detrás de las llamadas a la «concordia», el eje del discurso de Vox será el ataque a los partidos nacionalistas, la verdadera obsesión los ultras
Tamames, al que el propio Abascal ha presentado como representante de “la concordia y unión entre españoles” defenderá -dice- su “propia idea de España” y pedirá al presidente del Gobierno que adelante a mayo -fecha de las elecciones municipales y autonómicas- las elecciones generales previstas para (previsiblemente) diciembre. El motivo de esa ‘urgencia’ que situará al Parlamento en situación de excepcionalidad durante dos días y romper la agenda política del país (España preside la Unión Europea en el segundo semestre), es evitar las presuntas “cesiones legislativas más nocivas a ciertos socios suyos de la coalición de investidura que están poniendo en riesgo esa arquitectura constitucional de 1978”.
Pero el eje es más engañoso que esas llamadas a la concordia universal. El ataque a los partidos nacionalistas, verdadera obsesión de Vox se colocará, pues, como factor clave de las demandas ultras representadas por el ex miembro del PCE y del Centro Democrático y Social (CDS) de Adolfo Suárez. La petición esencial será la promulgación de una nueva Ley Electoral que evite que los partidos. Nacionalistas logren la “sobrerrepresentación” que en su opinión tienen en la actualidad para configurar gobierno. Como es habitual en la formación liderada por Abascal, Tamames acusará al presidente y al PSOE de intentar controlar a los jueces, al Tribunal Supremo, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y al propio Tribunal Constitucional y pedirá, al estilo estadounidense, que los magistrados del Tribunal Supremo y del Constitucional tengan carácter vitalicio.
El PP, a la expectativa
Mientras, los populares han arremetido contra la iniciativa aunque no se opondrán finalmente en la votación. Posibilismo manda y no se sabe cuántas alianzas habrá que cerrar en junio… Aunque el portavoz electoral del PP, Borja Sémper, ha tachado la iniciativa de servir de “flotador mediático” al Ejecutivo; el ala dura que representa la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, ha reprochado a Santiago Abascal “desviar la atención” de otros asuntos importantes de la actualidad política. Para la presidenta madrileña la moción no es más que “un señuelo contra el PP”.
El alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, también ha criticado la iniciativa de Vox. Para él, la cita en el Congreso no será más que “el primer acto de campaña” de Pedro Sánchez de cara a las elecciones generales de fin de año. Y es que a Almeida -con los ultraderechistas como apoyo para su gobierno local- tener que ponerse de perfil dos meses antes de las elecciones en las que pretende renovar mandato como Alcalde de la capital, no parece gustarle demasiado.
Feminismo contra ultraderechismo
Como adelantaba El Siglo, el socio de los socialistas en el Ejecutivo, Unidas Podemos, ha calificado la moción de censura de “esperpento”, a través de su portavoz, Alejandra Jacinto. “Demuestra que la derecha se ha quedado sin ideas y ha llegado el momento de hacer el ridículo”, añadió mientras quitaba importancia a la moción e insistía en que “no debería hacer perder demasiado tiempo”.

No obstante, en los últimos días, la formación morada ha visto la oportunidad de confrontar al ultraderechismo con feminismo. La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ha planteado que sean solo mujeres las encargadas de responder a Ramón Tamames. «Me parece que sería una buena idea que en esa moción de censura solo intervinieran mujeres», dijo, para añadir: “Si algo son en Vox sobre cualquier cosa es que son machistas». «Son machistas en el sentido que no reconocen la violencia de género y están en contra de los derechos de las mujeres, incluso de reconocer que tenemos un problema de desigualdad entre hombres y mujeres», ha añadido la líder morada.
Por su parte, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha vuelto a intentar hacer un plante a la ultraderecha de la moción de censura. Aunque, como reconoce su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, la iniciativa, similar a la que promovió en 2020, «no tiene sentido si sólo lo hace uno”. Aún así ERC intervendrá en el debate, aunque «seguramente» no gastará los 30 minutos que tiene disponibles.
De necesidad, virtud
En el PSOE, sin embargo, la (inevitable) moción de censura es vista como una oportunidad política que puede servir para restañar heridas recientes dentro de la coalición con Unidas Podemos. De hecho, en los últimos días toma fuerza la idea de formar un tándem entre Pedro Sánchez-y la vicepresidenta Yolanda Díaz (IU-Podemos, Sumar) para responder los planteamientos de Vox-Tamames. Algo parecido a lo que sucedió en 2020 cuando el entonces líder de Podemos, Pablo Iglesias, intervino en respuesta a los postulados de los ultraderechistas.
La estrategia no solo pondría en valor la coalición sino que serviría para que IU-Podemos vea reconocido su peso en la política del Gobierno. Según esa estrategia, Pedro Sánchez, respondería el discurso del candidatos de Vox mientras la vicepresidenta y ministra de Trabajo -estrella indiscutida de la coalición de izquierdas- Yolanda Díaz también tendría su turno para intervenir en algún momento del debate. Aunque aún no hay nada definido, desde las filas socialistas se baraja también la posibilidad de que intervengan más miembros del Gobierno como las otras vicepresidentas, Nadia Calviño y Teresa Ribera. La idea es poder confrontar los dos modelos de país.
El espectáculo ultra está servido, los resultados de la moción, previstos; solo falta por ver quién gana más o quién pierde más con una moción pensada y e interpretada por la bancada de Abascal. Al ‘histórico’ e ideológicamente variable Ramón Tamames, desde luego, poco favor le hace haber aceptado servir de hombre de paja del moderno protofascismo español.